Opinión | ANÁLISIS

Quevedo siempre se quedará

Nos deja su música y una lección de humildad tan grande como el triunfo que ha logrado

Quevedo.

Quevedo. / Ferran Nadeu

No sé qué piensan ustedes, pero la vida, desde hace unos años, baila a un ritmo al que es casi imposible cogerle el paso. A mí, que me encanta la danza clásica, me da la sensación de que la vida fluye al compás de un vals a velocidad de por dos, como escuchamos los audios de WhatsApp, porque cualquier tiempo perdido apremia y así danzamos: plié, arabesque, pirouette y plié, arabesque, pirouette y… Si eres más de bachata irás al ritmo de movimientos suaves de cadera y un toque o síncopa: un, dos, tres, toque. Un, dos tres, síncopa. Un, dos, tres… Sí, la vida últimamente da vértigo, pero seguimos andando.

"El que tropieza y no cae, adelanta camino". Hay que ser muy grande –y valiente– para reconocer que te quieres bajar de la atracción porque ya no te resulta tan divertida. Y Quevedo, el joven artista canario que ha puesto nuestro archipiélago en el mapa con su música, ha demostrado que su talento no está solo en sus canciones, sino en su sentido común. Desde hace unos días se rumoreaba que el músico iba a darse un respiro. Primero, eliminó todas sus publicaciones de Instagram, y luego, se despidió por la puerta grande con "La última" en la que nos comparte, con la inocencia de un niño, su vulnerabilidad. "Necesito enamorarme de to´a esta mierda de nuevo/y sin necesidad no puedo". "La fama y to´a esta mierda es algo pasajero". "No ven que en el lado izquierdo yo tengo una grieta/To´están viendo que me duele/pero igual me aprietan". 

Quevedo, otra vez, ha hecho historia al mostrarles a los jóvenes que la fama tiene una cara que no es tan bonita ni tan brillante y que uno debe priorizarse y alejarse de esas personas que te ven sangrar y, en lugar de taponar la herida, meten el dedo en ella haciéndola más profunda. También canta el joven en su canción que se siente bendecido. No puedo menos que estar de acuerdo con él, porque debe de haber una luz muy pura en su interior para conseguir éxito, reconocimiento y dinero con veintidós años y soltarlo todo para volver a su esencia. Quevedo no se va ni se irá nunca. Nos deja su música y una lección de humildad tan grande como el triunfo que ha logrado. No sabemos si esto es una despedida o un paréntesis que el cantante nos ofrece. Sea como fuere, toda tu isla, toda tu gente, te deseamos lo mejor. Gracias por darnos tanto, muchacho. Estoy segura de que los tuyos te quieren por mucho más que tu libreta y tu tarjeta. Y esas son las personas con la que te debes quedar, no con las que aprietan"