Opinión | VENGA, CIRCULE

Guía breve para los pasajeros de la línea 91 Puerto de Mogán (Directo) > Las Palmas de G.C

Que tire la primera piedra quien no haya visto a personas adultas recurrir a la violencia física en el andén de salidas de la estación de guaguas de Puerto Rico para conseguir subirse a la 91

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El texto de hoy está dedicado hoy a todas las personas que han sufrido o sufrirán en sus carnes el castigo de verse obligadas a usar transporte público para ir desde Puerto Rico (Mogán) al aeropuerto de Gran Canaria para coger un vuelo o a la ciudad de Las Palmas para ir a clase, al trabajo o a una cita con un médico especialista. En primer lugar, mantenga la calma en todo momento. No se deje intimidar por el número de personas que va a encontrar haciendo fila cuando llegue a la estación, ni por los empujones que le den a medida que comience a llegar más gente. Respire por la nariz y suelte el aire por la boca, todo va a salir bien. Esa cola de la que le hablo se empieza a formar hasta veinte minutos antes de la hora en la que se supone que la 91 va a pasar, téngalo en cuenta cuando vaya a planificar su viaje. En teoría la guagua pasa cada hora a las y media, pero en realidad el horario depende de múltiples factores que convergen de diversas maneras cada día. La fecha, la hora, el tiempo que haga, el punto de la temporada turística en el que nos encontremos, la parsimonia del chófer que toque, cómo haya amanecido el mercado bursátil, el sentido del vuelo de los pájaros, la prima de riesgo, la cancelación de algún famoso del que nadie oyó hablar hasta su cancelación. La lista es infinita. A veces pasa a las y media, otras a las menos veinte, menos cuarto, menos diez, menos cinco, a las en punto -esto significa que ese día ha pasado una guagua menos de las que se suponía que iban a pasar-, a las y cinco… Aunque la situación le sobrepase no se desconcentre en ningún momento y no llore. Los adultos no lloran, solo reprimen y reprimen la rabia y la ira hasta que explota. Ya le meterá una patada al cubo de la basura más cercano cuando esté en su destino. La clave del éxito en el asunto que nos ocupa hoy es la planificación. Yo llevo catorce años empleando la metodología kaizen para no quedarme en tierra, sé de lo que hablo. Durante muchísimo tiempo padecí este trayecto para ir a estudiar, luego para ir a trabajar y ahora para visitar a mi familia cada vez que surge la oportunidad.

Que tire la primera piedra quien no haya visto a personas adultas recurrir a la violencia física en el andén de salidas de la estación de guaguas de Puerto Rico para conseguir subirse a la 91. En verano el número de peleas entre turistas y locales puede llegar a dos e incluso tres por día; supongo que a veintiocho o treinta grados bajo un sol abrasador no se puede culpar a nadie de perder los papeles. Sí me sorprende que no se haya matado a nadie todavía, aunque por no intentarlo no ha sido: una vez un alemán le metió un empujón a una señora justo cuando la guagua iba a pasar por el andén y no sucedió una desgracia de milagro. En alguna que otra ocasión la policía ha tenido que dar un par de vueltas por allí para poner algo de orden en la cola, el idioma de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado es universal. Lo entendemos nosotros y lo entienden los alemanes, noruegos, suecos, daneses y finlandeses que organizan excursiones privadas de quince o veinte personas pero son tan ratas coludas, son tan sumamente incívicos, desconsiderados y tacaños que se aprovechan de nuestro transporte público para ir al lugar de su excursión.

Si lleva consigo equipaje sabrá que mientras usted mete la maleta en la bodega ya habrá ochocientas personas agolpándose en la puerta de la guagua para subir, así que las probabilidades de que tenga que ir de pie durante cuarenta minutos o el chófer decida dejarle en tierra porque no cabe nadie más arriba son altas. Considere acudir a la estación con un acompañante que haga fila con usted y tenga la misión de meter su maleta en la bodega mientras usted sube a la guagua. Cualquiera pensaría que si tanta demanda existe para este trayecto la solución clara, la solución evidente, sería ampliar la frecuencia de las guaguas pero ¿acaso vive usted en uno de esos países europeos en los que se invierte el dinero de los contribuyentes en mejorar los aspectos más tediosos de sus vidas? No se queje, adáptese con una sonrisa y buen talante a las situaciones que el turismo que tanto le da de comer genera. Ánimo y mucha suerte.