Opinión | EL TRIÁNGULO

Dinamitar los cimientos de Ferraz

Hay algo terrible en la política y es el desgaste que exige andar explicando lo que no es del todo cierto, pero se hace cierto cuando las explicaciones llegan demasiado tarde o llegan a medias

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez, en el Parlamento Europeo.

Carles Puigdemont y Pedro Sánchez, en el Parlamento Europeo. / EFE

Pensaba escribir sobre esa percepción que tienen en España el 44% de los hombres al considerarse en desigualdad con respecto a las mujeres y exigir un ministerio para hombres, como si esa fuera la solución a una percepción que tienen porque se sienten acorralados sin estarlo y están abrumados porque no han comprendido y no comprenderán, pero mi compañera de espacio, la politóloga Carmen Lumbierres, publicó ayer un artículo muy acertado sobre este tema titulado Anatomía del victimismoy del que recomiendo su lectura. Así las cosas y deslumbrada por muchas de las noticias que a diario nos recorren y amenazan colocando nuestra mirada en el pasado por miedo al futuro, me voy a detener en ese acuerdo sobre inmigración que in extremis pactaron el PSOE y Junts para que los nacionalistas de Puigdemont permitieran que saliesen adelante dos de los tres decretos que se votaron el pasado día 10 de enero.

La noticia la dieron a conocer los de Puigdemont señalando que el "Gobierno de España transfería a Cataluña todo lo relativo a política de inmigración" y las reacciones no se hicieron esperar, más que nada porque Junts tiene una visión sobre la inmigración bastante poco solidaria y en esencia desearía poder decir qué inmigrantes pueden quedarse y cuáles no, así como vincular la posibilidad de expulsión de un inmigrante en pro de la seguridad, discurso que sin duda comparten con una fuerza que ha aparecido en Cataluña, Aliança Catalana, y que poco a poco va ganando adeptos con un discurso independentista y de ultraderecha, muy cercano a los de Puigdemont. Pero a pesar de los pesares el PSOE aceptó trabajar en esa línea que unos, Junts, dicen es "integral", mientras que el PSOE asegura que dichas competencias se limitan "a la acogida y los itinerarios de inserción". Veremos cómo seguramente ni unos ni otros tienen razón y simplemente Junts ha querido ir más allá en ese órdago que a diario lanza perfilando su huida hacia adelante como única tabla de salvación de cara a las próximas elecciones en Cataluña.

Hay algo terrible en la política y es el desgaste que exige andar explicando lo que no es del todo cierto, pero se hace cierto cuando las explicaciones llegan demasiado tarde o llegan a medias. Junts lo sabe muy bien y el PSOE debería empezar a comprender cuál es el tablero de juego sobre el que los de Puigdemont van a moverse si no quiere que las arenas movedizas en las que los independentistas se mueven tan sutilmente y con tan poca cortesía acaben por dinamitar los cimientos de Ferraz.