Opinión | VENGA, CIRCULE

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Algunos nos preguntamos a qué viene la ligereza con la que se está tratando el caso de Daniel Sancho en los medios

Daniel Sancho, en su regreso con la policía a la escena del crimen

Daniel Sancho, en su regreso con la policía a la escena del crimen / TELECINCO.ES

Me confundo de vez en cuando, la verdad es que no sé en qué idioma pienso en mi fuero interno. A veces en español, otras en árabe, supongo que depende del tema al que le esté dando vueltas; pero sí, bueno, me confundo, y termino dándole las gracias a mi jefa en el idioma que no es. No se trata de un drama, no pasa nada. Yo respondo shukran a un taxista cuando me da el cambio, Rodolfo Sancho declara que hay dos formas de tomarse las cosas que nos tocan en la vida, como una desgracia o como un reto. Es el estrés, el tener la cabeza en cualquier parte menos donde toca. Se confundió, pensó una cosa pero al abrir la boca le salió otra y terminó tratando un asunto espeluznante como si se estuviera preparando para darnos una TED Talk plagada de esas frasecillas de auto-ayuda bochornosas como «Cuando sientas que vas a rendirte, piensa en por qué empezaste», o «Las dudas matan más sueños que el fracaso», o «Lo único imposible es aquello que no intentas». Será que tiene en común eso con el hijo, con su «Soy culpable, pero yo era su rehén». Algunos nos preguntamos a qué viene la ligereza con la que se está tratando la noticia sobre su hijo los medios, si es necesario compartir detalles como lo bien que la policía tailandesa le está tratando, el restaurante al que esos mismos policías lo llevaron a cenar o sus declaraciones durante la reconstrucción de los hechos -ese vídeo que se habrá compartido y vuelto a compartir cientos y miles de veces con él señalando dónde metió las bolsas ensangrentadas en el frigorífico-. Entiendo que se volvió todo el mundo loco de repente. Programas como Y ahora Sonsoles o Socialité hicieron su agosto, qué manera de frivolizar, dormirán más tranquilos que Tranquilini y nos dirán que esto es periodismo. ¿Es esta la única forma de subir uno o dos puntos la audiencia de programas que en ocasiones resultan más dañinos que un opiáceo?

Asistimos con los pelos de punta a justificaciones por el trato de favor recibido como si tuviese algún tipo de lógica que todo el mundo ve menos nosotros: «He ayudado a cerrar el caso, están agradecidos por la colaboración». De repente el héroe que salva el día es él, un muchacho al que todo le salía bien hasta este viaje a Tailandia, ¿qué buen rollo, no? Pobrecillo, si en el fondo es un buen muchacho. En televisión se ha llegado a conversar sobre cuánto tiempo puede tardar una persona en descuartizar a otra en un lugar tan paradisíaco como ese. Pienso en la familia de Edwin Arrieta y en si ellos también asisten horrorizados a este circo y se preguntan si la forma en la que se está tratando este asunto hubiese sido la misma si el asesinado no fuese un hombre de unos cincuenta años, sudamericano y homosexual sino una mujer joven o una criatura. No creo que se fuesen a hacer las mismas bromas ni se mantuviesen las mismas conversaciones. ¿Y si el –de acuerdo, está bien, tienen ustedes razón, solo se es culpable cuando un tribunal lo decide, así que usaré «supuesto» – supuesto asesino fuese mucho más mayor y menos guapo?

Otros que parecen estar encantados con la atención mediática son los policías que están llevando a cabo la investigación del crimen. No se sabe si estamos viendo un episodio de Hawaii Five-0, de CSI Tailandia o qué, pareciera que se están esforzando en usar esto como reclamo turístico. Sí, sí, estamos ante un crimen abominable, pero miren qué playas, qué aguas tan claras, miren qué gastronomía, ¿se les antoja un viaje, un bañito? Señalaba un amigo que algunas personas se acostumbran tanto a que las cosas siempre les salgan bien, ya sea por su aspecto físico o por sus apellidos, que pierden el hilillo que los conectaba al mundo real y comienzan a creer que de verdad van diez pasos por delante y que nadie los alcanzará. Existe cierta bula papal con los hijos de, y es tal en este caso que de no haber sido por aquel ticket de compra olvidado en una de las bolsas que contenían los restos de Edwin Arriata y los vídeos de Daniel Sancho yendo y viniendo de la playa alguien nos habría intentado convencer a todos de que la auténtica víctima aquí es él. Qué lástima.