Opinión | MÁS ALLÁ DEL NEGRÓN

Cómo arruinar un triunfo

Si esto ocurre tras ser campeonas del mundo, ¿qué habría pasado si hubieran fracasado?

¿Por qué es tan importante que España haya ganado el mundial femenino?

¿Por qué es tan importante que España haya ganado el mundial femenino?

Eran las 5 de la madrugada del pasado 20 de agosto en San Diego. Las diez de la noche en Sidney. Las dos de la tarde en España. Mi hija recibió una llamada de una amiga californiana que se había quedado sin dormir para ver la final del Campeonato del Mundo de Fútbol. Quería dar la enhorabuena por el grandísimo triunfo español a la única persona que conocía de ese país.

Cuento esta anécdota, aparentemente insignificante, porque a mí me dio una idea de la trascendencia de este triunfo. La segunda vez q España era campeona del mundo de fútbol, la primera de la selección femeninaue. Millones de personas en Australia, en Estados Unidos, en Inglaterra, en España, en el mundo entero mostraban su asombro ante el gran trabajo de nuestra selección.

Apenas unas horas después unos nubarrones comenzaron a ensombrecer la inmensa alegría. Un baboso directivo no sabía cómo demostrar el entusiasmo por el triunfo más que de forma zafia y hasta ofensiva. Agarrándose los gentiles en el palco de autoridades, junto a la Reina y la infanta, o besando en los morros –igual da que fuera de forma consentida que no– a una de las jugadoras españolas. Un comportamiento absolutamente impropio y fuera de lugar para la máxima autoridad de nuestro fútbol.

La imagen de España quedaba manchada para siempre por un menda que, en representación de su país, se comporta como un macarra de la peor especie, un maleducado, un prodigio de obscenidad y machismo. Si los que representan a España, los que debieran dar ejemplo son así, ¿cómo seremos los españolitos de a pie que sólo nos representamos a nosotros mismos? Ahí seguimos, a la menor oportunidad, demostrando nuestra hombría los que elevamos el término macho o machista a la categoría de universal, los que mejor encarnamos el mito de Don Juan, el último reducto de los latin lovers. El tal Rubiales nos hizo retroceder 50 años, a la época de los horteras de playa cazadores de suecas.

Es muy grave todo lo que ocurrió después. Que el susodicho no dimitiera antes de aterrizar en España. Su atrincheramiento. Que nadie fuera capaz de tomar una sola medida sancionadora durante días. Que políticos y políticas se pelearán por la carnaza para ver quien se escandalizaba más.

Pero lo más grave de todo, a mi juicio, es que la jauría de opinadores –feministas profesionales, periodistas deportivos, tertulianos todoterreno– se ufanaran de que esto ya se sabía, de que todo el mundo estaba al tanto de que la Federación era un nido de corrupción, de amiguismo, de machismo. Que si los viajes de lujo a cuenta del erario, que si lo de Qatar, que si lo del insulto que suponía el salario de las futbolistas. Todo eso ya se sabía y a nadie se le ocurrió lanzar el #SeAcabó, el #Metoo español.

La imagen de España quedaba manchada para siempre por un menda que, en representación de su país, se comporta como un macarra de la peor especie, un maleducado, un prodigio de obscenidad y machismo

Si ya lo sabían, por qué no lo denunciaron los periodistas, las feministas, los políticos y demás indignados de última hora. Son tan culpables como el sobón y "tocahuevos" de Rubiales. Al subirse a la ola del gran éxito del fútbol femenino, nos han amargado el triunfo, primero a las jugadores y luego al resto de los españoles.

P. S. Cualquiera diría que el fútbol practicado por mujeres es algo reciente. Por casualidades de la vida, mi hermano me acaba de regalar una historia de La Hueria, nuestro lugar de nacimiento. En sus páginas me he encontrado una foto de los años sesenta del equipo de fútbol femenino. Se llamaba Las Amazonas. Claro que los güeriatos, y sobre todo las güeriatas, siempre fuimos muy avanzados para nuestro tiempo.