Opinión | EN CLAVE EUROPEA

La OTAN premia a sus autócratas

La Alianza Atlántica recompensa el "chantaje" impuesto por Turquía y Hungría al ingreso todavía sin fecha de Suecia en la organización militar

Archivo - Recep Tayyip Erdogan

Archivo - Recep Tayyip Erdogan / Europa Press

En contradicción con las declaraciones oficiales de defensa de la democracia, la OTAN ha premiado esta semana en la cumbre de Vilna a sus miembros autócratas, Turquía Hungría, reforzando esos regímenes autoritarios al ceder ante su chantaje, que retrasa desde hace 14 meses el ingreso de Suecia en la Alianza Atlántica. Las recompensas obtenidas por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, sin fijar siquiera una fecha para la aprobación parlamentaria del ingreso sueco, son las que han trascendido en mayor detalle. El primer ministro húngaro y modelo para los partidos ultras europeos, Viktor Orban, tampoco ha fijado aún la fecha para que el Parlamento húngaro apruebe el ingreso de Suecia en la OTAN y ha obtenido concesiones que irán visualizándose en los próximos meses, vinculadas a la prórroga de su exención para seguir comprando petróleo y gas ruso, pese a las sanciones por la invasión de Ucrania, y al desbloqueo de los fondos europeos congelados por violar los principios democráticos de la UE.

El “chantaje paga”, lamentó el veterano diplomático francés Gérard Araud. La limitada capacidad militar mostrada por el ejército ruso tras su avance inicial en Ucrania, la inexistencia de frontera común entre Suecia y Rusia, y la prácticamente nula probabilidad de que Rusia ataque el territorio de la OTAN eliminan la urgencia militar para el ingreso de Suecia en la OTAN y, por tanto, la necesidad de ceder al chantaje turco y húngaro. Si la Unión Europea (UE) hubiera cedido a los chantajes del Reino Unido durante la negociación del Brexit, las consecuencias para el proyecto europeo habrían sido nefastas. La claudicación de la OTAN al chantaje interno envía una pésima señal a otros regímenes autoritarios, como Arabia SaudíCorea del NorteIrán China.

La OTAN lleva más de una década pasiva ante la transformación de Turquía y Hungría en regímenes autoritarios con elecciones, en las que la oposición no puede ganar, pese a que el comportamiento de ambos países viola los principios democráticos que encabezan el tratado fundador de la OTAN. Los informes de las misiones de observación de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) concluyeron que las ultimas elecciones de Hungría en abril de 2022 y de Turquía en mayo de 2023 no fueron justas, ni equitativas, con un entorno arrollador de restricciones y manipulación a favor del partido gobernante.

Hungría ha sido definida como una “dictadura suave” por los juristas Petra Bard y Laurent Pech. Orban y su partido Fidesz controlan los medios de comunicación, la justicia y el Parlamento y ejercen un poder tentacular y clientelar sobre todos los resortes del Estado, la economía, las organizaciones profesionales y el mundo académico y cultural. El régimen de Erdogan se distingue además por una implacable represión policial y judicial contra sus críticos y el uso arbitrario del concepto terrorismo para encarcelar a opositores, activistas, académicos, escritores y periodistas, como detallan los informes anuales de Human Rights Watch.

Con el mero anuncio de levantar el veto a Suecia sin concretar cuándo se materializará, Erdogan ha obtenido de EEUU el desbloqueo de la venta de 40 nuevos aviones de combate F-16, como reconoció el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan. Cuando Erdogan levantó su veto a Finlandia, ya logró de la Casa Blanca luz verde para modernizar su vieja flota de F-16.

Erdogan ha logrado de los aliados europeos concesiones en la UE, aunque sea una organización ajena a la OTAN. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, se apresuró a anunciar una “revitalización” de las relaciones UE-Turquía, que implicará reactivar las negociaciones para suprimir la exigencia de visado a los turcos para entrar en la UE y para ampliar el acuerdo de unión aduanera. Pero la reanudación de las negociaciones de adhesión reclamada por Erdogan al acudir a la cumbre de la OTAN, aunque se produzca, no conducirá al ingreso de Turquía a la UE. Las negociaciones están paralizadas desde 2018 a causa del autoritarismo turco, la adhesión requiere la unanimidad de los Veintisiete y un nutrido grupo de Estados está en contra de su ingreso.

Para aplacar a Turquía, Suecia se ha humillado lo inimaginable: ha modificado su Constitución, ha reformado sus leyes para facilitar la extradición de kurdos y ampliar la definición de terrorismo al estilo turco, ha levantado el embargo a la exportación de armas a Turquía y ha prometido apoyar a Ankara ante la UE. Pero Erdogan aún pide más.