Florentino supera en títulos a Bernabéu y ensancha los límites históricos del Real Madrid

Hace tiempo que quedaron atrás tópicos como que las Copas de Europa del Real Madrid eran en blanco y negro o los 32 años que estuvo sin ser el mejor del Viejo Continente. El Real Madrid moderno, que lidera Florentino Pérez, ya supera al de Santiago Bernabéu, sobre el que se construyó la leyenda posterior. El actual presidente blanco sumó, con la 36ª Liga, su título número 34, por lo que supera a Bernabéu y puede ensanchar su gloria si los de Ancelotti consiguen la 15ª Champions. Están a dos partidos de lograrlo.

El esplendor del actual Real Madrid coincide con la debilidad de su máximo rival, el FC Barcelona, quien, como en el caso de Florentino, asiste a un segundo mandato, el de Joan Laporta, que, por el momento, está discurriendo entre duras dificultades. El actual dirigente del conjunto blanco llegó a la presidencia en 2000, con una campaña sorpresiva en la que elaboro un nuevo discurso mediático construido sobre el fichaje de Figo y la posterior era de los 'Galácticos'.

El nuevo Real Madrid de Ancelotti alcanza la madurez con su 36ª Liga

De los 'Galácticos' a crear las estrellas

Precisamente, el advenimiento de esta época de estrellas provocó la renuncia de Florentino en 2006. "El exceso de triunfos y quizás una mala asimilación de mis mensajes provoca que haya jugadores confundidos, a los que no he sabido más que maleducarles. Hemos hecho una plantilla de grandes futbolistas de las que soy el único responsable. Soy el único culpable. Con mi dimisión deben ver que lo único importante es el Real Madrid", aseguraba tras tomar la decisión de hacerse a un lado.

Florentino regresó en 2009 al club blanco para rescatarlo de otra gran crisis. La gota que colmó el vaso fue el 2-6 que le infligió el FC Barcelona de Guardiola y que los aficionados recordaban con nostalgia hace unos días, cuando se cumplió el 15 aniversario. El presidente de ACS afrontaría una crisis muy distinta a la que azotaba al Real Madrid que heredó de Lorenzo Sanz en el nuevo milenio, pero que había sido campeón de dos Champions League (1997/1998 y 1999/2000). La prioridad no era tanto la economía del club como la remodelación de una plantilla y un modelo que había perdido competitividad en todos los frentes.

El modelo del Real Madrid actual, que aspira a ser hegemónico en los próximos años en Europa, poco tiene que ver en su esencia con el de programa de grandes estrellas. Bajo la batuta de Juni Calafat, el conjunto blanco se ha construido alrededor de una generación de jóvenes talentos como Vinicius Jr, Rodrygo, Camavinga o Tchouaméni. Jugadores que han crecido a la par que un equipo revalorizado por estas apuestas.

¿Se convertirá LaLiga en la Ligue 1?

Esta estrategia le ha permitido entrar en otra fase: la de entrar en la puja por estrellas -de nuevo-, pero con una hoja de futuro por delante. Lo hizo primero con Bellingham y lo hará este verano con Mbappé. A esto hay que sumarle otros ingredientes de primer nivel que puedan sumarse a la receta de éxito, como Davies, del Bayern. Bajo la batuta de Ancelotti, este núcleo se ha convertido en un grupo prácticamente invencible -solo el Atlético lo ha conseguido esta temporada- que amenaza con convertir LaLiga en una Ligue 1, donde el PSG tiene un dominio incontestable.

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Lo será, mientras el FC Barcelona no encuentre una llave a sus problemas y resuelva si irregularidad, como ocurrió en la temporada pasada con el título logrado por Xavi. Lo mismo sucede con el Atlético de Simeone, al que la continua devaluación de su plantilla le impide mantener el ritmo toda la temporada, a pesar de haber sido la némesis blanca en algunos momentos del curso.

Ambos se miran en el modelo de oposición del Leverkusen de Xabi Alonso, un proyecto de autor que no solo se ha aprovechado de la crisis del Bayern, sino que ha encontrado un método para construir un futuro de garantías incluso aunque el gigante germano se reponga.

El Real Madrid ha alcanzado la cifra de 34 títulos bajo la gestión de Florentino Pérez, que se inició con un título de Liga, el de la temporada 2000/2001, después del que llegarían otros seis campeonatos. A esto hay que sumarle siete Supercopas de España, cinco Mundiales de Clubes, una Intercontinental, cinco Supercopas de Europa, tres Copa del Rey y lo más importante: seis Champions que pueden ser siete si el club mantiene la tendencia ganadora que ha demostrado esta temporada.

El nuevo Bernabéu como eje de la nueva marca

Los méritos deportivos han venido acompañados de una reformulación de la estrategia comercial que tiene al nuevo Bernabéu en el centro. El Real Madrid fue el Club del Siglo de la FIFA por su irredento carácter ganador, pero le faltaba alcanzar otro nivel en lo que no tiene nada que ver con el fútbol clásico y sí el moderno. El conjunto presidido por Florentino Pérez ha disparado su valor de marca, pasando de 602 a 692 millones de euros entre 2021 y 2023. Estos datos se reforzarán con la consolidación del nuevo feudo blanco, en el que se han invertido más de 900 millones.

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El Real Madrid está inmerso en una transformación para liderar también los rankings de fuera del campo. Para ello se ha trazado un plan de patrocinios regionalizados y se ha diversificado la cartera de apoyos. Muestra de ello es el reciente acuerdo multianual alcanzado con HP para ocupar, por primera vez en la historia, la manga de la camiseta blanca. Lo que está por ver es cómo esta riqueza repercute en el resto del fútbol español y, sobre todo, cuál es el papel del Real Madrid en el fútbol mundial.

Florentino Pérez lideró el proyecto de la Superliga, una idea incipiente que quizás nunca llegue a realizarse como tal, pero que recibió el espaldarazo de la justicia europea en su fondo y esencia. El monopolio de las instituciones rectoras como la FIFA y la UEFA está en cuestión. Los clubes, o más bien sociedades deportivas, reclaman un mayor poder. El Real Madrid sigue siendo formalmente un club de socios -compromisarios-, pero estudia una forma con la que convertirlos en accionistas. Un cambio de paradigma para un equipo donde lo inmutable sigue siendo su carácter ganador.