Opinión | MANIOBRAS MILITARES

Demostración de fuerza de la OTAN

La escalada puede llevar a las partes a un punto de no retorno en el que no se descarte ninguna alternativa

El Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Alemana, Teniente General Ingo Gerhartz, se dirige a los medios durante las maniobras Air Defender de la OTAN en Jagel, Alemania, el pasado 9 de junio.

El Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Alemana, Teniente General Ingo Gerhartz, se dirige a los medios durante las maniobras Air Defender de la OTAN en Jagel, Alemania, el pasado 9 de junio. / EFE/EPA/HANNIBAL HANSCHKE

Los aliados occidentales envían un mensaje contundente a Vladímir Putin mediante las maniobras militares que a partir de este lunes se desarrollan sobre todo en Alemania, pero también en la República Checa y en dos estados fronterizos con Rusia, Estonia y Letonia. La participación de 25 países en una muestra de unidad estratégica, 10.000 militares y unas 250 aeronaves, y la duración del ejercicio, 10 días, enmarca la excepcionalidad del ejercicio Air Defender 23 en plena contraofensiva ucraniana en el Donbás y en la provincia de Zaporiyia, cuando aumentan las sospechas de que la destrucción de la presa de Nova Kajovka es obra del ocupante ruso y cuando crece la sensación de que nadie es capaz de acotar la escalada de la guerra.

Los cambios en la política de defensa inducidos por la invasión de Ucrania no se limitan a un aumento de los presupuestos militares hasta alcanzar un techo mínimo equivalente al 2% del PIB de cada socio de la OTAN -solo siete países cumplen este requisito-, sino que implica activar la capacidad de respuesta de la organización ante cualquier eventualidad. El aumento de los riesgos en materia de defensa se corresponde con la impresión de que está cegada la vía diplomática para encontrar en la mesa de negociación una salida negociada. La crisis ha cambiado por completo los planes a corto plazo de Estados Unidos y sus aliados y ha hecho posibles acontecimientos tan impensables antes de la invasión como la adhesión a la OTAN de Finlandia y Suecia, bloqueada esta última por Turquía. De tal manera que, con nuevas urgencias a la vista, la salud de la Alianza ha pasado de la muerte cerebral, que en su día diagnóstico Emmanuel Macron, a una revitalización impulsada por un conflicto en su frontera este de duración y consecuencias imprevisibles.

En tal contexto, es muy difícil que progrese cualquier intento de buscar una paz negociada. Putin parece dispuesto a todo para mantenerse en el poder y no contempla ningún tipo de negociación tras haber iniciado una invasión para la que no estaba preparado ni militar, ni económica ni políticamente. La OTAN y la Unión Europea se ha visto abocadas a este escenario en el que los márgenes para la negociación son escasos o inexistentes.

Pese a los intentos de desinformación desde Rusia, entre la opinión pública se ha impuesto la convicción de que el apoyo occidental a Ucrania está moralmente justificado porque, para neutralizar el ataque ruso (una guerra de elección), no queda más opción que responder en el campo de batalla (una guerra de necesidad) para recuperar el territorio que el derecho internacional reconoce como de soberanía ucraniana.

Entre la opinión pública se ha impuesto la convicción de que el apoyo occidental a Ucrania está moralmente justificado"

El gran peligro está en que, al orillar la vía negociadora, siquiera sea por potencia interpuesta, la escalada lleve a las partes a un punto de no retorno en el que no se descarte ninguna alternativa y, al mismo tiempo, se estime inaceptable una solución que aplique el principio de paz por territorios. En el momento en el que se diseña un ejercicio de las dimensiones del de la OTAN, "que impresionaría a cualquiera", como ha dicho la embajadora de Estados Unidos en Alemania, es impredecible cuál puede ser la reacción de Rusia y en cuánto puede contribuir a que la batalla sea cada vez más cruenta.