Opinión | MACONDO EN EL RETROVISOR

Bellacos

Cuando se acercan los comicios, nos bombardean con ‘augurios’ diseñados ‘a medida’

Una persona mete su voto en la urna en un colegio electoral.

Una persona mete su voto en la urna en un colegio electoral. / Europa Press

Estamos rodeados de mentirosos. Hay quien miente sobre su edad, su aspecto, su situación económica y anímica, su estado civil, su procedencia y hasta su currículo. Disfrazar la realidad, o distorsionarla a base de filtros y subterfugios, está a la orden del día entre muchos españoles. Y, sin embargo, hay a quien le sigue sorprendiendo que haya quien haga lo propio con su intención de voto o su voto, a secas

Que se lo digan a Guillermo Fernández Vara. La cara del líder del PSOE de Extremadura era todo un poema, la noche del 28 de mayo, cuando tras el recuento de los últimos votos, tuvo que enfrentar el hecho de que había conseguido 28 diputados y no al menos 30, como barajaban sus encuestas.

No es la primera vez, ni será la última, que la demoscopia se equivoca. Y no será por práctica. En el año 2021 se batió un récord histórico en nuestro país en lo que a cuestionarios sobre estimación de votos se refiere. Hasta 207 se realizaron, más que en cualquier otra etapa anterior de nuestra democracia y más del doble que en cualquier otro año. 

Cada vez que se acercan fechas de comicios nos bombardean con predicciones y 'augurios', diseñados 'a medida' de quien los encarga y los paga. Y ojo, que no son nada baratos, según fuentes del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), un sondeo a nivel nacional a una muestra de alrededor de 1.200 personas, puede costar la friolera de 60.000 euros. Una cifra nada despreciable si se tiene en cuenta que muchos han demostrado estar muy lejos de ser infalibles o fiables. 

No hay más que recordar algunos errores garrafales, en España y en el mundo. Como el resultado del Brexit, el supuesto respaldo de los colombianos al acuerdo de paz negociado entre el Gobierno y los guerrilleros de las FARC; el triunfo de Donal Trump como presidente, que pilló a todo el mundo con el culo al aire. O el anuncio de que Podemos, en las últimas elecciones generales, iba a darle sopas con hondas al PSOE y convertirse en el segundo partido del país. 

¿Pero por qué se equivocan estos estudios, que en principio deberían hilar cada vez más fino y no al contrario? La respuesta, según los entendidos, es que los encuestados mienten como bellacos, por muchos y diferentes motivos. 

El más obvio, quizás, tiene como coartada la Historia y la intrahistoria patria. Lo de 'significarse' públicamente sobre nuestra tendencia política es algo que algunas generaciones todavía vivas de españoles no pudieron hacer libremente durante décadas. Y sus hijos y nietos, han mamado ese legado del 'miedo' a elegir públicamente un bando.

Pero también hay otras explicaciones mucho más mundanas. Los sociólogos aseguran, por ejemplo, que hay gente que "vota con el bolsillo" y, añaden, que ese es uno de los motivos por los que están creciendo los nacionalismos y el independentismo. 

Y en los últimos años, ha cobrado fuerza la teoría del 'voto oculto', que defiende el experto en análisis político, Ignacio Urquizu. Según ésta, la gente no se anima a desvelar qué papeleta va a meter en las urnas "porque es consciente de que esa opción está socialmente mal vista". 

También es de cajón que el cambio en el método a la hora de realizar los cuestionarios contribuye a 'columpiarse'. Juan Díez Nicolás, el fundador-director del CIS en 1997, refiere que hace décadas, entrevistadoras (preferiblemente mujeres por cuestiones de empatía) visitaban los domicilios de los ciudadanos y les realizaban el cuestionario mirándolos a los ojos y ganándose su confianza. Hoy en día, la mayoría de las empresas endoscópicas obtienen sus datos a través de algoritmos matemáticos, encuestas telefónicas o cuestionarios virtuales.

El anuncio de las elecciones anticipadas para el próximo 23 de julio ha pillado a una inmensa mayoría con el pie cambiado. Muchos creen que, de hecho, esa era la intención de Pedro Sánchez. Sin duda, serán unos comicios diferentes por muchos motivos, en los que será difícil predecir los resultados, aunque no me cabe duda de que habrá quien lo intente. 

En las semanas que quedan, el factor sorpresa se habrá diluido y el pueblo habrá tenido tiempo de rumiar los pros y los contras de votar a un partido u otro. O al menos, debería. Porque habría que recordar que el futuro no lo escriben los sondeos, ni los políticos, sino los ciudadanos en las urnas. Y los resultados marcarán el rumbo de los próximos cuatro años de nuestras vidas. Ahí no hay mentiras que valgan. 

*Periodista