Opinión | LA RÚBRICA

‘Aconejados’

El sueño es una experiencia híbrida que transcurre entre la vida consciente y la muerte intrascendente

El pensamiento rápido nos atrapa en la falsa seguridad.

El pensamiento rápido nos atrapa en la falsa seguridad. / Mohamed Hassan en Pixabay

Las personas somos seres híbridos resultantes de nuestra combinación genética con el aprendizaje social. El tiempo mezcla una vivencia que integra la percepción del espacio con la velocidad. La vida es ese momento eterno que protagoniza el mestizaje de una historia individual, imperecedera, con nuestro protagonismo limitado.

La amistad fusiona amor sentimental y pasión liofilizada. El sexo es una fórmula llena de deseo, que se hidrata con emoción. Somos híbridos de nacimiento. Nacemos vinculados al cordón natural maternal y, como somos enchufables, nos despedimos conectados a una máquina artificial. El sueño es una experiencia híbrida que transcurre entre la vida consciente y la muerte intrascendente.

La felicidad consiste en disfrutar de una normalidad que equidista tanto de la euforia como de la depresión. Las creencias y religiones son mutaciones entre realidad y superstición, que aparentan verosimilitud. Las iglesias de la inteligencia artificial llevan diseñando pensamientos desde hace siglos. Las cosas más importantes de la existencia son híbridas. El fútbol, por ejemplo, ha maridado negocio y deporte, aunque los gases contaminantes del dinero no dejan ver la pelota.

Las personas somos seres híbridos resultantes de nuestra combinación genética con el aprendizaje social

El conejo híbrido intimida al homo sapiens. Una amenaza que afecta tanto al homo agrarius como al homo asfaltus. Los primeros ven peligrar su medio de vida en el campo. Los segundos, sus paseos de campo por la vida. Los conejos son animales simpáticos, tanto en el medio natural, doméstico o como dibujo animado.

En cambio, el jabalí salvaje (Sus scrofa) nos da respeto; el cerdo casero (Sus scrofa domestica), un poco de asco; y el curado después de muerto (Porcus Lazarus), nos resucita. Los conejos se han hecho más grandes, más voraces y prolíficos. En España hay dos subespecies de conejo silvestre. En la mitad sur peninsular está el oryctolagus cuniculus algirus, y en el triángulo nororiental vive el oryctolagus cuniculus cuniculus. En fin, dejo los latinajos que me haré un lío de conejos.

Esas dos especies se han cruzado entre sí. Pero no se ha comprobado la existencia de un híbrido entre el amoroso ejemplar casero y el salvaje depredador de los cultivos. Y no, no es posible ese morboso pensamiento que ronda por su cabeza. El gatonejo, resultado de un hipotético apareamiento de gato y conejo, no es viable genéticamente. Ni siquiera son primos lejanos en la familia animal.

El híbrido Conejo Blanco de Alicia en el país de las maravillas (Carroll, 1865), se anticipó con su agobio por el tiempo a la relatividad de Einstein. La locura y la cordura se muestran híbridas en El invisible Harvey (1950). El fantasmal conejo es tan real como su amigo, James Stewart. El conejo más insistente que conocemos es el de las pilas híbridas. Jessica Rabbit (¿Quién engañó a Roger Rabbit? 1988) es un personaje híbrido entre Mae West y Kim Basinger.

Nuestros pensamientos son híbridos porque transcurren entre deseos, necesidades y realidad

En cambio, el más terrorífico es el conejo asesino de Caerbannog. Este sangriento protagonista de la película de los Monty Python, Los caballeros de la mesa cuadrada (1975), es un híbrido brutal como bestia despiadada de tierna apariencia. Y aunque la ficción es tan ingeniosa como poco creíble, esta parte del filme se basa en una escena real de la fachada principal de la catedral de Notre Dame en París. Allí observamos a un caballero que huye de un conejo.

Una magnífica ilustración que retrata la más vil cobardía. Hemos tardado ocho siglos en descubrir que aquella escapatoria, a la carrera, tenía sentido. Compartimos risas con el conejo de la suerte, y resulta que era el de la muerte. La plaga de los conejos híbridos nos aproxima a una noche de los dientes largos. Estamos aconejados.

Nuestros pensamientos son híbridos porque transcurren entre deseos, necesidades y realidad. Entre lo que queremos y lo que somos. Entre nosotros y el mundo. Ser híbrido consigo mismo, nos une a los demás. Serlo con los otros, refuerza nuestra identidad.

La actualidad es híbrida estos días de candidaturas en cocción, porque el pasado no termina de alejarse y el futuro no acaba de llegar. Se han ido muchos que aún no lo saben. Y todos los que quieren venir, no tendrán lugar para salir. Son los candidatos híbridos. Unos están hébridos de gozo por ser elegidos. A otros, hay que ponerles hebridas para frenar su furor electoral.

La fusión política suele terminar en fisión de sus votátomos. Los decepcionados, sin posibilidades en las listas, pensarán como Bugs Bunny: "Me asustaré más tarde. Ahora mismo estoy demasiado enfadado".