Opinión | LA RÚBRICA

‘Bomboterapia’

Deprime más una estimulación escasa, aunque hayamos triunfado, que una derrota con ímpetu

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, este domingo en un mitin en Guaalajara, entre Paco Núñez, candidato a Castilla-La Mancha, y la secretaria general del partido, Cuca Gamarra. /

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, este domingo en un mitin en Guaalajara, entre Paco Núñez, candidato a Castilla-La Mancha, y la secretaria general del partido, Cuca Gamarra. / / Europa Press

Existen dos clases de personas, las que necesitan desfogarse y quienes precisan activarse. A los humanos nos importa más la enérgica motivación de nuestro comportamiento, o su desmotivada ausencia, que el resultado de la conducta. De hecho, produce más frustración un desahogo fallido que un fracaso. Deprime más una estimulación escasa, aunque hayamos triunfado, que una derrota con ímpetu. Somos incapaces de equilibrar la intensidad emocional con el análisis racional.

La fisiología nos acelera y la ansiedad desenfrena nuestra psicología. Es lo que hace Forrest Gump (1994) cuando su amada Jenny rechaza su propuesta de matrimonio. Esa mezcla de activación para correr y desahogo a través del ejercicio, resume la huida y reencuentro consigo mismo, tras las crisis de cada individuo.

Necesitamos desfogarnos cada día, porque nos foguean a diario aunque seamos seres de paz. Si nos dan la brasa, y no reaccionamos, somos unos sosos sin sangre. Pero si abrasamos a los demás, debemos relajarnos. Para eso vamos a los gimnasios. Esos templos del desahogo, que terminan cada noche más socarrados que las ilusiones de sus fieles desparejados.

Deprime más una estimulación escasa, aunque hayamos triunfado, que una derrota con ímpetu

Hay otras opciones que llaman la atención, como tocar la batería. Calma a las fieras que se ejercitan, aunque asilvestra a los vecinos que escuchan. En este caso, la distensión del artista es inversamente proporcional al estrés de los oyentes no deseados. En cambio, hay personas que exprimen el exceso de energía, poniéndonos nerviosos al resto.

Construyen rompecabezas con mesura, componen sudokus o resuelven crucigramas con la paciencia de un forense de las palabras. Los que observamos tan plácidas escenas, deseamos que la maldición de Tutankamón alivie la ansiedad de esos descifradores de jeroglíficos.

Estos días envidio a los nazarenos que procesionan a base de zambombazos. No es posible competir, a través de las técnicas de relajación psicológicas, con el placer desatado que se debe sentir tras aporrear un bombo con frenesí. El anónimo capirote de los penitentes, aporta un morbo que me atrae e identifica con el ateo de Buñuel.

Hay una coherencia entre su obra cinematográfica y su pensamiento irreverente. Y no hay contradicción entre el genio de Calanda y su afición como tamborilero sacro. Por desgracia, la necesidad de desfogarse se alarga más allá de estos días festivos.

Sólo así se explica que en las cofradías veamos los mismos bombos que luego lucen las comitivas fiesteras en Pilares. Estos tambores reversibles cumplen siempre su función como laxante de tensiones. Sólo cambia la excusa para aporrearlos.

El bombismo-peñismo es una filosofía de vida que socializa y relaja al mismo tiempo. Si añadimos un sentimiento reivindicativo, al pasional o al juerguista, podemos optar por la batucada. Si entre los pasos sacramentales predomina lo lúgubre, aunque el incienso te alegre el rostro, y en las charangas de las peñas se impone el alcohol, en una batucada todo fluye entre la risa y el sudor.

Unas creencias se desfogan a base de romper las horas y otras prefieren horadar su estómago. Para los musulmanes, en estos días de Ramadán, sólo se debe comer, beber y copular tras la puesta del sol, según Alá. Es decir, a la diez, a la once y así, como mucho, a la que amanece.

Al menos, los católicos no prohíben en cuaresma las relaciones sexuales, siempre que sean para procrear. En su ilógica absurda, la Conferencia Episcopal es más coherente que Feijóo. La católica Curia Romana se podría haber acogido a la defensa de los vientres de alquiler para explicar así, a la vez, la pureza de la madre y virgen María.

En cambio, el líder de los populares, al pretender regular esa práctica ilegal, convierte a su formación en el Partido de Pecar (PP). Los de Génova se oponen a regular los alquileres y a la ley de vivienda, pero quieren controlar los senos maternos legislando con los úteros en arrendamiento, como si fueran habitaciones con derecho a espermatozoide. Eso sí, el único desahucio que rechaza es el del aborto porque es un derecho de las mujeres.

En fin, el martes santo se convocan las elecciones de mayo. No es casualidad que ese día de pasión se conmemore la traición de Judas. Son días de últimas cenas en las sedes de los partidos. Sugiero que los aludidos acudan a la bomboterapia y se relajen con un buen redoble aragonés. Por mi parte, o me dejan un bombo o seguiré desfogándome cada sábado en estas páginas porque vivo sin vivir en una letanía ¡Santa María, subroga por nosotros!