Opinión | EDITORIAL

Las demandas de Ucrania

Europa seguirá apoyando económica y militarmente a Kiev, pero cabe preguntarse hasta dónde llegarán sus peticiones 

La OTAN, Washington y Bruselas deberían volcarse en una negociación urgente para detener la guerra

Europa seguirá apoyando económica y militarmente a Kiev, pero cabe preguntarse hasta dónde llegarán sus peticiones La OTAN, Washington y Bruselas deberían volcarse en una negociación urgente para detener la guerra

Ursula von der Leyen y Volodímir Zelenski, en Kiev.

Ursula von der Leyen y Volodímir Zelenski, en Kiev. / EFE

Cuando está a punto de cumplirse un año de la invasión rusa de Ucrania, la Unión Europea envió ayer con su viaje a Kiev un claro mensaje al Kremlin de que seguirá apoyando al presidente Volodímir Zelenski económica, política y militarmente. El conflicto supone la primera confrontación militar en Europa tras la guerra de los Balcanes en los años noventa del pasado siglo. Muchos observadores pensaban que Moscú no se atrevería a pasar de las palabras amenazantes a los hechos y que, dada la teórica superioridad rusa, el golpe de fuerza daría lugar a una guerra relámpago y Kiev sería aplastado por el invasor en cuestión de horas. El presidente ucraniano recibió entonces la invitación de países amigos para salir del país y refugiarse en ellos, pero los ucranianos reaccionaron con una fiereza inesperada. 

La toma rusa de Kiev se frustró y comenzó una enconada guerra convencional que puede durar años si no se llega a una solución negociada. Putin no puede perder sin jugarse la presidencia, Ucrania se resistirá a perder terreno y Occidente no consentirá que el nacionalismo ruso tenga éxito. Así hemos llegado a la espiral bélica en la que Rusia, con sus 143 millones de habitantes, acumula efectivos y redobla ofensivas mientras Ucrania reclama a sus aliados cada vez más medios bélicos para contrarrestar la presión de Moscú. Con la particularidad de que la OTAN no está dispuesta a participar directamente en el conflicto porque una extensión de la guerra sería catastrófica para todos. Es la razón por la cual los países de la Alianza aportan material militar y adiestramiento, pero el peso de la guerra sigue correspondiendo a los ucranianos. Y el momento actual es particularmente delicado porque se teme una ofensiva rusa en primavera que podría ser decisiva para el curso de la guerra. "Hemos recorrido un largo y difícil camino, pero creo que lo peor está por venir", advertía el secretario del consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania, Oleksii Danilov. De ahí que las autoridades ucranianas hayan pasado de solicitar material defensivo convencional al inicio de la invasión a reclamar los ansiados tanques Leopard cuando la guerra se encona. 

Tras vencer las resistencias de Berlín, los aliados entregarán a las Fuerzas Armadas ucranianas entre 120 y 140 carros de combate en el marco de la primera ronda de suministros confirmada por las potencias occidentales. Pero no acaba aquí la espiral de demandas: tras los tanques, Kiev solicita aviones caza F-16 o similares para repeler los ataques aéreos rusos. El presidente norteamericano, Joe Biden, se ha negado. Polonia y el Reino Unido tienen sus dudas mientras Francia y Holanda no lo descartan. El melón está por tanto abierto. 

¿Qué pedirá después Kiev para disuadir a Moscú ? Parece que el tira y afloja no cesará hasta que se reconozcan el empate inexorable y la necesidad de negociar un alto el fuego, tanto más difícil cuanto más dure el conflicto. La OTAN, Washington y Bruselas deberían adelantar el paso y volcarse en una negociación urgente que detenga la guerra y la escalada armamentística. Si nadie va a ganar esta guerra, el objetivo de lograr que callen las armas es el único racional que merece todos los esfuerzos.  

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