Opinión | RUSIA
Los riesgos de una guerra larga
Cuanto más se prolongue el conflicto en Ucrania, mayor será el peligro de fractura en la Unión Europea si hay que intensificar la presión sobre Rusia
Al cumplirse 75 días de la invasión de Ucrania, ni el más pesimista de los asesores de Vladímir Putin podía imaginar el empantanamiento de la operación militar especial en el campo de batalla y la repercusión de las sanciones en la economía rusa. Las celebraciones de este lunes en la Plaza Roja de Moscú para conmemorar la victoria soviética sobre la Alemania nazi, que debían tener un aire festivo por la culminación de la invasión de Ucrania en todos los frentes, podrán ser una exhibición de fuerza y de presentación de la última generación de ingenios nucleares, pero los mensajes concebidos para la ocasión por los responsables de la propaganda del Kremlin quedarán muy lejos de la realidad sobre el terreno.
Nada ha salido como vislumbraron los estrategas rusos antes de dar la orden de ataque el 24 de febrero. El cálculo de riesgos del presidente Putin incluyó una evaluación a la baja de la reacción de Occidente en cuanto se consumara la invasión. El precedente de 2014 –anexión de Crimea y apoyo militar ruso a la secesión del Donbás– indujo una previsión limitada del parte de daños económicos, pero la realidad es un bloqueo a gran escala del sistema financiero ruso, de los intereses de la mayoría de oligarcas y de sus entornos y del consumo interno.
La unidad de EEUU y la OTAN se ha mantenido, con una implicación en aumento de Occidente a través de la ayuda militar al presidente Volodímir Zelenski y de la acogida de millones de refugiados. Aunque el rublo ha recuperado parte del valor perdido, la amenaza de un bloqueo europeo al petróleo se cierne sobre la economía rusa. Es más improbable en el caso del gas, que podría quebrar la unidad de la UE. Así pues, es arriesgado predecir hasta qué punto desviar las exportaciones de energía a China podría paliar el efecto de la decisión europea, teniendo en cuenta que Europa es el primer destino de sus exportaciones y que decantarse en exceso a favor de Rusia podría perjudicarlas.
Si inicialmente se preveía una guerra corta, con el derrocamiento del presidente Zelenski y la instalación en Kiev de un Gobierno títere, la resistencia ucraniana asistida por Occidente hace imposible imaginar un desenlace inmediato. El conflicto se ha estancado, la dimensión de la matanza no deja de crecer y la devastación se hace visible en todas partes; el rastro dejado por una presunta guerra inteligente no es diferente al de cuantas guerras precedieron a la de Ucrania: un paisaje desolador y un recuento de bajas civiles en aumento.
Rusia no cejará en su empeño de hacerse con el Donbás y la costa del mar Negro, cueste lo que cueste"
Las dos únicas certidumbres son que Rusia no cejará en su empeño de hacerse con el Donbás y la costa del mar Negro, cueste lo que cueste, y que, conforme se prolongue la crisis, mayor será el peligro de fractura en la Unión Europea cada vez que haya que intensificar la presión sobre Rusia. Por no hablar del terrible coste en vidas humanas y el riesgo de que las atrocidades del ejército invasor sigan dejando un reguero de víctimas.
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