Opinión | INTERNACIONAL

Occidente, el 'sur global' y la guerra de Ucrania

El mundo es cada vez más multipolar, y nuestro modo de ver las cosas, en tiempos hegemónico, tiene hoy menos tirón de lo que creemos

Una reunión de la asamblea de Naciones Unidas

Una reunión de la asamblea de Naciones Unidas / EFE

El pasado 2 de marzo, apenas unos días después del inicio de la invasión rusa de Ucrania, 141 países (de un total de 193) condenaron sin tapujos la agresión en una votación en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Cinco países (Rusia, Bielorrusia, Corea del Norte, Siria y Eritrea) la apoyaron; 35 (entre los que estaban China, India, Pakistán o Sudáfrica) se abstuvieron; y 12 (incluidos Marruecos y Venezuela), se pusieron de perfil y no votaron.

Occidente, y muy especialmente, la Unión Europea, subrayó la unidad de la comunidad internacional ante la barbarie rusa. No es habitual obtener tantos votos de apoyo a una resolución como esta. Sin embargo, no deberíamos llevarnos a engaño. Esa coalición internacional es más débil de lo que parece y los europeos – totalmente convencidos, con razón, de que las acciones rusas son inadmisibles y deben combatirse – no estamos tan bien acompañados como a veces pensamos. Para bien o para mal el mundo es cada vez más multipolar, y nuestro modo de ver las cosas, en tiempos hegemónico, tiene hoy menos tirón de lo que creemos.

Si no están convencidos de que Occidente es cada vez más “pequeño” y la coalición que lidera endeble, fíjense en que en la votación en Naciones Unidas del pasado 7 de abril por la que se expulsó a Rusia del Consejo de Derechos Humanos, el apoyo fue de 93 votos (48 menos que en la resolución del mes anterior). Vean también que hay muchos países emergentes que no han secundado las sanciones a Rusia porque prefieren llevarse bien con China o comprar el petróleo de los Urales con descuento. O intenten explicar por qué Estados Unidos no ha podido convencer a Arabia Saudí para aumentar sustancialmente la producción de petróleo y contribuir así a la bajada de su precio, algo impensable hace unas décadas.

De hecho, en China, India, varios países de Oriente Medio o Sudáfrica, por nombrar sólo algunos ejemplos, se empieza a hablar de la existencia de un “sur global” cuya forma de ver la guerra de Ucrania dista mucho de la visión que hay en Washington o Bruselas. Para casi todos estos países la guerra es desafortunada y sería deseable que terminara cuanto antes, pero lo que realmente les importa es evitar que genere una desaceleración económica o serios disturbios sociales derivados de la subida del precio del pan y la gasolina.

Nuevas alianzas

Y ahí es donde la Unión Europea tiene mucho que ofrecer. Pero debe trabajar de forma innovadora para forjar nuevas alianzas más allá del grupo de países ricos. Y además debería hacerlo rápido porque el tiempo no juega a su favor.

La economía mundial sigue estando muy integrada y que la desconexión de la economía rusa del comercio y las finanzas globales no tiene por qué extenderse al resto de los países

Es posible que la visión liberal cooperativa de un orden multilateral basado en reglas no esté pasando por sus mejores momentos. También es posible que China, Rusia e incluso Estados Unidos hayan optado ya por interpretar las relaciones internacionales como un juego de suma cero en el que piensan que les conviene replegarse sobre sí mismos y dejar de invertir en preservar una globalización ordenada. Pero lo cierto es que la economía mundial sigue estando muy integrada y que la desconexión de la economía rusa del comercio y las finanzas globales no tiene por qué extenderse al resto de los países.

De hecho, en los próximos meses seguirá poniéndose de manifiesto que la mejor forma de atajar problemas como el auge del precio de los alimentos y la energía, la desaceleración económica china por los contagios de la variante ómicron sobre una población con deficientes vacunas o las necesidades financieras de muchos países en desarrollo que tendrán problemas para servir su deuda ante las subidas de los tipos de interés en Estados Unidos, pasarán por la cooperación internacional en marcos multilaterales. También seguirá siendo evidente que la lucha contra el cambio climático o la implementación del acuerdo alcanzado el año pasado para gravar a las empresas multinacionales más grandes requerirá del diálogo. Por último, a nadie debería escapar que la consolidación de un mundo en el que el nacionalismo, el imperialismo y la lógica de las áreas de influencia en las relaciones internacionales que defienden algunos llevaría inexorablemente a una caótica desintegración de la economía mundial que implicaría una enorme destrucción de riqueza y prosperidad, así como al vasallaje de los países pequeños a las grandes potencias.

Ahora que la guerra de Ucrania está llevando al nacimiento de la Europa geopolítica, la Unión debería ofrecer propuestas atractivas al “sur global”

Por eso, ahora que la guerra de Ucrania está llevando al nacimiento de la Europa geopolítica, la Unión debería ofrecer propuestas atractivas al “sur global”. Más allá de seguir seduciendo con sus valores y su poder blando -- algo interesante, pero en el mundo de hoy claramente insuficiente – necesita poner a disposición de los demás más mercados, financiación, alimentos, transferencia tecnológica, vacunas y un sustento al multilateralismo que ya nadie más va a liderar si no lo hace Europa. Debe cambiar el áspero discurso de las sanciones por otro de oportunidades económicas y cooperación y hacer un esfuerzo diplomático especialmente intenso en África, países clave del indo-pacífico y América Latina, donde sus opiniones todavía tienen predicamento, pero donde la influencia de China va en aumento.

En un contexto en el que guerra de Ucrania está reconfigurando el tablero geopolítico y abriendo la puerta a la ley de la selva, la Unión Europea debe seguir mostrando por qué un mundo de reglas sigue siendo necesario. Pero, para tener legitimidad, debe acompañar la retórica con propuestas concretas para quienes se auto-definen como el “sur global”.