Opinión | MADRID

Almeida y la NADA

José Luis Martinez-Almeida.

José Luis Martinez-Almeida. / EFE

Seguramente fueron muchas las personas que se mostraron sinceramente sorprendidas cuando el alcalde de Madrid respondió con un escueto “Exacto” a la afirmación de Más Madrid en una red social de que el alcalde no haría NADA para regular el precio de alquiler de las viviendas en la ciudad de Madrid.

Ser alcalde, y en general trabajar en el ámbito local, también como concejal, tiene una gran ventaja. A mí personalmente me encanta porque permite estar al lado de la gente, es la política cercana, la del día a día. Las cosas que le preocupan y ocupan a la gente en su vida cotidiana. Te permite hablar con los vecinos, oír sus problemas, buscar soluciones, ver cómo esa acera ya está arreglada, asegurarte de que esa escuela infantil se ha terminado, de que ese sitio sucio se ha limpiado, que esa mujer ya ha recibido la ayuda que merece. Te permite el contacto estrecho con la gente y ayudarles en su cotidianidad. Hay Por supuesto, también hay que abordar otros problemas de mayor envergadura como la vivienda, el empleo o las políticas de movilidad. Y más en una ciudad como Madrid.

Hay que ser muy osado y sentirse muy por encima de las preocupaciones de millones de madrileñas y madrileños para presumir de manera tan soberbia de no tener intención alguna de hacer NADA para resolver el problema del alquiler en nuestra ciudad. Este comportamiento, que puede ser reprochable en otras personas, resulta especialmente censurable cuando se trata del Alcalde de la ciudad de Madrid. Lamentablemente, así es como el alcalde entiende la política municipal, como nada, eso es lo que le interesa, nada, eso es lo que está haciendo, nada.

“Nada” es lo que hizo durante la pandemia, “nada” es lo que hizo para prevenir Filomena y para gestionar los problemas que ocasionó, nada es lo que dejará como legado en materia de inversiones y mejora de los servicios públicos municipales. Sí se le recordará, sin embargo, por situar a la ciudad de Madrid en un espacio extemporáneo respecto al resto de ciudades europeas, por provocar un retroceso claro en ámbitos en los que el resto del mundo avanza y Madrid retrocede.

Un claro ejemplo es la Ordenanza de Movilidad. Una ordenanza cochocentrista que lejos de ampliar las medidas anticontaminación y promover la movilidad baja en emisiones, permite la entrada de más coches en el centro de la ciudad (más de 50.000 coches al día) y resta espacio a otros modos de movilidad sostenible como la bicicleta. Mientras París, Milán o Berlín han aprovechado la pandemia para acometer transformaciones sistémicas en la ciudad en favor de modos más sostenibles de transporte y espacios urbanos más accesibles, saludables y amables para la ciudadanía, en Madrid ponemos alfombra roja al coche, con lo que ello conlleva en materia de aumento de emisiones y ocupación del espacio público.

Almeida, no sólo nos sitúa en los años 80 en cuestiones de movilidad, también en la defensa de los derechos de la mujer o del colectivo LGTBI+, sin olvidarnos de que ha vuelto a llenar las calles de nombres antidemocráticos.. En estos años de mandato del PP hemos visto cómo se vandalizan murales feministas, cómo se abandonan los recursos contra la violencia machista y cómo desaparece la bandera arcoiris de Cibeles junto con el apoyo a los colectivos LGTBI+. Todo ello, en un momento en el que observamos con preocupación el aumento del número de muertes por violencia machista y de ataques homófobos en la Comunidad de Madrid.

Tampoco se recordará a Almeida por dar respuestas a la principal preocupación de los españoles, independientemente de su lugar de residencia, el paro y los problemas de índole económica de acuerdo al último barómetro del CIS. El crecimiento de Madrid sigue por detrás de la media nacional; Madrid sigue a la zaga en reducción del paro; el turismo sigue hundido; la ciudad de Madrid sigue perdiendo población; hasta la esperanza de vida tras la pandemia ha bajado por debajo de la media nacional por primera vez desde que hay registros. Y como colofón, la ciudad de Madrid ha caído nada menos que ocho puestos, del 8 al 16, en el ranking de calidad de vida de las ciudades.

Y ahora sabemos que tampoco hará NADA en materia de vivienda. Y eso en Madrid no es cualquier cosa. Solo daré unos datos: el 10% de las viviendas vacías están en Madrid, alquilar una vivienda en nuestra ciudad es un 82% más caro que en la media del resto de ciudades del país, - solo el 19,6% de los jóvenes madrileños se emancipó de casa de sus padres durante 2019, Madrid tiene 1.700 propietarios con 50 o más inmuebles cada uno...y podemos seguir.

Cifras que quitan el sueño, que deberían quitarle el sueño a un alcalde que rema a favor de sus ciudadanos, con sus ciudadanos; pero no es el caso. Almeida sigue gobernando sólo para una parte de las madrileñas y madrileños, los grandes patrimonios, los bancos, los fondos de inversión, las grandes empresas…sus lobbies. Los que tienen en su cartera la mitad de las viviendas construidas desde 2015 en Madrid. Los que saben que en Madrid pueden campar a sus anchas pues en Madrid se encuentran el 10% de todos los grandes propietarios de España (26.573).

La desfachatez como forma de relacionarse no debería ser una opción para un alcalde. Tampoco que Madrid sea constantemente usada como si de un tablero de ajedrez se tratara para estrategias que nada tienen que ver con las preocupaciones de las personas que diariamente recorren sus calles. Madrid merece más.