Economía circular

¿Es posible construir sin emisiones?: Nuevos materiales para transformar el sector

El sector de la edificación es un gran emisor de CO2, pero aparecen nuevos productos capaces de mitigar su impacto

Bloques hechos con biocemento, más ecológico y eficaz

Bloques hechos con biocemento, más ecológico y eficaz / Prometheus

El sector de la construcción vivió una época de bonanza (antes de la crisis de 2008) por el aumento de la demanda. Y es que no solo hay más población, sino que las familias han cambiado: ya no viven tres generaciones bajo el mismo techo. La economía sonríe ante el dinamismo de las empresas del ladrillo, pero, a la vez, el medio ambiente llora. Los gases de efecto invernadero, el uso de agua y recursos energéticos, así como los cambios en el territorio y la generación de residuos son algunos de los problemas que genera esta actividad. Pero existen soluciones para mitigar esta huella en el planeta.

Para reducir los daños en los ecosistemas derivados de la actividad de la construcción sería necesario poner en marcha un plan de choque con enfoques diversos. Uno de esos pilares será el uso de materiales sostenibles. Para llegar a este objetivo, lo más urgente debería ser hallar un compuesto que desplace al hormigón. Según los últimos datos publicados en el informe ‘Making Concrete Change’, en todo el planeta se fabrican 4.000 millones de toneladas al año. La producción de su ‘ingrediente’ principal, el cemento, representa un porcentaje aproximado del 7% de las emisiones globales de CO2. En España están registradas unas 30 fábricas cementeras.

Lo más urgente es hallar un sustituto al hormigón

Lo más urgente es hallar un sustituto al hormigón / Unsplash

Aunque existen muchos proyectos en marcha para encontrar materiales novedosos, asequibles y respetuosos con el medio ambiente, lo más realista hoy en día es recurrir a componentes de sobra conocidos, pero desplazados a un lugar secundario por el auge de otros preparados industrializados. «La alternativa reside en recuperar el uso de materiales tradicionales con baja huella ecológica, como la madera y sus derivados, la arcilla, la tierra, la piedra y aislamientos derivados de fibras vegetales», indican desde Mínima, un estudio de arquitectura ecológica y sostenible sito en Madrid. Sus responsables añaden también que este cambio de paradigma «es esencial para avanzar hacia un enfoque constructivo que minimice el impacto ambiental».

Cemento con algas

En Europa, el 20% de las emisiones contaminantes proviene del sector de la construcción y las industrias manufactureras y, de este porcentaje, un 10% se relaciona con la extracción y producción de los materiales. Una solución que han puesto encima de la mesa los científicos es un compuesto que ‘compensa’ este lastre durante su vida útil. Se trata del biocemento, un preparado que funciona exactamente igual que el original, pero al que se añaden bacterias y microalgas. Estos organismos vivos se mantienen en un estado similar a la hibernación la mayor parte del tiempo. Cuando se filtra agua y se exponen a la luz del sol, se ‘reactivan’ y realizan la fotosíntesis. Como cualquier otra planta, en este proceso captan dióxido de carbono. Parece ciencia ficción, pero funciona. Es más, las bacterias pueden sobrevivir en ese estado durante más de dos siglos.

Cemente hecho con algas

Cemente hecho con algas / Prometheus

No es esa la única bondad que hace del biocemento un material prometedor. Dejando de lado los pros medioambientales, es muy interesante desde el punto de vista puramente constructivo. El beneficio que resalta por encima del resto es su capacidad para ‘autocurarse’. Es decir, de sellar las grietas (siempre inferiores a 8 milímetros) que aparecen con el paso del tiempo. Además, estos organismos vivos absorben agua, por lo que impiden que esta penetre en la estructura y provoque daños graves. A la lista de ventajas habría que añadir también sus propiedades ignífugas y aislantes, tanto desde el punto de vista térmico como acústico.

El grafeno, una realidad

El grafeno está en lo alto de la lista de los llamados materiales «inteligentes y sostenibles» y ya es una realidad en el campo de la electrónica. Se obtiene a partir del grafito y es, en esencia, carbono puro. Como se encuentra presente en muchos elementos de la naturaleza, conseguirlo es muy sencillo y el coste es bajo. Sus cualidades son impresionantes: tiene una resistencia 200 veces mayor a la del acero (pero, a su vez, es muy elástico) y multiplica por cinco la ligereza del aluminio. Asimismo, conduce el calor y la electricidad.

El grafeno es considerado el material del futuro

El grafeno es considerado el material del futuro / Shutterstock

Su uso en la construcción lleva estudiándose desde hace años. Los científicos aseguran que su universalización ayudaría a crear edificios mejor aislados y más resistentes a la acción del clima, la humedad e, incluso, el fuego. Se podría emplear también en el ensamblaje de placas solares, lo que también mejoraría la eficiencia energética de las edificaciones. Pero, además de todo ello, el grafeno es la clave para lograr un ‘hormigón verde’. ¿Cómo? Mezclándolo con agua y añadiendo ese resultante a los elementos tradicionales del cemento.

Este ‘hormigón verde’ obtiene así todas esas bondades del grafeno, lo que da como resultado un ‘súper material’ dos veces más fuerte que el tradicional, con mayor impermeabilidad y ecológico. Y, como se necesita menos cemento para producir la misma cantidad de hormigón, las emisiones contaminantes caen en picado.

Reciclar, un paso imprescindible

La mayor parte de investigaciones que buscan hallar ese material definitivo y que nacen del mundo académico tienen un punto en común. Casi todas parten de la premisa del aprovechamiento de residuos y, de esa forma, logran un doble efecto positivo: mejoran la gestión de desechos y dan un paso más hacia una construcción sostenible. En este campo tiene un papel muy destacado la Universidad de Jaén, con varios frentes abiertos.

Carmen Martínez forma parte del proyecto ‘New green materials from construction and demolition waste’, un plan que pretende encontrar «una solución eficiente, sostenible e innovadora para los residuos de construcción y demolición». En concreto, sus responsables buscan fabricar otros materiales que puedan ser «absorbidos» de nuevo por el propio sector.

Reutilizar residuos de construcción, una de las claves

Reutilizar residuos de construcción, una de las claves / Agencias

Al mismo tiempo, también es parte clave de la iniciativa ‘Ingeniería circular aplicada a la obtención de materiales sostenibles a partir de residuos’, un plan que, utilizando estos desechos como activos principales, «tales como los lodos de corte de granito y pizarra; lodo de lavado de áridos, cenizas volantes de biomasa y residuos de carácter orgánico, como el polvo generado de la fabricación de tapones de corcho o los posos de café», sirva para desarrollar «materiales de alto valor añadido y sistemas absorbentes estructurados para la captura de CO2».

Por eso, la directora de la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de la universidad jienense pone en valor la importancia de la economía circular, que rompe con la negativa espiral de «extraer, producir y desechar».

«El aprovechamiento de residuos se presenta como un pilar fundamental para la creación de compuestos más respetuosos con el medio ambiente. Al aplicar sus principios y emplear la ingeniería circular basada en nutrientes tecnológicos, se está redefiniendo la forma en que concebimos la producción y el consumo», señala Carmen Martínez.

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ENTREVISTA. Justo García Navarro, arquitecto y catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid

«Hay que construir lo menos posible y reutilizar al máximo lo que ya existe»

El proyecto europeo ‘Csto2ne’ replica modelos basados en la naturaleza para hacer más sostenible la construcción

Justo Garcia Navarro

Justo Garcia Navarro / UPM

-¿Qué papel juega la economía circular en la búsqueda de la sostenibilidad?

-La economía circular pretende que no haya desperdicio de residuos y que todo material que entra en la cadena de producción aproveche su vida al máximo. Así, se limita la generación de emisiones y se saca el máximo rendimiento a todos los elementos. Es algo que debería ser transversal a todos los sectores.

-¿Y en la construcción?

-Habría que empezar por el principio: construyendo ‘ex novo’ lo menos posible y reutilizando al máximo lo que ya existe. De esa manera no se consumen nuevos materiales y se alarga la vida del patrimonio existente. Esto también incluye los edificios que ya han acabado su ciclo de vida y deben ser demolidos. Ahí entraría nuestro interés por reciclar y proponer alternativas.

-¿Es rentable desde el punto de vista económico?

-La clave es la separación en origen. En el proceso de construcción se pueden separar fácilmenteel acero, la madera o el vidrio. Por esoson tan reutilizables. Se retiran y pasan directamente a la cadena productiva. Esos procesos a veces son muy sencillos y otras muy costosos. Pero creo que la contabilidad no tiene que ser puramente económica, sino también medioambiental, y debe reflejar los beneficios que genera a la sociedad.

-¿Se pone en práctica?

-En España estamos en un nivel medio, aunque tirando para abajo. En Países Bajos, Bélgica o los del norte de Europa hay más tradición, pero eso viene de las políticas aplicadas. En Holanda siempre han luchado para ganarle tierra al mar porque tienen poco espacio, no se pueden permitir el lujo de tener grandes extensiones de terreno dedicadas a recibir desechos.

-¿En qué consiste el proyecto Csto2ne?

-El objetivo principal no es desarrollar nuevos productos, sino fomentar la colaboración internacional e interdisciplinar. Ayuda a que investigadores de toda Europa hagan estancias en centros o empresas que trabajan en líneas similares. También desarrollar prototipos y tecnologías que puedan pasar a la industria, siempre con esa idea de replicar comportamientos de organismos vivos en materiales inertes.

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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es