EN MADRID | QUÉ VER

¿Qué pieza viene después? Los retos matemáticos de Elena Asins, la 'gurú' del arte cibernético en España

Fallecida en 2015, la artista impulsó una obra de base aritmética y soporte geométrico que hace las delicias de las mentes analíticas: la galería Elvira González la homenajea con una exposición hasta el 14 de mayo

'Canons 1' (1991), de Elena Asins.

'Canons 1' (1991), de Elena Asins. / CEDIDA

Pedro del Corral

Pedro del Corral

Pruebe a seguir la serie: cuadrado arriba, rectángulo abajo. Y búsquele un sentido: línea paralela, vértice secante. Lo más seguro es que pueda tirarse horas intentando descifrar cualquiera de los retos que Elena Asins planteó en vida. E incluso puede que nunca dé con la respuesta que ella tardó pestañeos en obtener. Pionera del arte cibernético en España, impulsó una obra de base aritmética y soporte geométrico que hace las delicias de las mentes analíticas. Y, bueno, de cualquiera que busque la perfección en la naturaleza. “Mi trabajo es una proposición lógica cuya esencia radica en la distribución y la ordenación de objetos espaciales”, reiteró en varias ocasiones antes de fallecer en 2015. Desde entonces, su legado ha seguido formulando preguntas a un público deseoso de encontrar soluciones. Las que plantea la Galería Elvira González hasta el 14 de mayo siguen la misma senda: ver, analizar y resolver.

“Su personalidad era compleja, poliédrica y cambiante. Se dedicó en cuerpo y alma a su oficio, lo único que le motivaba y le daba sentido. Sólo concebía el presente a través de la creación. A la par, era una persona tan contradictoria como consecuente. De hecho, jamás se apartó del camino que había trazado. Coherente siempre, hizo del arte matemático un lenguaje propio”, relata Isabel Mignoni, responsable de la pinacoteca. La exposición reúne una selección de piezas en la que apreciar la precisión de su mano en distintas composiciones.

'Diatheke' (1991), de Elena Asins.

'Diatheke' (1991), de Elena Asins. / CEDIDA

Asins creó un sistema de gráficos único para producir formas basadas en armaduras gramaticales y desarrollos musicales. A través de la poesía, el dibujo y la escultura, dio rienda suelta a una técnica que empezó a desenvolver en 1968, cuando ingresó en el Centro de Cálculo de Madrid, donde lideró el seminario Generación automática de formas plásticas. En este entorno, comenzó a explorar las oportunidades de la tecnología en el arte. Lo que se tradujo en títulos tan icónicos como Ying-Yang (1980), Diatheke (1991) y 70 KV589 (1980). “La estructura es algo interno, un orden de relaciones, una conexión de las parte con el todo, una concatenación de situaciones, espacios, tiempos…”, defendió desde el principio la artista, que expuso en más de 40 países y recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas en 2011. Asimismo, en 2006, se alzó con la preciada Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

De carácter recurrente

Durante su estancia en la Universidad de Columbia (Nueva York), invitada por el Department of Computer Science como visiting scholar para la investigación de las aplicaciones digitales, realizó sus primeras obras enteras con un ordenador. A partir de ahí, el uso de la calculadora electrónica le acompañó hasta el final de sus días, dando lugar a figuras progresivas y generativas que partían de la noción de escala. Un punto de inflexión que marcaría el resto de su trayectoria.

Talitha kumi. Canons 22' (1990), de Elena Asins.

Talitha kumi. Canons 22' (1990), de Elena Asins. / CEDIDA

“Lo más característico de ella es que, en los 70, imbuía una corriente que estaba expandiéndose por Estados Unidos, Francia e Inglaterra. Poco a poco, fueron surgiendo otros nombres que han ido abriendo caminos desde lo abstracto y lo cinético. Ella estaba ahí, casi de manera inconsciente. Por aquel entonces, no había nadie en España que aportase su visión”, continúa Mignoni, que pone el foco en el carácter recurrente de su producción. Sin duda, su aportación más valiosa: “Muy curioso es el respeto que despertó en la comunidad del momento. El pintor Luis Gordillo y el escultor Pablo Palazuelo, por ejemplo, hallaron en ella un referente importante. La reverenciaban por su particular modo de descomponer y estructurar el arte”. De corte conceptual son las series que realizó durante su estancia en Hamburgo, algunas de las cuales estaban inspiradas en motivos religiosos y que, ahora, pueden verse en esta muestra.

Por delante del mundo

En los 90, en cambio, reactivó antiguas fórmulas para propulsar un sistema nuevo. Fue en esta década cuando decidió regresar a España tras 10 años de investigación en torno a Canons 22, la instalación compuesta de 72 cubos de granito dispuestos en línea en el paseo marítimo de Zarautz. Un proyecto que destacó el papel de la música como una de sus fuente de inspiración principales: partiendo visualmente de una melodía, talló piedras que repetían secuencias con pequeñas variaciones. ¿La idea? Implicar al visitante.

'Lama' (1989), de Elena Asins.

'Lama' (1989), de Elena Asins. / CEDIDA

Ya en 2012, en una entrevista concedida a ABC Cultural, Asins dejó claro esta voluntad: “El arte no es un artículo de lujo. Se trata de un instrumento para que el sujeto se haga persona”. A lo que González, consultada por este cometido, añade: “Ella lo consiguió, por supuesto. Era su oxígeno para seguir”, concluye. En 2018, con motivo del 40 aniversario de la Constitución española, sus frutos salpicaron la exposición conmemorativa El poder del arte: las obras procedían del Museo Reina Sofía, que las heredó tras su muerte hace nueve años, y estuvieron ubicadas en las sedes del Congreso de los Diputados y el Senado. Todas ellas, como las que se exhiben hoy en la Galería Elvira González, demuestran que ella siempre iba por delante del mundo: “Diría que, cuantos más detalles personales conoces de ella, comprendes que era una mujer que sólo vivía para hacer acopio de tinte y papel”.