HISTORIA

Bebidas alcohólicas: de remedios médicos a combinados sociales

Las bebidas espirituosas están presentes en nuestra sociedad desde tiempos inmemorables y fueron creadas en su mayoría como remedios médicos contra enfermedades

La ginebra, el ron o el whisky forman parte de las bebidas denominadas espirituosas.

La ginebra, el ron o el whisky forman parte de las bebidas denominadas espirituosas. / Pexels

Cereales fermentados, frutas y miel. Estos eran los elementos que se utilizaban hace millones de años para fabricar las primeras bebidas alcohólicas de la historia. Mediante un proceso de fermentación por el que las levaduras y microorganismos transforman los azúcares en etanol se conseguía producir lo que ahora conocemos como alcohol.

Aunque no existe un consenso sobre su origen exacto, parece que se encuentra muy ligado al inicio de la actividad agrícola, que tuvo lugar en regiones como Egipto, Mesopotamia o China, y posiblemente, su impulso tenga que ver con las adecuadas condiciones climáticas de estas zonas.

Un estudio reciente del Penn Museum, el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania, ha revelado que hace aproximadamente 9.000 años en China ya se producía una bebida fermentada mixta elaborada con estos tres componentes. Las fechas coinciden con los datos de las primeras producciones de cerveza de cebada y vino en Oriente Medio.

También existen registros que sitúan entre los años 3.000 y 2.000 a. C. una bebida espirituosa llamada sura en la India, casi al mismo tiempo que en Babilonia se constataba la existencia de una diosa del vino a la que le rendía tributo. En Grecia se abría paso el aguamiel, una de las primeras y más populares bebidas fermentadas del país que más tarde se extendería por otros rincones del continente.

Propiedades curativas

Pero en el origen de las bebidas alcohólicas destaca su uso como medicamento. En un primer momento se creía que la ingesta de alcohol era beneficiosa para la salud y podía ayudar a curar e incluso prevenir enfermedades. Se empleaba como estimulante, como remedio para el estómago e incluso para curar las altas fiebres derivadas de la neumonía, pero también para evitar el decaimiento orgánico y alimentar a los pacientes.

Una ánfora es un recipiente cerámico que se utilizaba para guardar el vino.

Una ánfora es un recipiente cerámico que se utilizaba para guardar el vino. / Pexels

A día de hoy, nos resultaría alarmante dar a un bebé que le duelen los dientes un vasito de coñac o tomar un trago de absenta para "quitar las lombrices". Sin embargo, hace siglos eran comunes estos remedios para aliviar los dolores cotidianos. Y, por supuesto, no había restricciones de edad. 

Roger Bacon, filósofo y escritor de alquimia y medicina del siglo VIII, recomendaba en un escrito en 1683 el vino y explicaba algunas de sus ventajas: “Preservará el estómago, fortalecerá el calor natural, ayudará a la digestión, defenderá el cuerpo de la corrupción y preparará la comida hasta que se convierta en sangre”.

La idea de que el alcohol contaba con propiedades beneficiosas para la salud se mantuvo durante mucho tiempo en el pensamiento general. De hecho, hasta hace algunas décadas, los anuncios publicitarios de conocidas marcas de bebidas alcohólicas en todo el mundo mostraban la capacidad curativa de las bebidas con alcohol.

Bebedores sociales

Con el paso del tiempo, la sociedad empezó a darse cuenta de que el alcohol no era tan bueno como medicamento y, en vez de curar, era el causante de numerosas enfermedades cardíacas, infecciones en el hígado, diversos cánceres (boca, garganta, laringe, colon...) y otras múltiples patologías, tanto físicas como mentales.

A partir de ese momento, las empresas que durante años se habían encargado de suministrar a los consistorios y las boticas tuvieron que reinventar su producto para sobrevivir en un mundo en el que ya no estaban bien vistos. Fue entonces cuando decidieron transformarse y empezar a comercializar el alcohol como bebida de ocio.

La fermentación alcohólica es el proceso mediante el que se obtiene el alcohol etílico.

La fermentación alcohólica es el proceso mediante el que se obtiene el alcohol etílico. / Pexels

Solas, con agua, con tónica o acompañadas de refrescos, así se crearon lo que actualmente conocemos como bebidas alcohólicas que, dependiendo de sus propiedades, se pueden clasificar en fermentadas, como el vino o la cerveza, y espirituosas, como la ginebra, el whisky o el ron. Debido a su fuerte sabor, el reto de las espirituosas fue aún mayor, ya que los fabricantes necesitaron encontrar mezclas que consiguieran rebajar la textura para que el producto fuera atractivo.

Durante mucho tiempo se pensó que el alcohol aumentaba la creatividad y era beneficioso, ya que calmaba el estrés o la ansiedad. Pero poco después empezaron a surgir discusiones éticas en torno a los peligros del alcohol y la adicción que causaba entre los consumidores habituales.

Nueva tendencia

Recientemente, gracias a estudios e investigaciones que van arrojando luz sobre este asunto y confirman los peligros de la ingesta excesiva de alcohol, ha ido surgido una nueva conciencia social. Una alternativa al consumo de bebidas alcohólicas en quedadas, fiestas o celebraciones y que cada vez está más de moda.

La opción de pedir una cerveza o una copa de tu combinado favorito sin alcohol es ya una realidad. Las tradicionales marcas de bebidas espirituosas han ampliado y diversificado su oferta para que cualquier persona que acuda a un bar, un supermercado o un restaurante pueda tener la posibilidad de pedir una 0,0%.