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Salirse del WhatsApp de la familia en elecciones: "Me fui del grupo porque hablar de política nos enfrentaba"

Los expertos señalan que convertir estos espacios en un escenario de debate no es funcional ni útil porque no permiten mantener una escucha activa o una participación equilibrada: "Es mucho mejor una sobremesa"

Mujer usando el móvil

Mujer usando el móvil / Agencias

En el grupo de WhatsApp de la familia de María hay 32 participantes. En él la brecha generacional es más que evidente. A algunos les separan más de 50 años de edad. Como en la mayoría de las familias de España, lo utilizan para enviarse fotos o hacer quedadas: “Vivimos en ciudades diferentes y, como no nos vemos en el día a día, nos sirve para mantener el contacto”. De hecho, lo creó ella misma con este objetivo. Pero hace unas semanas decidió salirse. ¿El motivo? De un tiempo a estar parte no paran de hablar de política.

“Empezaron a compartir bromas y chistes, después llegaron los memes de política. A mí me empezó a molestar, pero lo dejé pasar”, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Ella se define sin ningún tipo de problemas como votante de izquierdas. Sin embargo, la mayoría de su familia es de derechas: “Llegó un punto en el que también empezaron a mandar bulos, uno de ellos sobre la supuesta relación de la mujer de Pedro Sánchez con Marruecos. Me enfadé mucho porque me parecía una falta de respeto”. Así que decidió compartir su malestar, pero la reacción no fue la que esperaba: “Se pusieron contra mí, y me fui”.

No es la única que en estas semanas de campaña ha decidido marcar el botón de salida. Aunque también hay quienes optan por seguir, pero haciendo caso omiso a este tipo de comentarios. Es el caso de José María. Desde hace años tiene un grupo con amigos a los que no siempre puede ver porque también viven en ciudades diferentes. Al igual que le ocurrió a María, la política empezó a ser protagonista en el chat. “No me he llegado a salir, pero sí me he sentido incómodo porque se compartían demasiadas cosas de tendencias políticas contraria a la mía”, señala.

No es un sitio para hablar de política

Pero ¿por qué ocurre esto? ¿Es WhatsApp un buen lugar donde hablar de política? Rotundamente no. Es al menos lo que explica Ferran Giménez, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta Catalunya (UOC) . “Convertir un grupo de WhatsApp en un escenario de debate no es funcional ni útil porque no permite mantener una escucha activa o una participación equilibrada. No es el medio ideal para debatir, es mucho mejor una sobremesa”.

Si a esto le sumas que los integrantes de dicho grupo son familiares, el conflicto es mucho mayor, según el especialista. “Es un contexto particular, porque hay dos cosas que nos unen a estas personas que no siempre funcionan. Por un lado, la confianza y, por otro, la intimidad. El hecho de ser familia no quiere decir que tenga que haber consenso en ideas políticas, ni en toma de decisiones”, añade especialista. Opinión que comparte Jordi Rodríguez Virgili, profesor de Comunicación Política de la Universidad de Navarra. "Lo que nos une a nuestros familiares o amigos no es la política, por lo que intercambiar este tipo de mensajes puede generar tensión”, indica.

Aunque no siempre es fácil aceptar que hay determinados temas en los que el consenso está lejos. “Mis dos mejores amigos son de una tendencia política contraria a la mía y desde hace años no hablamos de esto, tenemos como una especie de pacto porque sabemos que no nos vamos a entender ni a llegar a nada”, señala José María. Sin embargo, asegura que en otros donde sí sabe que tienen la misma tendencia no le importa compartir contenido de este tipo.

Sentirse mal

Pero hay grupos de los que resulta complicado evadirse. Lorena, de 27 años, explica que tuvo algún que otro disgusto con el de su familia, en el que su abuela, tíos, padres y primos varios son participantes. Algunos pasan absolutamente de todo pero otros, como su madre, son más activos. El espacio les sirve sobre todo para felicitarse los cumpleaños, intercambiar fotografías de los abuelos y, para su desgracia, enviar memes y algunos bulos, como el de que Correos ha evitado la entrega de votos de forma deliberada.

"La gran mayoría de ellos tienen ideologías políticas diferentes a las mías y eso, en algunas ocasiones, ha sido un poco problemático para mí, sobre todo con mi madre", reconoce. Ella, como periodista, ha intentado que aprenda sobre herramientas para verificar noticias antes de ponerlas en circulación por el grupo, pero no lo ha conseguido. Más de una vez, la propia Lorena ha corregido a su madre, lo que ha llevado a discusiones por hacerlo en público y, después, al disgusto entre ellas. "A mis familiares, en realidad, les resulta más cómodo vivir con esa información sesgada, así que ya paso de decir nada", razona. A pesar de que ha estado a punto de abandonar el grupo, se quedó por su abuela. La solución para que no le siga afectando a nivel emocional ha sido silenciarlo, archivarlo, ir borrando los mensajes y respirar hondo cada vez que ve algún que otro meme.

Pero lo más probable es que algunas de estas discusiones no hubieran surgido de haberse producido en persona. José Antonio Tamayo Hernández, psicólogo sanitario del centro Activa Psicología, señala que la comunicación escrita, aunque sea a través de mensajería instantánea, adolece de todos esos componentes no verbales que sí están presentes en el cara a cara y que permiten matizar, complementar o modular lo que decimos. Esto evita malas interpretaciones que sí se dan en los grupos de WhatsApp.

"Cuando el tema a tratar es especialmente sensible o delicado, como suele ser la ideología política, afiliación religiosa o identificación con un club deportivo, es muy fácil que los interlocutores se sientan atacados u ofendidos y reaccionen poniéndose a la defensiva o contraatacando. Estos temas suelen suscitar reacciones emocionales o viscerales cuando nos identificamos con los valores que representan como definitorios de nuestra identidad personal", señala. Todo ello puede llevar a que nos sintamos realmente mal.

"Es importante ser conscientes de cómo nos estamos sintiendo cuando detectamos que un comentario, meme o vídeo nos está provocando rechazo o malestar. En ese momento sería útil darnos cuenta de qué es exactamente lo que nos está haciendo sentir mal: no suelen ser un conjunto de letras, imágenes o sonidos, sino el juicio que hacemos sobre la intención del emisor. También puede ayudarnos recordar la relación que tenemos o que queremos tener con la persona en cuestión, para actuar conforme a ella y no dejarnos llevar por la emocionalidad. Si a veces los mensajes nos resultan inapropiados, la mejor opción podría ser ignorarlos. En caso contrario, podríamos avisar de que nos salimos del grupo porque los mensajes no se corresponden con la finalidad del chat o porque nos sentimos incómodos con los contenidos", recomienda.

Consecuencias de salirse del grupo

¿Qué puede ocasionar decir adiós a los chats? Para María sin ninguna duda el distanciamiento: “;e ha afectado a mi relación con ellos, porque por ese grupo se siguen contando anécdotas familiares y yo no me entero porque no estoy dentro. De hecho, hubo una convocatoria de un evento que organizó mi tía y no fui porque no me enteré”, explica. Aun así, dice que no volvería. “Prefiero tener una buena relación con ellos y el grupo de WhatsApp lo estaba complicando”, añade.

Esto quizás nos lleve a pensar que grupos se han creado para mantener vínculos y contacto con nuestros seres más cercanos, al final provoque justamente lo contrario. “Es mucho más fácil mostrar nuestra opinión a través de una pantalla porque hay más distancia con el interlocutor y no requiere un feed back inmediato. Por ejemplo, en un audio de WhatsApp sabes que no te va a interrumpir nadie, el problema es cuando la otra parte entrar a rebatirte. Para eso no todo el mundo está preparado”, señala Giménez.

De hecho, la política es quizás uno de los asuntos entre los que más discrepancias hay. Como apunta Giménez, hay debates en los que, por mucho que pase el tiempo, no hay acuerdo. Incluso la polarización puede acentuarse con los años. “El nacionalismo, el sistema de Estado o la religión son los tres temas más importantes y por los que hay muchas familias que han discutido”, asegura. "La política es más usual pero también se da en el deporte o en la cultura. Al fin y al cabo se da con elementos donde entra en juego nuestro lado más pasional que racional”, concluye Rodríguez Virgili.