Conflicto en Oriente Próximo

La represión policial de las protestas propalestinas convierte los campus de EEUU en un polvorín

En los últimos días cientos de estudiantes y profesores han sido detenidos en acampadas y manifestaciones que se extienden por el país

Multitudinarias acampadas a favor de Palestina y contra Israel en los campus universitarios de EEUU

Agencia ATLAS / Foto: EP

La universidad en Estados Unidos siempre ha sido uno de los núcleos del activismo en el país. La participación en el movimiento propalestino ha ido aumentando y reforzándose en los últimos seis meses, conforme la guerra lanzada por Israel en respuesta a los ataques de Hamás del 7 de octubre ha ido deteriorando la dramática situación en Gaza. En los últimos días, a instancias de autoridades universitarias que sucumben a la presión política y de grandes donantes que les acusan de supuesta permisividad con el antisemitismo, se ha endurecido la represión policial de las protestas, con cientos de detenidos. Y los campus de EEUU se están convirtiendo en un polvorín.

El estallido se extiende más allá de los centros educativos y de debates sobre libertad de expresión y censura de protestas políticas que urgen a la desinversión de Israel o denuncian el inquebrantable apoyo militar del Gobierno de Joe Biden a Tel Aviv. Y augura meses intensos en campus y calles no solo hasta el final del curso académico, sino hasta las elecciones presidenciales de noviembre.

Arrestos

El lunes por la noche en la New York University, y a petición del liderazgo de la institución, la policía arrestó a más de 100 personas, incluyendo miembros de la facultad que habían formado una cadena alrededor de los estudiantes que instalaron una acampada frente a la Facultad de Económicas del campus cerca de Washington Square. Horas antes las fuerzas del orden también habían realizado cerca de 60 detenciones, incluyendo de 47 estudiantes, en la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut.

En la Universidad de Columbia ha reaparecido otro “campamento de solidaridad con Palestina” después de que el jueves pasado antidisturbios del Grupo de Respuesta Estratégica de la policía desmantelaran el anterior en una operación que dejó también más de 100 arrestos y varios estudiantes de Columbia y Barnard College suspendidos.

Esa entrada de agentes, convocados en una polémica decisión por la presidenta de la institución, Nemat Minouche Safik, es la primera intervención policial en el campus neoyorquino desde las protestas en abril de 1968 contra la guerra de Vietnam. Y el lunes, en un día en que se sustituyeron clases presenciales por remotas, llevó a centenares de profesores y empleados a participar en una protesta contra la represión policial de los estudiantes.

Este martes proseguía también un encierro en el edificio central de The New School en Nueva York pese a las amenazas de suspensiones y expulsiones y acampadas y las protestas, aunque más discretas que en Nueva York, se repetían en campus de costa a costa, incluyendo en el MIT, Tufts y Emerson en MassachusettsStanford, la Politécnica estatal y Berkeley en California y la de Universidad de Michigan en Ann Arbor.

Una dimensión política

La tensión en los campus se ha ido cocinando poco a poco desde el 7 de octubre y desde el primer momento ha cobrado una importante dimensión política. Ya en diciembre el Congreso convocó a testificar a las presidentas de Harvard, la Universidad de Penn y MIT y les acusó de tolerar y permitir expresiones de antisemitismo y acoso e intimidación a estudiantes y profesores judíos, acusaciones que también lanzaron antiguos alumnos que ahora son grandes donantes. Tras aquella comparecencia se produjeron las dimisiones de las dos primeras dirigentes universitarias.

La semana pasada le llegó el turno de comparecer a Safik, la presidenta de Columbia y otros líderes de la universidad. Llegó más preparada para frenar los asaltos republicanos, que han convertido este frente en el último de lucha contra instituciones de educación superior que llevan años atacando como demasiado radicales e izquierdistas y “woke” en cuestiones de raza y género. Pero su actuación también provocó críticas de alumnos y parte de la facultad, que consideraron que había capitulado ante la presión y traicionado a estudiantes, profesores y al espíritu universitario.

Ese mismo día es cuando se alzó el campamento que ella misma instó a la policía a desmantelar un día después. Y no ha conseguido contentar a nadie. Políticos republicanos pero también algún demócrata instan a Safik a dimitir. Un gran donante amenaza con retirar los fondos a la universidad. Y la presidenta enfrenta una moción de censura, aunque simbólica, del senado del campus por violar “los requerimientos fundamentales de libertad académica” y organizar “un asalto sin precedentes a los derechos de los estudiantes” con la operación policial.

Biden y Trump

El presidente Biden, cuyo apoyo en parte de la base demócrata se está resquebrajando por su apoyo a Israel pero que no elude críticas de los republicanos, el domingo condenó el "antisemitismo flagrante, censurable y peligroso, que no tiene cabida en absoluto en los campus universitarios ni en ningún lugar de nuestro país" y el lunes mostró su “condena de las protestas antisemitas” en unas declaraciones ante la prensa, en las que también condenó “a aquellos que no entienden lo que está pasando con los palestinos”.

Donald Trump, por su parte ha acusado a Biden de no estar haciendo lo suficiente y este martes en su llegada a su juicio decía que la situación en los campus "es una absoluta desgracia" y es "culpa de Biden".

Más participación, más represión

En la protesta del lunes por la noche en NYU, antes de la intervención policial, se repetían eslóganes contra el apoyo militar de Biden al gobierno israelí; denuncias del genocidio y la ocupación en Palestina; apelaciones a la desinversión, el boicot y las sanciones a Israel o al cierre del campus de NYU en Tel Aviv y cánticos por la intifada.

Entre los presentes estaba un hombre de 32 años de Brooklyn de raíces mexicanas que pidió identificarse como “Gato”. Desde su entrada en el activismo durante el movimiento Ocupa Wall Street, explicaba que ha estado cerca de los grupos propalestinos que han sido siempre especialmente fuertes entre estudiantes. Y aseguraba que “estos grupos han pasado 10 años con mucho miedo por las presiones de organizaciones sionistas como Canary Mission”, una web donde él mismo está incluido que identifica públicamente a estudiantes, profesionales y grupos activistas propalestinos y les acusa de racismo, antisemitismo y apoyo al terrorismo.

Desde el estallido del último conflicto en Gaza, en opinión de Gato, los estudiantes más organizados han conseguido que “se sume mucha más gente” a la causa, haciendo que el movimiento cobre “una participación, una fuerza y una dimensión internacional que no tuvieron ni Occupy ni Black Lives Matter”. “Estos jóvenes han aprendido del potencial revolucionario que aplastaron Hillary Clinton y Joe Biden”, decía el activista, que anticipaba “una represión que va a ser terrible” pero también “una radicalización como no se ha visto”.

Los jóvenes estadounidenses están hartos”, decía también el lunes por la noche en la protesta en The New School una estudiante europea que pedía mantener el anonimato expresando preocupación por poder perder su visado. Ella aseguraba que no palpa antisemitismo en el campus y subrayaba que muchos de sus amigos judíos están participando en las protestas. Razonaba que muchos se están involucrando mucho más “porque EEUU está plenamente involucrado en lo que está pasando en Gaza”. “Por eso se siente más importante, también más peligroso”, decía señalando a una presencia policial mucho más fuerte que en manifestaciones y protestas por otras causas. “Solo ejercemos la libertad de expresión”, concluía. “Porque esto es EEUU, ¿no?”.