Guerra en Ucrania
Los expertos rechazan los pretextos de Gazprom para cortar el gas
Durante el presente año, Rusia ha obtenido concesiones políticas de Moldavia con amenazas de cortar el suministro energético
Àlex Bustos
El anuncio del gigante gasístico Gazprom de
cortar el gas a Europa la noche del viernes no es fortuito
: justo unas horas antes, el G7 había anunciado la imposición de un tope al precio del petróleo ruso para limitar los ingresos que el Kremlin obtenía por sus ventas al extranjero. Moscú dice, entre líneas, que donde las dan, las toman. El uso de los recursos energéticos rusos como medida de presión a la Unión Europea viene materializándose durante todo este año, desde que el ejército ruso se desplegó en Ucrania.
El país euroasiático obtiene grandes ingresos de sus hidrocarburos, en su mayoría provenientes del Ártico y del mar Caspio. Según datos de la Organización Mundial del Comercio en 2019 cerca del 60% de las exportaciones eran combustibles y otros productos mineros, destacando entre ellos el petróleo y el gas. La combinación entre las amplias reservas de hidrocarburos y una alta dependencia europea, es la gran carta del Kremlin para presionar a Europa, tal y como está haciendo ahora con la UE. El 29% del petróleo, el 43% del gas y el 54% del carbón importados a los países comunitarios provienen del gigante euroasiático. En los tres casos, Rusia es el mayor proveedor, por encima respectivamente de Estados Unidos (9%), y Noruega (21%).
Como excusa oficial para cortar el suministro del gas, Gazprom ha asegurado este sábado que Siemens estaba listo para realizar reparaciones en el oleoducto Nord Stream 1 y reanudar el funcionamiento, pero que no había ningún operario disponible para realizar el trabajo. Siemens ha respondido de inmediato y ha negado tal extremo, asegurando que no le habían pedido que hiciera el trabajo.
No es la primera vez que el gas ruso se utiliza como arma arrojadiza por parte de Moscú. Uno de los ejemplos más recientes es el de Moldavia, que a finales de 2021 vio como se cernía la amenaza del cierre del grifo de gas en el momento más duro del invierno (en el país se puede llegar a temperaturas de -7º en esa época del año) a punto de llegar. Con los precios previos al nuevo acuerdo ya había ciudadanos que no podían pagar, y las opciones que tenían era endeudarse en invierno para pagar el gas en verano o utilizar leña. La razón aducida por Gazprom, que tiene el monopolio del suministro moldavo, era el desacuerdo con las autoridades moldavas, que querían mantener un precio asequible. Finalmente se firmó un nuevo acuerdo en noviembre que permitió que Chisinau pudiera seguir recibiendo hidrocarburos, a un precio más alto y no sin concesiones de otra índole que nada tienen que ver con el gas. El país es uno de los más pobres de Europa y esta subida la pagaron las capas más vulnerables de la sociedad moldava, ya aquejada de dificultades para cubrir sus necesidades básicas.
Apunta Dionis Cenusa, analista político del laboratorio de ideas moldavo Expert Group, que “el Gobierno moldavo insistió en que no ha aceptado ningún precio político (por este acuerdo), pero el protocolo agregado al nuevo contrato de gas incluye aspectos de cooperación económica bilateral más allá del dominio energético”. Añade que “Rusia quiere una plataforma de cooperación con Moldavia para no perderla de vista. En Moscú se entendía perfectamente que (antes de su admisión como candidato a la UE) el país estaba profundizando el diálogo con la UE”.
Guerra del gas en Ucrania
Si se mira un poco más atrás en el tiempo, la misma Ucrania sufrió el problema de quedarse sin gas en pleno mes de invierno. Entre los años 2000 y 2010 hubo las llamadas “guerras del gas”, durante las cuáles Rusia dejó de suministrar gas. La primera de ellas empezó el 1 de enero de 2006. La presión de los gaseoductos empezó a bajar y otros países como Francia, Alemania, Eslovaquía y Hungría vieron afectados sus suministros. El 4 de enero cuando finalmente se firmó un acuerdo. En esa ocasión el detonante fue la falta de acuerdo sobre el precio del gas, pero en el transfondo también estaban las rencillas políticas del Kremlin con el gobierno de Víktor Yuschenko, que se quería acercar a Bruselas, en detrimento de Moscú. Hasta en dos ocasiones más (principios de 2008 y finales del mismo año) Gazprom suspendió el suministro a Kiev, perjudicando en el fuego cruzado a otros países euro.
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