MAFIA

Carbone y Spirito, los primeros narcos de Europa: de traficar con queso a vender armas a Franco

Se cumplen 80 años de la muerte del pionero en Europa en el delito de narcotráfico

El corso Paul 'Venture' Carbone y su compañero François 'Lydro' Spirito mandaron en la mafia marsellesa

Se unieron a los colaboracionistas nazis y trabajaron con el régimen franquista

François Spirito y Paul Carbone, a la izquierda, en un muelle del puerto de Marsella

François Spirito y Paul Carbone, a la izquierda, en un muelle del puerto de Marsella / Cedida

David López Frías

David López Frías

Un tren lleno de nazis acaba de estallar. Corre el invierno de 1943 y un grupo de la Resistencia francesa sabotea con explosivos un convoy con soldados alemanes y colaboracionistas en Chalon-sur-Saône, cerca de la frontera suiza. Entre los heridos se encuentra el corso Paul Carbone, el gánster más famoso de Francia. Está atrapado entre un amasijo de hierros. Tiene el vientre destrozado y una pierna amputada. Pero durante su larga agonía no deja de hablar con el resto de heridos y de contar chistes para animarles. Uno de los supervivientes le advierte: “Ahora sí que se acabó, Venture”. El mafioso, desangrándose, responde resignado: “C’est la vie”.

Sucedió hace 80 años. Falleció la noche del 16 de diciembre de 1943, en el hospital al que fue trasladado. Se rompía así el tándem de los ‘Emperadores de Marsella', formado por Paul ‘Venture’ Carbone y François ‘Lydro’ Spirito. Los mafiosos que inventaron el concepto de narcotráfico. Los primeros en traer opio desde Asia, cocinarlo en Marsella y enviarlo convertido en heroína a Estados Unidos, creando una trama criminal que se conoció como French Connection.

Todo empezó en Egipto

Retrocedamos 30 años atrás, hasta 1913. En un bar de Alejandría (Egipto), tres proxenetas se jactan de que han secuestrado a un rival francés apodado 'Venture'. Lo han llevado al desierto y lo enterraron hasta el cuello, con la cabeza untada en miel. Para que muera lentamente al sol o para que se lo coman los bichos. Por casualidad, un delincuente franco-italiano llamado François Spirito escucha la conversación y sale raudo a buscar a Venture. Ambos se conocen; son dos rateros franceses de poca monta buscándose la vida por los bajos fondos de Alejandría. Spirito recorre el desierto y tarda casi dos días en encontrar a un Carbone ya agonizante. Lo rescata y forjan una inquebrantable alianza que dura 30 años. Nadie imaginaba entonces las consecuencias que iban a tener para el mundo aquel pacto entre dos delincuentes.

Paul Bonnaventure Carbone nació en 1894 en Propriano, un pueblo de la isla de Córcega (Francia). Hijo de un marinero, su familia se mudó pronto a la Francia continental huyendo de la miseria. Se establecieron en Panier, el suburbio de Marsella donde vivían los corsos. Fue un buen estudiante hasta 1906, cuando murió su padre. Obligado a cuidar a su madre y sus tres hermanos pequeños, dejó la escuela. Desempeñó varios trabajos precarios hasta que se inició en la delincuencia. Con 15 años emigró a Egipto, país en el que muchos proxenetas franceses habían abierto burdeles.

François Spirito nació en Sicilia en 1898 en el seno de una familia pobre que se mudó primero a Nápoles y luego a Marsella. Bautizado como Lydio, cambió su nombre a François en cuanto llegó a Francia. Antes de abandonar Italia, sufrió un abuso policial que le cambió la vida: los carabinieri le pegaron una paliza cuando le sorprendieron robando manzanas. Ese día le juró odio eterno a la policía y se prometió que se convertiría en un temido delincuente. Tras enredarse en todo tipo de delitos (principalmente robos a mano armada), emigró a Egipto para desempeñarse como proxeneta a las órdenes de un mafioso francés llamado Antoine La Rocca. Y allí, en mitad del desierto de Alejandría y en extrañas circunstancias, se conocieron Carbone y Spirito. 

Opio de Asia

Tras aquella traumática experiencia, Carbone le propone a Spirito mudarse a Asia, un continente con fuerte presencia francesa en aquella época. Allí empezaron a traficar con opio procedente de China, Indochina, Turquía y Afganistán, que introducían en Marsella. Para aquel entonces, el aparentemente inocuo medicamento que Bayern había creado unos años atrás para aliviar la tos, llamado heroína y elaborado con opio, ya era una sustancia prohibida por su alta adicción.

Pero ya era tarde para las personas enganchadas a aquel fármaco. La demanda se había disparado. Carbone y Spirito decidieron montar un laboratorio en una villa abandonada de Bandol, muy cerca de Marsella. Allí convertían el opio asiático en heroína lista para consumir. Hay consenso entre los historiadores de la mafia en considerar aquel el primer laboratorio clandestino de drogas de Europa. 

La alanza forjada con la mafia italoamericana pasó a las posteridad como 'French connection'

La heroína también tenía mucha demanda en Estados Unidos, donde había sido ilegalizada. El origen italiano de Spirito hizo que se pusiera en contacto con otros clanes mafiosos italianos de Nueva York, especialmente con los Genovese del gánster Lucky Luciano. Fue así como Carbone y Spirito metieron los primeros cargamentos de heroína de la historia en EEUU desde Europa. Acababa de nacer, oficialmente, el narcotráfico transoceánico. Y una alianza criminal entre mafiosos corsos e italoamericanos que duró hasta los años 70 y que pasó a la posteridad como “French Connection”.

Cocaína de Sudamérica

La actividad delictiva de Carbone y Spirito tuvo un paréntesis durante la I Guerra Mundial, de la que Ventura se trajo una condecoración y el cuerpo lleno de tatuajes. Tras el fin del conflicto, ambos se mudaron con sus esposas a Sudamérica. Allí abrieron numerosos burdeles y conocieron la cocaína, una sustancia de moda en Europa que también estaba siendo fiscalizada por las autoridades. El negocio suscitó de inmediato el interés de los dos mafiosos, que pusieron en marcha los primeros traslados masivos de coca entre Europa y América Latina.

Durante la segunda mitad de los años 20, el dúo corso-italiano ya se había ganado una reputación en Marsella, ciudad en la que establecieron su base de operaciones tras su aventura americana. Los dos hombres se lanzaron rápidamente a la extorsión a gran escala: bares, hoteles, burdeles, cabarets, tiendas de ultramarinos e incluso a comerciantes de frutas y verduras. 

Con aquellos ingresos y los del tráfico de drogas, abrieron prostíbulos en Túnez, El Cairo y Argentina, incrementando exponencialmente su fortuna. Fue así como consiguieron dominar el panorama mafioso francés. 'Venture' Carbone y 'Lydro' Spirito se convirtieron así en los “Emperadores de Marsella”.

Prostitutas de Marsella en la época en la que Spirito y Carbone dominaban el sector

Prostitutas de Marsella en la época en la que Spirito y Carbone dominaban el sector / Cedida

Los Emperadores de Marsella

Una de las claves de su dominio fue que no intentaron eliminar a sus competidores en Marsella. Les ofrecieron alianzas para seguir trabajando juntos en todo tipo de negocios ilícitos. Esto derivó en un potente ejército al margen de la ley que controlaba el narcotráfico, el contrabando de alcohol y los burdeles de toda la Costa Azul. Pronto se expandieron a París, donde también se hicieron un nombre de inmediato en el mundo del hampa. Tocaban todos los palos. Desde la extorsión a la falsificación de monedas o sellos.

Se convirtieron en los mafiosos más populares de Marsella. Habían pasado de delincuentes de poca monta a capos con influencias. Carbone intentaba borrarse los tatuajes de su cuerpo, porque los consideraba impropios para el porte elegante que requería su nuevo estatus. En público no se escondían y montaban eventos masivos para ganarse a la gente. Spirito organizaba combates de boxeo para que se luciese su primo Francis Buonaugura, alias Kid Francis; campeón francés de peso gallos y favorito del público de Marsella. Spirito arregló una primera pelea en enero de 1930 contra un falso boxeador estadounidense llamado Georges Mack, que en realidad era solo un estibador reclutado en los muelles de Marsella y al que le cayó una paliza sobre el ring.

El 10 de julio de 1932, sin embargo, al primo de Spirito le trajeron a un verdadero profesional: un estadounidense llamado Al Brown, que vino a Marsella para defender su título de campeón del mundo. Después de 15 asaltos, los dos oponentes seguían en pie, aunque el americano era el claro vencedor a los puntos. Pero las 12 mil personas que presenciaban el combate empezaron a presionar antes del veredicto de los árbitros. Gritaron, tiraron sillas al ring y dispararon al aire. Dos de los jueces dieron ganador al primo de Spirito. El tercero, que otorgaba la victoria al norteamericano, hizo una bola con el papel de las puntuaciones y se lo tragó. Al Brown y su equipo tuvieron que salir de allí a escape. Al día siguiente, la Federación de Boxeo restableció la victoria de Al Brown. Pero Carbone y Spirito ya habían logrado su objetivo: convertirse en los gánsteres más populares de Marsella.

Armas a Franco

A principios de los 30, la situación sociopolítica francesa era muy tensa. Era habitual que los políticos contratasen a matones para protegerse o amedrentar (cuando no directamente atacar) a sus rivales. Carbone y Spirito se dieron cuenta de que, para seguir expandiéndose, necesitaban apoyo de autoridades que les tapasen sus desmanes. La mayoría de los políticos tenían a sus maleantes como guardaespaldas. Los radicales estaban protegidos por los hermanos Renucci; los socialistas, por los hermanos Guérini. Carbone y Spirito se aliaron con Simon Sabiani. Un político de extrema derecha que acabaría colaborando con los nazis y los fascistas alemanes. 

El político fascista Simon Sabiani, a la izquierda, con Carbone y Spirito, en el centro

El político fascista Simon Sabiani, a la izquierda, con Carbone y Spirito, en el centro / Cedida

El principal motivo por el que arroparon a Sabiani es que era de Córcega, como Carbone. Y los corsos tienen, como obligación, apoyarse entre ellos. Sabiani acabó siendo diputado y hombre fuerte del Ayuntamiento de Marsella. Carbone y Spirito se convirtieron en sus sombras. El político aparecía en sociedad en las mismas mesas que el gánsteres y hacía la vista gorda con sus delitos. Mientras, los hombres de los dos mafiosos tiroteaban a sus rivales políticos, especialmente a los comunistas que montaban huelgas en el puerto.

A partir de 1936, Venture y Lydro se implicaron de lleno en la Guerra Civil Española. Por una parte, saboteaban los intentos de los franceses que pretendían hacer llegar armas al bando republicano español. Por la otra, burlaban el bloqueo del gobierno francés: fletaban barcos en Amberes (Bélgica), los llenaban de armas y los mandaban a Tarragona para surtir así a los fascistas. Franco, de hecho, estaba bien comunicado con Marsella, donde había instalado una oficina de espionaje. El 4 de agosto de 1937, el diario Ce Soir titulaba: "Franco tiene un centro de espionaje en la ciudad". Y el periódico L' Humanité abría con la frase: "Marsella es un nido de espías fascistas". Y allí, sus hombres de confianza eran Sabiani, Carbone y Spirito.

Tráfico de parmesano

A pesar de su colaboracionismo con las dictaduras, en Marsella eran dioses. Especialmente tras su operación más extravagante: la entrada ilegal de 34 toneladas de queso parmesano. Sucedió en 1938. Francia había decretado un embargo a los productos italianos, después de que Mussolini expulsara del trono etíope al rey Hailé-Selassié I.

Marsella estaba llena de italianos como Spirito, para los que aquello fue un drama: los quesos de Parma eran un elemento imprescindible para su cocina. Carbone compró un viejo barco y le pidió a su tío, pescador y marinero, que lo llenara con 34 toneladas de parmesano en el puerto de Génova. Oficialmente debía partir hacia Barcelona, porque España no había vetado a Italia. Pero en realidad llegó a Marsella. 

La Aduana francesa intervino el cargamento en el puerto. Pero como el parmesano es un producto perecedero, la mercancía, por ley, debía subastarse inmediatamente. Disuadiendo a los posibles compradores de pensar siquiera en pujar, Carbone y Spirito compran las 34 toneladas de parmesano por unos pocos francos. El queso se descargó en los mercados de Marsella y ellos se convirtieron en héroes locales. 

Muerte y exilio

Las implicaciones políticas de Carbone y Spirito se radicalizaron al empezar la II Guerra Mundial. Ambos se enrolaron en la Carlinga, una fuerza de choque que colaboraba con los nazis en Francia. De allí también hicieron dinero al abastecer, a precios desorbitados, a los soldados alemanes de artículos que solamente se conseguían en el mercado negro.

Y en uno de estos viajes de Carbone a la zona ocupada, estalló el tren en el que viajaba Carbone. Cuentan que, cuando aparecieron los sanitarios, les dijo: “Yo ya estoy jodido. Intentad salvar a los demás, porque yo ya estoy muerto”. Extremo que su mujer, la también mafiosa Germaine Germain, alias 'Manouche', confirmó horas más tarde.

'Manouche' fue la que asumió el legado criminal marsellés de su marido hasta su muerte, en 1984. Ambos habían tenido un solo hijo, que se llamó François en honor a Spirito. François Carbone heredó el pensamiento criminal de sus padres: era gay y tuvo una aventura con Johnny Halladay, el pionero del rock francés, al que estuvo chantajeando para no hacer públicas unas fotos comprometedoras.

Spirito, por su parte, huyó a Estados Unidos tras el fin de la guerra. De allí lo echaron por traficar con heroína y porque Francia lo reclamó para juzgarle por una serie de delitos. De todos salió absuelto, se fue retirando poco a poco y murió en Toulon, de muerte natural, en 1967. El dúo inspiró películas como 'Borsalino', de Alain Delon y Jean Paul Belmondo. O canciones como 'La Ventura', de Mano Negra. Pero su auténtico legado criminal sigue siendo el narcotráfico, del que estos dos mafiosos fueron los pioneros mundiales.