LA CRISIS AZULGRANA

El 'viejo Barça': de la continuidad (o no) de Xavi al victimismo arbitral

Todo se ha desmoronado en los cinco últimos días de abril en 'Can Barça', donde PSG y Madrid sepultaron las opciones de título que le quedaban a Xavi, quien ha endurecido su discurso contra los árbitros

Xavi saluda a Joan Laporta durante el último entrenamiento previo al duelo europeo con el PSG en Montjuïc.

Xavi saluda a Joan Laporta durante el último entrenamiento previo al duelo europeo con el PSG en Montjuïc. / EFE

Hace 15 meses, y coincidiendo con la conquista de la Supercopa de España en Riad abatiendo al Madrid en un gran partido, el Barça anunciaba eufórico "el inicio de una nueva era". Era una frase de Ronald Araujo que adquirió mayor valor al extenderse luego con el título de Liga, el primero de la era posMessi y quedó en la historia audiovisual con un documental.

Signos que invitaban, por lo tanto, a la estabilidad en un club de por sí inestable. Pero la derrota en el Bernabéu, que deja al equipo en blanco, ha devuelto, y de forma casi inmediata, señales del viejo Barça, entidad que creía haber superado el victimismo arbitral, sin saber aún si seguirá o no Xavi la próxima temporada.

Un club que solía huir entonces de las excusas y coartadas sostenido por la mentalidad ganadora inyectada en la pionera Copa de Europa de Cruyff (Wembley-1992) alimentada por Rijkaard (París-2006), sublimada por Guardiola (Roma 2009 y Wembley-2011) y que tiene su último vestigio en Luis Enrique (Berlín-2015).

Real Madrid - FC Barcelona

Ter Stegen, ante el Real Madrid. / EFE

Pero todo se ha desmoronado en los cinco últimos días de abril, donde PSG y Madrid sepultaron las opciones de título que le quedaban a Xavi, quien ha endurecido su discurso contra los árbitros. "Es una vergüenza. ¡No nos podemos callar!", contó el técnico en el Bernabéu.

El otro Laporta

Laporta, además, tampoco se comporta en la presidencia con la visión atrevida y rupturista que tuvo en su primer mandato cuando desafió, y con éxito, al establishment del fútbol español.

Su respuesta al 3-2 del Madrid ha sido beligerante e insólita, al punto de que reclama repetir el clásico si las imágenes confirman que el gol fantasma de Lamine Yamal fue legal. Resucita así Laporta ese tradicional victimismo que tenía el club antes de que, precisamente, llegara él a la presidencia en 2003 proporcionando una mirada radicalmente nueva y combatiendo los núcleos de poder que habitan en Madrid.

Archivo - Los presidentes del REal Madrid, Florentino Pérez, y del FC Barcelona, Joan Laporta, en Madrid.

Los presidentes del REal Madrid, Florentino Pérez, y del FC Barcelona, Joan Laporta. / EP

Tenía entonces el presidente la ayuda de Cruyff y de Txiki Begiristain, de los que no se despegó en los siete años que duró su primer mandato. Ahora, en cambio, ha cambiado de consejeros en el área deportiva. Empezó con Mateu Alemany y Jordi Cruyff. Ninguno sigue en el club, donde llegó Deco, en agosto pasado. Tres miradas distintas en apenas tres años y un mes del segundo mandato. 

Alternativas baratas

Y sobrevuela en el entorno la amenaza de repetir lo que sucedía en los tiempos de Núñez antes de la llegada de Cruyff (1988) cuando transitaban diferentes almas técnicas sin un hilo común: Lucien Müller, Rifé, Lattek, Menotti, Venables, Luis… Ahora, y pendiente como anda el Barça de esa reunión entre Laporta, Deco y Xavi, confluyen diversas alternativas para pilotar el nuevo proyecto deportivo, condicionado como quedará por la falta de recursos económicos y la incapacidad de acudir al mercado en busca de ‘entrenadores-estrella’.

Rafa Márquez da instrucciones a los jugadores del Barça Atlètic en un entrenamiento.

Rafa Márquez da instrucciones a los jugadores del Barça Atlètic en un entrenamiento. / FC Barcelona

Alternativas todas ellas, por lo tanto, de bajo coste que pasan desde la continuidad de Xavi al ascenso de Rafa Márquez del filial al primer equipo sin olvidar, por supuesto, la ruta alemana de Hansi Flick. Todos tienen algo en común. No hay coste económico.

Para Xavi sería agotar el año de contrato que le queda. Para Márquez abrirle la puerta del Estadi Johan Cruyff y para Fklick ofrecerle un trabajo tentador, pese a las dificultades, después de su mala experiencia con la selección alemana que le dejó en el paro.

Ese, la maltrecha economía, un club endeudado y que está sufriendo la envenenada herencia que legó Bartomeu a Laporta, también le emparenta con el viejo Barça, unido a la dificultad que supone estar en pleno proceso de construcción del nuevo Camp Nou, que condiciona y limita al máximo cualquier movimiento. Está, por lo tanto, el presidente casi atado de pies y manos, con un escaso margen de maniobra, aceptando situaciones que el primer Laporta jamás habría tolerado.

Entonces, se negó a despedir a Rijkaard para hacerle hueco a Scolari como pretendía Sandro Rosell (diciembre 2003). Luego resistió las presiones de un importante sector de su junta para fichar a Mourinho ya que él sí creía realmente en Guardiola (2008). Ahora, el presidente acató la dimisión de Xavi en diferido porque era Xavi y no podía ensuciar la imagen de otra leyenda del club como había ocurrido con Koeman.

Bernardo Silva trata de tapar un centro de Bellingham.

Bernardo Silva trata de tapar un centro de Bellingham. / EFE

Y de la nueva era de Arabia se ha pasado a la vieja era del Bernabéu, incapaz como ha sido el Barça de ganarle ni un solo partido al Madrid esta temporada, lo que retrata su posición de inferioridad porque no puede competir contra los clubs-Estado, entre los que incluye a la entidad blanca.

Y el inicio de algo grande que se atisbaba en enero de 2023 ha quedado ahora bruscamente interrumpido porque el Barça se ha despedido de la Liga cuando todavía quedan seis jornadas para el final. Vuelta a empezar para Laporta en su tercer año del segundo mandato, apoyado en la luz que irradian jóvenes como Gavi, Lamine Yamal, Pau Cubarsí y Fermín, entre otros, aunque con ellos solos no basta. Necesitan estar bien acompañados y arropados para no quedarse en el camino.