LIMÓN & VINAGRE

Luis Rubiales, el hombre que se tira de los escrotos

Hay cientos de miles de Rubiales en este país, pero Rubiales, hay que reconocerlo, los representa inmejorablemente

Luis Rubiales  presidente de La Real Federación Española de Fútbol.

Luis Rubiales presidente de La Real Federación Española de Fútbol.

Alfonso González Jerez

Alfonso González Jerez

1.El fútbol profesional y las competiciones regladas son fuentes ininterrumpidas de corrupción, una cornucopia de miasmas, un vertedero moral consentido cuando no ensalzado, un nudo hediondo de intereses corporativos, financieros, mediáticos y políticos (y no únicamente de política local). 

Es el resultado de un proceso (la comercialización feroz y profesionalizada de la competición y de los clubes) que no empezó precisamente ayer ni anteayer. De hecho, en la primavera de 2022, hace más de un año, se supo que Luis, el besucón entrañable, el hombre que se tira de los escrotos, pactó con Gerard Piqué, exmarido y hoy musa de Shakira, el cobro de una comisión multimillonaria por el traslado de la Supercopa de España a Arabia Saudí. Según varios medios de comunicación el presidente de la Real Federación Española de Fútbol presionó al Gobierno de Riad para que abonara a Piqué nada menos que 24 millones de euros por disputar el torneo en Arabia Saudí. 

Rubiales vio aumentar sus ingresos, porque el porcentaje variable de su contrato se vincula casi directamente con los resultados deportivos del Real Madrid y el FC Barcelona. 

No vale la pena comentar los regalos, las fiestas, los hoteles y desplazamientos de lujo, los picos pardos y blancos y el sueldo apoteósico del presidente, en el que cuelgan complementos como las bolas de colores cuelgan del árbol de Navidad. 

Rubiales se ha defendido recordando que los ingresos del fútbol español (por llamar de alguna manera a esa hedionda y prostibularia promotora de espectáculos) han aumentado en más de 400 millones de euros en el último lustro. En un ambiente como ese escandalizarse por una agresión sexual -un beso sin consentimiento a Jennifer Hermoso, jugadora de la selección española de fútbol femenino - tiene un pringue de hipocresía bastante nauseabundo. 

Es como asombrarse de que un putero mil veces reincidente le toque cariñosamente el culo a una compañera - Rubiales también se lo tocó a Hermoso, por supuesto, aunque nadie parece haberse dado cuenta. O como escandalizarse al descubrir que había noches en las que Vito Corleone no se cepillaba los dientes. Porca miseria.

2. Por supuesto Rubiales se aferró al cargo hasta el último minuto. Aun pretende recuperarlo torticeramente. A ver dónde va a conseguir un salario y un poder semejantes fuera de esa casa de lenocinio en la que ha ejercido como una exitosa madame. 

Muchos se asombran de que la asamblea de los equipos españoles le respaldaran en un principio. Pero si es el manager de todos ellos. El que los ha enriquecido -al menos a los más gordos y siempre hambrientos - y el que conoce infinidad de detalles, como mínimo, repugnantes. ¿Cómo no lo van a aplaudir? No lo sacaron a hombros, quizás, por miedo a que Rubiales les pidiera un piquito al acercarse. 

Hay que reconocer que el patrone lo tenía y lo tiene difícil. Su misma complexión física y su calvicie, sus modales de usuario de un billar con las troneras meadas y el tapiz agujereado, ese aspecto de vendedor ambulante en las cercanías de los institutos de secundaria no ayudan a una apología convincente. Una madre encerrada en una iglesia en huelga de hambre tampoco. 

Seguramente no lo leyó nunca, pero Rubiales parece que sólo hubiera leído a Valle Inclán, sólo bebiera Soberano, sólo se perfumara, es un decir, con Varón Dandy. Hay cientos de miles de Rubiales en este país, pero Rubiales, hay que reconocerlo, los representa inmejorablemente.

3. Un beso forzado, violento y grosero, una palmadita en el culo, un gesto público de poder machista y ajoarriero. Pero los infiernos del fútbol femenino son más amplios y repulsivos. Los salarios de las jugadoras, la infrarrepresentación en las juntas directivas de las organizaciones futbolísticas, el cachondeo oligofrénico en los medios de comunicación. 

Ahora se le suma el mesianismo teatrero de una izquierda a la que hasta ahora todo ese mundo le era ajeno e indiferente. Si son las mejores es también a pesar de este país. Como ocurre casi siempre.