LaLiga Santander

El Neoclásico es blanco y la Real Sociedad mantiene el liderato ante el Atlético

El conjunto de Ancelotti gestiona su efectividad ante un equipo azulgrana que no pasa de voluntarioso

Luis Suárez rescata a un Atlético que volvió a nadar a contracorriente contra una Real que ejerció de líder

El fin de semana se carga de goles en todos los campos y solo el Alavés deja su puerta a cero

Jan Oblack, portero del Atlético de Madrid, trata de detener el segundo gol de la Real Sociedad durante el partido de laLiga de este domingo.

Jan Oblack, portero del Atlético de Madrid, trata de detener el segundo gol de la Real Sociedad durante el partido de laLiga de este domingo. / EFE/Mariscal

Denís Iglesias

Denís Iglesias

El fútbol tiene algunos rígidos apartados estanco que son difíciles de romper. Fórmulas de marketing como ‘El Clásico’, que sirven para definir el duelo entre el FC Barcelona y Real Madrid. Pase lo que pase, aunque los representantes de ambos equipos sean pura vanguardia. Esto viene acompañado de previas rococó, cargadas de tópicos y antecedentes históricos para crear la burbuja necesaria. Pero el primer duelo del otrora bipartidismo futbolístico fue un ‘Neoclásico’ desarrollado en un contexto nuevo en el que el Koeman y el Barça se jugaban su escaso valor frente a un conjunto blanco de marca registrada si se compara con la abstracción azulgrana.

El Real Madrid no necesitó derrochar creatividad para pintar el cuadro de otra victoria en el Camp Nou, que se ha convertido en una galería de pinturas negras. En el pasado, este tipo de partidos solía haber un retratado principal que podía ser una representación ecuestre de Cristiano Ronaldo o un plano secuencia de una diablura de Messi. Esa dicotomía está muerta y de ella se aprovechan jugadores que en otro contexto no atraerían los focos. Es el caso de Alaba, el perfil más renacentista de la disputa, capaz de desdibujar en defensa a Ansu Fati con un bloqueo y ampliar su perspectiva hasta el punto de marcar un gol inicial que supuso un punto de fuga que acabó siendo definitivo. No ejerció de joven milagro el canterano de un club que, como Saturno, corre el riesgo de devorar a sus hijos.

El Barça tiene un nivel de acierto muy bajo. Su poder ofensivo es un bosquejo de lo que era y cuando llega el instante decisivo del que hablaba el fotógrafo Henrier Cartier-Bresson saltan los focos para convertir lo fácil en un rollo de instantáneas veladas como la que protagonizó Dest con un remate hacia el averno con todo a su favor. Con todo, el equipo de Ancelotti permitió que la mediocridad local se mezclase con cierta esperanza tras la reanudación. Ni así pudieron los hombres de Koeman convertir su prospección en algo más que un manoseo frente al marco de Courtois. Al Real Madrid le bastó con un ejercicio de dibujo técnico en un contraataque que culminó otro defensa, Lucas Vázquez, que superó a Eric García en la carrera. Aprovechó el gol para celebrar el cumpleaños de su padre. Nada de grandes simbolismos, una ofrenda familiar que tan en consonancia va con el Neoclásico. Agüero garabateó su firma con un tanto final y demostró que sigue siendo más jugador que muchos a pesar de su crecimiento como 'streamer'.

El sabotaje de Suárez

Con menos mercadotecnia de por medio, la visita de la Real Sociedad, que ejercía de líder, al Atlético era un plato futbolístico mucho más apetitoso. Y así fue. Con abundante pintura de guerra, el equipo vasco dio muestra del poder que acumula esta temporada con un gol de Sorloth cuando el Metropolitano aún no se había sacudido la adrenalina de reencontrarse con los suyos tras la derrota admitida y comprendida ante el Liverpool. Sin embargo, el conjunto colchonero volvió a salirse del trazo defensivo, una marca de identidad perdida. Hay más trazos que no se corresponden con un equipo esculpido por Simeone. Es el caso de Oblak, un portero de colección que falló en el segundo tanto realista, obra de Isak por medio de un libre directo que en circunstancias normales se habría quedado en un mero intento.

Luis Suárez acudió al rescate y aplicó el retoque necesario a un equipo pixelado que no está acostumbrado a nadar tanto a contracorriente. Pero hay clásicos de verdad que no fallan. El delantero uruguayo no es ningún artista. Todo lo contrario. Vive del continuo sabotaje de los equipos ordenados como la Real Sociedad, que atormentó al Atlético, pero que no pudo rematar la faena cuando Joao Félix cogió los hilos de Suárez para lanzarlo contra un rival que terminó dando por buena la igualada.

Pero la crítica de esta jornada es positiva. Regresó el arte popular del gol en prácticamente todos los campos para disfrute de las masas. Sevilla fue la capital anotadora. Primero, con un Sevilla que empezó demostrando una plasticidad arrolladora contra un Levante que este año desconoce aún cuál su paleta cromática. Los granotas se dejaron llevar por el Jardín de las Delicias que plantaron los de Lopetegui, a quien le llevaron los demonios ante semejante orgía. Él, un pragmático confeso. Pero el 5-3 fue la justa recompensa para los famélicos de fútbol que acudieron al Pizjuán en el horario de ayuno involuntario que suponen los partidos de las 14:00 de la tarde.

Sevilla, capital del gol

El jugador del Betis Álex Moreno celebra un gol con sus compañeros frente al Rayo Vallecano en el partido de este domingo.

El jugador del Betis Álex Moreno celebra un gol con sus compañeros frente al Rayo Vallecano en el partido de este domingo. / EUROPA PRESS/Joaquín Corchero

El vecino Benito Villamarín tuvo envidia y se decoró con otras cinco dianas repartidas favorablemente al Betis, un equipo de autor que superó a otro de la misma condición, el Rayo Vallecano de Andoni Iraola. Álex Moreno ejerció de 'frontman' de esta fiesta fusi en mano. Primero ametralló a Dimitrievski, después se metió un tiro en la pierna regalando un gol a su ex equipo y usó la pólvora que le restaba para provocar el penalti que decantó la partida a favor de los verdiblancos. Su pase al óleo.

A veces, la vida de los artistas tiene más repercusión que su propia obra. Y lo mismo sucede con determinados futbolistas. El único modo de que prevalezca lo segundo sobre lo primero es demostrándolo en el campo como hizo Iker Muniain en San Mamés, que agradeció el regreso de su mago, tan irregular como talentoso. “Me he divertido”, dijo tras el encuentro, evidenciando lo importante que es para ciertos futbolistas crear un ambiente positivo. No falló desde el punto de penalti en lo que hubiera sido un acto de copistería en cualquier otro entorno, pero no ante 40.000 almas enfervorecidas.

“Sei bella come un gol al 90"

El virtuosismo también se puede alcanzar con dotes artísticas más primitivas como son las de un buen goleador, que simplemente cincela cada ocasión para crear reproducciones exactas de un balón en el fondo de la red. Como Joselu Mato, el balón de oxígeno en la victoria del Alavés frente a un Cádiz con miedo al folio el blanco y que se quedó como el único equipo incapaz de ver puerta en el fin de semana del éxtasis anotador en el que también hubo espacio para el arte urbano. Concretamente, en el 2-2 que firmaron el Elche y el Espanyol con protagonistas como R.D.T. (como se hace llamar Raúl de Tomás), que parece un' takeo', la forma más primitiva de 'graffiti', y a la se afiliaron otros compañeros y rivales en un partido de elevadas pulsaciones en el que se lesionó Vicente Moreno, técnico perico: “Me ha pasado lo que nunca me sucedió como jugador. Lo he vivido de forma intensa dando un salto. No tenemos edad para eso”.

El fútbol, como el arte, da para múltiples interpretaciones, pero hay un tipo de obra que genera absoluto consenso como es un tanto cuando parece que todo está decidido, un momento convertido en piropo por los italianos. “Sei bella come un gol al 90”, dicta una expresión hecha realidad en Mestalla, que negó una de las normas fundamentales de este deporte como es la ley del ex con dos dianas en el descuento de Guedes y de Gaya, el murciélago de su escudo. Un final con el que rescató un punto que hundió en la miseria a Kang-in Lee, antigua promesa ché que comparecía para proclamar su 'vendetta', iniciada con una asistencia pero anulada con una expulsión. Repitió el acto redentor Montoro en el desenlace del Osasuna - Granada, quien con una curva praxiteliana apoyó todo el peso de su equipo en su pierna para armar un disparo precioso y preciso que enmudeció al Sadar. Una joya de hemeroteca a la que cualquier futbolista aspira en una carrera hipocrática, donde el arte es largo de aprender, pero la vida es breve.