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La crítica de Monegal: El harakiri inconcluso de la señora Mariko

En la serie 'Tokio Vice' (HBO Max) nos enseñan finalmente el suicidio de un capo de la Yakuza, Shinzo Tozawa, narcotraficante y asesino

Mariko en la serie ‘Shogun’.

Mariko en la serie ‘Shogun’. / DISNEY+

Ferran Monegal

Siempre me ha parecido fascinante, dentro de lo terrible, el arte del harakiri, también llamado seppuku. Es una ceremonia de suicidio por honor. Un código ético del bushido. Visto con ojos occidentales es un ritual un poco bestia. Además de la autoperforación transversal del estómago y los intestinos con un cuchillo, un elegido provisto de katana, decapita.

Dos series hay ahora mismo que nos hablan de harakiri. En el Japón feudal y también en el Japón de hoy en día. En la serie Tokio Vice (HBO Max) nos enseñan finalmente el suicidio de un capo de la Yakuza, Shinzo Tozawa, narcotraficante y asesino. Acorralado, se hace el harakiri. No sé por qué a un ser tan canalla e indigno le han dibujado un final honorable según el rito del bushido. Quizá se les ha colado un reflejo, subconsciente, de la ley del catolicismo, que por muy perverso y asesino que hayas sido, si al final te confiesas y te arrepientes, se borra toda tu infame vida y vas al cielo. 

En otra plataforma, Disney +, ya está colgada la primera temporada de Shogun. Se trata de las peripecias de un patrón de navío inglés, un navegante negociante que queda atrapado en el Japón del año 1.600. Está bajo la protección del gran señor Toranaga, un estratega de primera categoría, que mientras acaricia su halcón amaestrado, nos ilumina: "Todo hombre también puede ser amaestrado" nos dice, Y añade: "Elige a uno, el que quieras, adiéstralo, y cazará para ti"

Es de absoluta actualidad este aviso. En esta serie hay un personaje interesantísimo: la señora Mariko. Forma parte de la aristocracia del shogunato. Está casada. Es bellísima. Le encargan que haga de traductora del inglés, que no se separe de él ni un minuto, y entre ellos brota la pasión. ¡Ah! También en el Japón del siglo XVII funciona aquello de que el roce hace el cariño. Mariko es de una fidelidad al señor Toranaga sin límite. Creyendo que ha fallado en una misión, se dispone a quitarse la vida. Dicen los estudiosos del Japón medievalista que el harakiri femenino no existe. Su ritual de suicidio era distinto: cuchillo rasgando la yugular, y muerte súbita. Por fortuna Mariko no concluye lo que pretendía. Estos 10 capítulos de Shogun, sin Mariko, no tendrían sentido.

Veo ahora en la tele el flash informativo sobre Pedro Sánchez: el próximo lunes comunicará si sigue como Presidente, o no sigue. Podría ser un anuncio de harakiri.