Crítica de 'HLM Pussy': la conciencia ante el abuso

HLM Pussy es una película que se mueve entre la tesis de género y la amistad truncada, entre la teoría y la práctica. El dispositivo es el de un relato sobre tres amigas íntimas y cómo la violencia sexual de su entorno, concretada en el mejor amigo de la hermana de una de ellas, las enfrenta a partir de una drástica decisión: Amina, la que pertenece a una clase social más acomodada, de padre árabe y madre francesa, cuelga en redes sociales el video en el que el agresor intenta forzar a otra de las jóvenes, Zineb, de familia también árabe. Ni Zineb ni la tercera adolescente, Djeneba, de raza negra, querían que el vídeo fuera difundido.

Y en esa disyuntiva entre lo que piensa una y las otras, en el ascendente feminista de Amina, funciona mejor una película que en su segmento final abusa quizá demasiado de la tesis y deja de lado los rugosos matices que en la primera parte del relato enriquecen el conflicto. Porque no es solo un filme sobre cómo combatir los acosos sexuales y abusos de poder en determinados contextos y estratos sociales, extrapolables por supuesto a cualquier otro marco, sino, sobre todo, una película en torno a las distintas formas de encarar estas situaciones a partir del miedo, el consentimiento, la educación o la más pragmática y dolorosa realidad.