ARTE

El hilo rojo entre Miró y Picasso

La Fundación Miró y el Museo Picasso de Barcelona reúnen en una exposición conjunta más de 250 obras de ambos artistas, cuya amistad duró más de medio siglo

Picasso y Miró, en una imagen de archivo.

Picasso y Miró, en una imagen de archivo. / CEDIDA

Begoña Jorques

Cuenta una leyenda asiática que los dioses atan a los humanos un hilo rojo alrededor del meñique para unirlos a aquel que el destino le tiene deparado conocer o ayudar en un momento concreto. Aunque las relaciones románticas se hayan apropiado de esa tradición, la amistad bien podría ser ese filamento que nos une a personas que la providencia cruza en nuestros caminos. En el caso de Pablo Picasso y Joan Miró, ese hilo duró medio siglo, desde que se conocieron en 1920 en París hasta la muerte de Picasso en 1973 (Miró falleció 10 años después). Y hasta podemos medir su longitud: tres kilómetros, los que separan las casas de ambos revolucionarios de la pintura (¿no están cansados del apelativo genios?), los 3.000 metros que hay entre la Fundación Miró y el Museo Picasso de Barcelona.

Una de las obras expuestas en la pinacoteca.

Una de las obras expuestas en la pinacoteca. / CEDIDA

Ambas instituciones se han embarcado en un proyecto mastodóntico, como sus protagonistas. Se trata de una única exposición, que se puede visitar en ambos museos, con cerca de 250 piezas de Miró y Picasso entre vídeos, cerámica, documentos, escultura y, por supuesto, pintura, las más icónicas de ambos artistas, muchas de ellas nunca vistas.

La muestra, enmarcada en el 50 aniversario de la muerte de Picasso, está comisariada por cuatro mujeres: Teresa Montaner y Sònia Villegas, de la Fundación Joan Miró, y Margarida Cortadella y Elena Llorens del Museo Picasso de Barcelona.

Una de las obras expuestas en la pinacoteca.

Una de las obras expuestas en la pinacoteca. / CEDIDA

Miró-Picasso hace un recorrido por la relación de amistad y admiración que compartían los dos artistas, sigue los momentos en los que sus vidas se cruzaron y sus afinidades artísticas. La proximidad a los círculos surrealistas, sus posturas ante la guerra civil o los años de la segunda guerra mundial son tres de estos momentos destacados, mientras que el interés compartido por la poesía y la escritura, el descubrimiento de la cerámica como forma de expresión o la intervención en el espacio arquitectónico y público son tres de los caminos que ambos recorrieron. A pesar de las diferencias, Miró y Picasso compartieron el anhelo de ir más allá de las convenciones artísticas y explorar los límites de la pintura.

Donde todo empezó


El estreno del ballet Parade de los Ballets Rusos de Diaghilev en el Gran Teatre del Liceu el 10 de noviembre de 1917, con vestuario, telón y escenografía de Picasso, marca el punto de partida de la relación entre los dos artistas, y también el de la exposición. Aunque no sería hasta 1920 cuando ambos maestros se conocerían personalmente en París, año en el que Miró viaja por primera vez a París.

Ese encuentro no pudo ser más familiar. Las madres de ambos artistas se conocían y, como buena madre, la de Picasso dio a un joven Joan Miró un paquete para que se lo entregara a su hijo. Cosas de madre. Picasso abrió su mundo y círculo a Miró, en el que ya permaneció por derecho propio.

A partir de aquí, y dividida en siete grandes bloques temáticos y cronológicos -El encuentro, El París del surrealismo, Pintura y escritura, Años de guerra, Del asesinato de la pintura a la cerámica, El estilo Picasso, el lenguaje Miró, y Miró homenajea a Picasso-, esta macroexposición conjunta traza un recorrido a través del camino compartido de los dos creadores hasta el final de sus vidas y trayectorias artísticas.

La exposición incluye obras que los dos artistas presentaron en exposiciones colectivas en las que coincidieron, así como otras piezas fundamentales que tuvieron un impacto decisivo en sus respectivas trayectorias; ofrece un lugar destacado a los materiales documentales, que son testigos de la amistad, los puntos y momentos de coincidencia y los proyectos compartidos: desde revistas especializadas de prestigio donde publicaron hasta la correspondencia que mantuvieron, pasando por fotografías en las que aparecen juntos.

Oportunidad única


Las obras proceden de los principales museos y colecciones públicas y privadas de todo el mundo, y de las propias colecciones de referencia que custodian los dos museos, con el objetivo de mostrar, una al lado de la otra, la obra de dos artistas que transformaron el arte del siglo XX con voz propia y una intensidad plástica sin precedentes. Muchas de esas obras se ven por primera vez pues rara vez salen de sus espacios.

La exposición se puede visitar simultáneamente en ambas instituciones hasta el 24 de febrero.