Las 10 mejores series internacionales de 2023

Tras una larga inmersión en la mitología mandaloriana, Jon Favreau recordó por qué volvemos casi todos a su serie: para ver juntos al Mando de Pedro Pascal y su pequeño (pero con sus años) hijo Grogu. Y así, esto volvió a ser el blockbuster ideal.

Nadie habla como los personajes de Amy Sherman-Palladino, pero ahí radica precisamente la gracia de sus series y, sobre todo, esta que celebramos: en deleitarse con los floridos y veloces diálogos entre creaciones carismáticas a rabiar. Decir adiós a Midge no fue fácil.

Cuando algunos le daban por casi acabado, Xavier Dolan, antiguo niño prodigio del cine canadiense, sorprendió a propios y extraños entregando su obra más satisfactoria en muchos años, una especie de compendio de su carrera en forma de gran thriller dramático.

Que este remake no sería gratuito parecía bastante claro: la exigente con sus proyectos Rachel Weisz sustituía a Jeremy Irons y a los mandos creativos estaba Alice Birch (Normal People). Pero ni los más optimistas esperaban su osadía, su belleza, su feminismo radical.

A partir de lo que parecía una anécdota divertida, un desencuentro al volante, el guionista de origen surcoreano Lee Sung Jin armó una impredecible odisea tragicómica sobre raza, clase, inmigración y asuntos conyugales y existenciales. Quizá la sorpresa del año. 

El agorero guionista y productor Charlie Brooker siguió proponiendo grandes cuentos morales sobre un futuro que está casi aquí. Los mayores hits: Joan es horrible, o el streaming reventado desde dentro, y Loch Henry, aventura de terror superclase.

Lo que parecía otro ¿quién-lo-hizo? ha resultado ser (una versión deconstruida de) eso y mucho más, como una reflexión sobre la IA y el true crime o un romance trágico de los que dejan huella. Una estilización suprema redondeaba la propuesta.

Menos estresante que antaño, pero también absorbente, el drama culinario ha enamorado a base de guiones agridulces, personajes ya míticos y momentos de extraña verdad capturados casi al vuelo. Una serie excelente sobre la búsqueda de la excelencia.

El guionista jefe Jesse Armstrong decidió finiquitar la saga de los Roy en un punto álgido, en lugar de dejar que el mito se desinflara. De una muerte inesperada y tristemente brillante a una debacle final gozosamente caótica, todo fueron aciertos. 

No es la primera buena adaptación a la pantalla de un videojuego, pero sí una de inesperada resonancia emocional. Si el díptico original ya tenía hondura psicológica, su versión serializada remueve todo lo removible. A lo que hay que añadir su gran imaginario posapocalíptico o una acción y terror diseñados con elegancia. Un triunfo.