TEATRO

Núria Espert: "Me sorprende que pueda interesar mi retirada"

La actriz encabeza el reparto de ‘La isla del aire’, adaptación escénica de la novela de Alejandro Palomas, que llega este jueves al Teatro Español

Desmiente que vaya a retirarse de los escenarios, como se publicó hace unos meses 

Núria Espert en 'La isla del aire'.

Núria Espert en 'La isla del aire'. / David Ruano

Cinco mujeres solas, rotas, locas. Cinco mujeres que emprenden un viaje hacia una isla que podría ser Menorca, pero que más bien parece Ítaca. Cinco mujeres “centradas en sus propios dolores, movidas por un sueño y por la manipulación de la matriarca”. Esa matriarca, llamada Mencía, es Núria Espert, y esas otras mujeres con las que navega hacia esa isla, Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Candela Serrat y Claudia Benito, dirigidas por Mario Gas en esta adaptación escénica de La isla del aire, la primera parte de la trilogía El tiempo que nos une, de Alejandro Palomas. La obra llega este jueves al Teatro Español tras su estreno el pasado mes de marzo en el Teatre Romea de Barcelona, en cuyo escenario debutó la Espert con 12 años.

Setenta y seis años después de ese debut, lo primero que ha dicho la actriz en la presentación del montaje es que ni se va a retirar, ni está “a las puertas de la muerte”. También que “esta Isla del aire, que comparto con estas mujeres que son mis hijas y nietas, es un texto sensible, emocional, un proyecto que acepté con mucha ilusión y que se está convirtiendo en uno de los momentos más preciosos de mi vida”. A su lado, Mario Gas explicaba que este texto de Alejandro Palomas “traza una mirada profunda sobre un grupo familiar doliente, cada una de ellas atesora un drama muy fuerte, y el personaje que las vincula a todas es la abuela, Espert/Mencía, un personaje controvertido, nonagenario, que se mueve en la frontera entre lo real y lo irreal”. Y al final del viaje de estas cinco mujeres, en esa isla, se producirá “la unión entre ellas y una epifanía: todas vuelven a creer que todo es posible, y ese grupo ensimismado acaba recuperando la fe en la vida”. Precisamente de esa fe en la vida, en su familia y en su oficio conversaba Núria Espert con este diario, minutos después de la presentación de la obra.

P. ¿La edad le permite ahora, como a su protagonista, una honestidad más brutal que cuando era más joven?

R. Sí, sí. Me atrevo más con la vida ahora que cuando tenía 30 o 35 años. La del personaje es una edad preciosa y muy dura, porque tiene la suerte y la desgracia, va siempre todo unido, de vivir 90 años. Te voy a contar una anécdota graciosa sobre esto. Cuando ya habíamos aceptado hacer juntos este espectáculo le dije a Mario Gas: yo no lo puedo hacer, Mario. ¿Por qué? ¿Qué pasa? Y yo le dije que era demasiado joven para ese papel porque ella (Mencía) dice mil veces que tiene 90. No lo dice para presumir. Es que tiene 90 y yo (entonces) solo 86. Y Mario me dijo: vale, lo haremos con maquillaje.

La vida me da menos miedo ahora, la vida personal. Pero el mundo da mucho más miedo que durante todo este periodo en que yo he vivido"

P. ¿A qué se atreve ahora que no se atreviera con 35 años?

R. La vida me da menos miedo ahora, la vida personal. Pero el mundo da mucho más miedo que durante todo este periodo en que yo he vivido.

P. Su Mencía es una mujer que esconde un pañal bajo el abrigo de visón, una matriarca que se mueve entre la dureza y la fragilidad. ¿Se reconoce en su personaje?

R. Me reconozco en temporadas con alguna de mis hijas, cuando me pasa algo o el mundo no está tan quieto como parecía, pero nos ayudamos y somos una piña. ¿Secretos? Seguro que los habrá habido. También pienso en los hombres de todas estas mujeres de la obra, hombres que parece que han fracasado con ellas o que han ayudado a que ellas no tiren para adelante. A lo mejor también eso puede pasar en cualquier hogar donde haya esas cuatro generaciones. Mencía ha conseguido hacerse una película de cómo son y cómo serán sus hijas, porque ella va a morir un día, ella sabe que va a faltar, pero el día que se atreve a decirlo en voz alta a sus hijas, casi muere en el intento.

Núria Espert, en el centro, con TEresa Vallcrosa (izda.) y Candela Serrat.

Núria Espert, en el centro, con TEresa Vallcrosa (izda.) y Candela Serrat. / David Ruano

P. ¿Usted ha hecho eso con tus hijas?

R. Supongo que sí, pero quizá tampoco hemos conseguido esa sinceridad que me gustaría, que nos gustaría haber tenido a todas las abuelas y a todas las madres. No es tan sencillo, se cometen muchos errores y se acierta si se tiene la suerte de quererse profundamente. Si una de ellas no me quiere es que la cosa no ha salido bien.

P. Todas las mujeres de la obra son mujeres solas y rotas. ¿Es esta una obra sobre la falta de amor?

R. Sí. O sobre no saber qué hacer con ese amor, que no parece darles la felicidad.

P. ¿Tiene algo que ver esa falta de amor de la obra con la falta de amor en la sociedad en la que vivimos?

R. Vivimos en una sociedad muy dolorosa, no nos damos cuenta y el mundo está en llamas, en llamas. Yo compagino mi deseo de hacer bien mi trabajo con la vergüenza de estar preocupada por él cuando están pasando las cosas tan tremebundas que están pasando. Pero las mujeres de esta obra explican que hay un faro que las protege y quizá yo también lo tengo.

Dos grandes de la escena, frente a frente: Núria Espert y Vicky Peña.

Dos grandes de la escena, frente a frente: Núria Espert y Vicky Peña. / David Ruano

P. ¿Cuál es su faro?

R. Mi faro es el trabajo. Todas somos muy trabajadoras. Nurita (Núria Moreno, su hija), demasiado. Bárbara (Lluch, su nieta) es una discípula muy trabajadora. Y mi hija Alicia, en otros medios, toda la vida trabajando también. Somos muy trabajadoras, eso nos une mucho. Yo he trabajado muchísimo, pero he tenido mi calma, mi parada, y he tenido en ellas agarraderos amorosos.

P. ¿Por qué sigue trabajando?

R. ¿Y tú por qué sigues con ese chico?

P. Núria, no hay chico [risas].

R. Tienes que escribir esto, prométemelo, y también nuestras carcajadas [risas].

¿Por qué trabajo? Porque ya he leído todo lo que tenía que leer, ya he paseado todo lo que tenía que pasear, he viajado por el mundo entero [...] Y porque amo mi trabajo y me siento feliz"

P. Vale, pero explíqueme por qué sigue trabajando.

R. ¿Por qué trabajo? Porque ya he leído todo lo que tenía que leer, ya he paseado todo lo que tenía que pasear, he viajado por el mundo entero, la vida todavía me da momentos felices y vivo más vida de familia que nunca. Mi nieta Bárbara ha entrado como una bomba y todo se ha removido. Y porque amo mi trabajo y me siento feliz.

P. Hace unos días me dijo Carlos Marquerie que lo realmente difícil es llegar al final de una carrera profesional sin sentir rencor o frustración.

R. No soy rencorosa. Nunca lo he sido, ni siquiera cuando he tenido los problemas y disgustos que lleva consigo una carrera larga y de una mujer trabajando fuerte, al frente de la cosa. Y sentir frustración, en mi caso, sería un pecado mortal. He trabajado muchísimo, la suerte me ha ayudado y he tratado de merecerme esa suerte.

P. ¿Le molestó que se extendiera la idea de que se retiraba?

P. No. Me sorprendió que pudiera interesarles tanto.

P. Quizá porque es usted un mito.

R. Los mitos se mueren, como has visto, de un día para otro.