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'Señalado por la muerte', la última pero no definitiva entrega de la saga 'Trainspotting'

Irvine Welsh publica en España la siguiente parte de su conocida serie, donde los queridos personajes Renton, Begbie, Sick Boy y Spud ya han llegado a la mediana edad pero la madurez que supuestamente se alcanza no va con ellos

El autor escocés Irvine Welsh.

El autor escocés Irvine Welsh. / MARÍA TERESA SLANZI

Puede parecer que es la amistad o el peso de los orígenes o los vaivenes del destino o la redención, pero no: el tema principal de la novela de Irvine Welsh Señalado por la muerte es la adicción. Recién publicada en España por la editorial Anagrama, traducida por Arturo Peral, Francisco González y Laura Salas Rodríguez (el escritor no se caracteriza por su normatividad gramatical), reúne de nuevo a los protagonistas de Trainspotting que, 30 años después, siguen enganchados. No solo a las drogas sino que su dependencia se extiende a la violencia, al sexo, a las relaciones nocivas y a la toma constante de malas decisiones. Renton, Begbie, Sick Boy y Spud ya han llegado a la mediana edad pero la madurez que supuestamente se alcanza con los años no va con ellos. La cabra tira al monte y esta pandilla de desgraciados a los bajos fondos. Afortunadamente para los lectores, por otro lado.

El libro ha salido en castellano cinco años después de que se publicara en el mercado anglosajón. Allí cada vez es más habitual la figura del sensitivity reader o lector sensible, que se encarga de revisar el manuscrito y señalar aspectos potencialmente ofensivos para determinados colectivos. Es bastante evidente que la novela de Welsh no pasó por ese proceso o no se habría podido publicar. Sus páginas están cargadas de machismo, violencia, gordofobia, aporofobia y homofobia. De hecho, el racismo no está muy presente solo porque no hay casi personajes racializados.

El autor escocés Irvine Welsh.

El autor escocés Irvine Welsh. / MARÍA TERESA SLANZI

Pero claro ¿quién va a ir a buscar inclusividad y respeto al ser humano en una obra de Irvine Welsh? Como vino a decir Sam Leith en su reseña en The Guardian, si te gusta Irvine Welsh te entusiasmará Señalado por la muerte y si no: “Bueno, estás advertido”. Por un momento parece que la vida ha conseguido enderezar un poco a Renton y a Begbie que coinciden, después de mucho tiempo, en un vuelo transatlántico. El primero piensa que ha llegado la hora de su muerte, pero se encuentra con un Franco diferente al que vio por última vez. El que antaño era un psicópata iracundo ahora es un artista plástico que vive en calma con su mujer y sus dos hijas en California. Rechaza con rotundidad el dinero que Renton le debe desde hace décadas y que está dispuesto a pagarle con intereses porque ahora es un hombre nuevo y no lo necesita. Como no podía ser de otra manera, solo se trata de un espejismo y poco después los miembros del grupo caminarán por un camino de drogas, enfermedades de transmisión sexual, proxenetismo y compra de órganos humanos, entre otras cosas.

Esta es la quinta novela de la saga de Trainspotting. Después de la novela original, Welsh rescató a los protagonistas en la secuela Porno (Anagrama, 2005), la precuela Skagboys (Anagrama, 2014) y el spin-off de Begbie en El artista de la cuchilla (Anagrama, 2021). Se suponía que Sentenciado a muerte sería la última reunión del cuarteto escocés, pero su autor parece haber cambiado de idea. “No estoy seguro de haber terminado [con la saga]. Hay material antiguo en el que estoy trabajando”, explica a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA por correo electrónico. Parece un truco como el de las estrellas de la música que anuncian una supuesta gira de despedida pero que poco después encuentran una excusa para volver a los escenarios.

Precisamente es así como le define el periodista y escritor Miqui Otero, quien le ha entrevistado varias veces a lo largo de su trayectoria. “Welsh parece ser la última gran estrella del rock en la literatura”, sostiene. “No es que crea que deba haberlas, ni que reivindique la necesidad de que existan esas figuras a día de hoy, porque el panorama ha cambiado mucho, solo que por generación y por el culto que genera, eso es así (quizás con la excepción de Virginie Despentes, claro)”, comenta. Y recuerda una anécdota, realmente propia de los mitos como Welsh, que apoya su afirmación. “Me contó (bueno, a mí y a más gente, seguro, es algo que explica a menudo) que siempre tiene que mirar en los bolsillos y vaciarlos porque sospecha que alguien le habrá metido droga o dinero sin él pedirlo y le da miedo que lo pillen en los controles”.

Yonkis cincuentones


La llegada de Señalado por la muerte a las librerías españolas coincide con el trigésimo aniversario de la publicación de Trainspotting, uno de los pocos ejemplos de narrativa contemporánea (los clásicos juegan en otra liga) en los que la película no consigue eclipsar al libro. Si bien la adaptación a la gran pantalla que dirigió Danny Boyle en 1996 fue todo un éxito y los rostros de Renton, Spud, Sick Boy y Franco Begbie ya serán siempre los de Ewan McGregor, Ewen Bremner, Jonny Lee Miller y Robert Carlyle respectivamente, la novela se hizo desde el principio su propio huego en el podium de la cultura pop atemporal. Welsh considera que el éxito que tuvo “y sigue teniendo” el libro se debe a que “trata sobre la transición a largo plazo fuera del trabajo remunerado. ¿Qué hacemos cuando no podemos trabajar?”.

Para Otero, la clave de la vigencia de Trainspotting es la capacidad del escritor para interpelar a los miembros de cualquier generación. “Atrapa muy bien tanto el nervio adolescente como la desorientación de la mediana edad. Pero más allá de su estilo, fresco, cómico, duro, muy efectivo para muchos públicos, creo que también perdura por los asuntos que le preocupan”, dice. “A mí me parece indispensable como cronista de determinados temas. Por ejemplo, sobre la pérdida del tejido asociativo, del sentimiento de comunidad, potenciadísimo en Thatcher (a la que, por cierto, se encontró una vez desayunando en el Dorchester: ella ya amnésica y él volviendo de una borrachera) y cuya deriva individualista, pareja a la precariedad laboral, no ha hecho sino ir a más. Esos temas están ahí y resisten y no precisamente con una mirada nostálgica, sino aplicable al ahora”.

El público recibe cada libro de la saga Trainspotting con inquietud: todos son susceptibles de ser peores que los anteriores, lo que supondría una decepción para sus seguidores. La escritora y comendadora de la Orden del Imperio Británico Ali Smith resumió de manera certera el sentimiento y su conclusión en un artículo sobre Porno: “Irvine Welsh vuelve a estar en forma con su nueva novela. Eso es lo que dirán la mayoría de los críticos, porque eso es lo que dicen de Welsh cada vez que publica un nuevo libro, como si de algún modo fuera sorprendente que el libro sea bueno”.

Pero ningún autor está libre del peligro de estirar demasiado el chicle con sus sagas, pese a que esta táctica se cuestione más en unos géneros que en otros. Otero señala que, por ejemplo, en la literatura fantástica no se le echa en cara a los escritores el que continúen las historias de sus personajes célebres durante volúmenes y volúmenes. Y en las novelas de Welsh entra en juego un factor que las hermana con las del género fantástico. ¿Qué tienen en común Harry Potter y Mark Renton? Que cada uno tiene su propia legión de fans, que celebra cada nueva entrega de las aventuras de sus personajes preferidos.

“Creo que tiene todo el derecho a continuar con su saga. Es algo que han hecho otros autores ingleses vivos que me chiflan, como Jonathan Coe. Además, lo veo absolutamente sincero, en paralelo a su vida, y coherente narrativamente. Es imposible que no quiera mucho a esa peña y, como por una vez eso le pasa a muchísima gente, ¿por qué no seguir contándolos?”, afirma Otero. “Son suyos, muy suyos, así que los puede acompañar adonde quiera. Él mismo ha evolucionado”, dice.

Esa transformación del autor se refleja repartida entre los protagonistas de la serie, sobre todo en Begbie (sin el aspecto de la psicopatía, claro): él también estuvo viviendo en Estados Unidos durante un tiempo y su imagen de exaltado se suavizó. “Esa vez que hablé con él me dijo que el único caballo que conocía ahora era el que le había comprado a su mujer. Él, el cronista de la heroína y la clase obrera, ahora un jockey. Y me habló con tal pasión del asunto que hasta yo, que soy alérgico a los caballos (no es una alergia metafórica o de clase, no, es que les tengo alergia física) casi que me pido uno para Reyes”.

Portada de 'Señalado por la muerte', la última entrega de la saga hasta la fecha.

Portada de 'Señalado por la muerte', la última entrega de la saga hasta la fecha. / ARCHIVO

Aunque parece que no será la despedida definitiva de sus personajes, Welsh sí que tiene claro a quién echará más de menos cuando llegue el momento: “A Spud”. La buena noticia para los fans es que aunque alguno de ellos se despida en el presente, el autor no tiene miedo a los saltos temporales como ya demostró en Skagboys y de hecho, afirma que ese material en el que está trabajando ahora mismo corresponde a una “precuela”. Si retrocederá a los años de educación primaria de Renton, Spud, Sick Boy y Begbie está por ver, aunque no es difícil imaginar al último arrancando cabezas de muñecos y destrozando material escolar. ¿Ojalá?