NOVEDAD EDITORIAL

Tuli Márquez: "Los 'boomers' somos una generación de fracasados"

El escritor publica 'Les voltes del món', novela con aliento generacional y barcelonés en la que regresa a la larga crisis de 2008

Tuli Márquez.

Tuli Márquez. / JORDI OTIX

Ramón Vendrell

Ramón Vendrell

Tuli Márquez (Barcelona, 1962) regresa a la larga crisis iniciada en 2008 en Les voltes del món, novela con la que Alrevés Editorial estrena su colección de narrativa catalana. El creativo publicitario Àlex Izquierdo frisa en los 50 años cuando pierde el trabajo y se convierte en un apestado laboral. Con el revolcón de Izquierdo como eje construye Márquez una ficción con aliento generacional y barcelonés, o más bien graciense. "La crisis dejó muchos cadáveres -dice el escritor-. Significó la caída de mucha gente cercana a mí y lo quería explicar. Tuvo una derivada psicosomática: empezaron los cánceres, los infartos, los ictus a mi alrededor. Y con las carencias salió el Mister Hyde que todos llevamos dentro".

El propio Márquez sufrió en sus carnes los efectos de la crisis. Ya hacía un tiempo que le rondaba por la cabeza abandonar su trabajo de promoción y márketing en los sectores de la televisión y la música cuando de repente "todo el mundo cerró el grifo y se acabó el trabajo" en su órbita. No fue él quien dejó el trabajo sino que el trabajo le dejó a él.

Episodios que vive el protagonista de Les voltes del món, como conseguir un empleo en centros cívicos a través de un programa del SOC para parados en edad difícil, los vivió Márquez. Pero la escritura acudió en su ayuda. "Lo sacrifiqué todo para escribir y creo que hice bien -reflexiona-. Entre otras cosas porque no pretendo triunfar, lo único que pretendo es escribir, escribir y escribir hasta que se me acaben las ideas". Les voltes del món es su tercera obra, tras publicar L'endemà (2013) y La mida dels nans (2019).

No precisamente amable

No ofrece la novela un retrato de los boomers precisamente amable. "Por la gente que conozco, somos una generación de fracasados -considera Márquez-. Hasta los corruptos: han tenido que robar desde la política para tener tres mujeres y cinco hijos. Por otro lado, abundan las personas que lo han tenido todo y lo han mandado todo a la mierda. La única excusa que tenemos es que no fuimos formados para la sociedad en la que estamos viviendo, donde hay que ser mucho de nadar y guardar la ropa, y nosotros salimos del franquismo con el lirio en la mano".

Un piso en propiedad en la calle de Verdi impide que la debacle del publicista sea mayor. Aunque hijo de Sant Gervasi, Márquez conoce bien Gràcia, una geografía muy presente en Les voltes del món. "Fue mi segunda casa -cuenta-. Vivía en Sant Gervasi y lo que tenía más cerca para salir de noche era Gràcia. Es un barrio que tiene y sobre todo tenía una idiosincrasia acogedora. Convivían sin conflicto personas mayores y locales okupas. Acabé viviendo aquí. Ahora está sobreocupado porque, con el alquiler de habitaciones, donde vivían tres personas viven seis. Y a partir de cierta hora, desde el miércoles o el jueves, casi tienes que pedir permiso para ir por la calle".

Los tramos nocturnos de Les voltes del món, no obstante, tienen como escenario Ciutat Vella y sus bares y clubs, el territorio de Javi, el amigo tarambana de Àlex.

Portada de ‘Les voltes del món’, de Manuel Vázquez Moltalbán. / ARCHIVO


Más espabilados

Un adolescente es determinante para que el personaje principal empiece a levantar cabeza, al menos en lo profesional. "Si no creemos en las generaciones que suben, estamos muertos -señala Márquez-. Estar todo el día cuestionando sus cosas es una tontería. Nos lo hicieron a nosotros y no podemos pagar con la misma moneda. ¿Tienen que hacer lo mismo que nosotros, a los que una crisis se llevó por delante? Por suma de herramientas, creo que son bastante más espabilados que nosotros".

El autor relata con un tono más bien clínico la historia de caída y maltrecha recuperación de Àlex. "Supongo que es un efecto rebote del Periodismo que estudié en Ciencias de la Información -expone-, aunque después tirara por la rama de Publicidad. Creo que el periodismo exige una objetividad y solo debe explicar hechos. Al menos esto me enseñaron, y me parece muy difícil".