Las críticas de cine de la semana: ‘El primer día de mi vida’, 'The First Slam Dunk', 'Te estoy amando locamente' y 'El origen del mal'

The First Slam Dunk corona la gran saga de Slam Dunk, un exitoso manga de baloncesto y adolescencia escrito y dibujado Takehiko Inoue que pasaría después a la serie televisiva y al cine. El propio Inoue se encarga de la realización de este filme que es algo así como un compendio y punto final de la saga.

Se puede disfrutar sin ser amante del baloncesto ni tampoco un fan de los dibujos animados japoneses, con sus reglas tan establecidas. El trabajo de Inoue puede parecer algo académico, lejos de la radicalidad de otros mangakas y autores de anime, pero su dibujo y movimiento resulta muy plástico, de colores diluidos como acuarelas, planos generales en las que nada está descuidado y primeros planos con un tipo de expresividad que a veces hace pensar en el trazo de un Jiro Taniguchi.

El relato desvela otra superación a través del deporte y las relaciones afectivas. Mediante secuencias situadas en distintos planos temporales se nos cuenta la historia de un bala perdida, su relación con el mundo y con el balón. Los enfrentamientos corales entre los equipos de los institutos de distintas prefecturas son el marco de los conflictos y resoluciones individuales del díscolo Hanamichi, protagonista de la saga. Siendo bastante largas, las secuencias de los partidos resultan muy meticulosas y creíbles, a veces casi en tiempo real para capturar mejor los marcajes, mates y canastas. - Quim Casas

El primer largometraje en solitario de Alejandro Marín, entre otras cosas director de Maricón Perdido (2021), serie creada por Bob Pop, rebosa compromiso, enfado, afecto y, pese a la adversidad, ganas de celebrar la vida. Lo que no es poco. Esa es su gran virtud, sobre todo en los tiempos que corren. Te estoy amando locamente se percibe honesta y viva. Y, aunque eso es imposible saberlo como espectador, da la sensación de que esa vitalidad es producto de la entrega y del entusiasmo de todas las partes implicadas: de la rabia necesaria que transmite el guion a la humanidad que aportan los actores.

Sobre el nacimiento del movimiento LGTBIQ+ en Andalucía en 1977, la película de Marín (que firma el guion con Carmen Garrido) tiene en el centro del relato a Reme, una mujer viuda que entra en ese movimiento, curiosamente vinculado a la Iglesia, para ayudar a su hijo adolescente (Omar Banana), un chico homosexual que quiere ser artista. Probablemente por esa misma necesidad de contar las cosas con fuerza, claridad y enojo, Te estoy amando locamente a ratos se siente demasiado explicativa. Y la recreación estética de la época resulta un poco artificial (aunque en ese sentido no parezca haber una obsesión por el rigor). Sin embargo, todas esas cosas quedan disimuladas por la energía del conjunto (esa mezcla de enfado, reivindicación y celebración), la capacidad de Marín y Garrido de contar el lado trágico de la historia sin caer en efectismos y la calidez de los personajes, interpretados con afecto por Ana Wagener, Omar Banana, Alba Flores, La Dani o Alex De La Croix. - Desirée de Fez

Este exaltado relato de miserias intrafamiliares, traiciones entre amantes, patriarcado tóxico y asesinatos se esfuerza en todo momento por pillar al espectador con el pie cambiado. El director Sébastien Marnier sostiene la narración sobre una serie de piezas de información ausentes -actitudes ilusorias, secretos inconfesables, motivos engañosos- que van saliendo a la luz gradualmente, y entretanto la mantiene oscilando entre el territorio del melodrama, el del thriller y el de la farsa y el esperpento mientras retrata a una mujer en apuros financieros que intenta conectar con su adinerado padre, que nunca estuvo a su lado, y con la hostil familia de este. ¿Es dinero lo que busca la recién llegada? ¿Es afecto, o venganza? ¿Qué espera obtener de ella su tiránico progenitor? En su búsqueda de respuestas, la película se convierte en un muestrario de comportamientos terribles.

El origen del mal es una película de trazo grueso, y buena parte de sus personajes son meras caricaturas. Y, aunque por un lado eso le impide explorar los asuntos que enuncia -lucha de clases, enfermedad mental, odios intergeneracionales-, por el otro contribuye a su eficacia a la hora de exhibir una sensibilidad orgullosamente camp, presentar sus respetos a Claude Chabrol, Succession y otros modelos más valiosos que ella y, sobre todo, mantenernos atrapados tanto a nosotros como a esos personajes en una red de vistosos giros argumentales. - Nando Salvà