Las críticas de cine de la semana: 'Eismayer', ‘Alma viva’, 'Transformers', 'Trenque Lauquen'...

Programado en la Semana Internacional de la Crítica de Venecia en 2022, donde recibió el Gran Premio, Eismayer es un muy buen debut en el largometraje. Inspirándose en una historia real, David Wagner cuenta la historia de amor entre dos hombres en el ejército austríaco. El cineasta, también autor del guion, escribe y dirige con una precisión admirable. Eismayer expone sin estridencias, con tanta contención como contundencia, la homofobia en el ejército. Y, sobre todo, describe con esa misma economía narrativa y templanza formal a dos personajes muy complejos: un sargento (Gerhald Liebmann), temido por su brutalidad, y uno de los soldados a los que debe instruir (Luca Dimic) y del que se enamora.

 Eismayer no es el relato de una historia de amor en un contexto hostil. Es algo más ambicioso. La mirada hacia la pareja protagonista no es compasiva. Son dos personajes, sobre todo el sargento, complicados, contradictorios, con traumas, secretos y actitudes poco equilibradas (la violencia, el egoísmo o el abuso de poder están muy presentes en su historia). Esa huida del nosotros contra un mundo hostil para hablar de cómo ese mundo hostil puede destrozar al ser humano (negarlo, ocultarlo, señalarlo, traumatizarlo) es lo más valioso de Eismayer. Quizá por eso, aunque sepamos que la película está inspirada en una historia real, la dinámica y el tono de su desenlace, en el que las oscuridades quedan en suspenso, no acaba de resultar verosímil. - Desirée de Fez

De un tiempo a esta parte, es habitual ver cómo muchas directoras recurren a la fantasía, la magia o la superstición para completar sus películas, sobre todo en propuestas cuyos personajes principales son mujeres (y muchas veces sufren por el hecho de serlo). Es como si abrieran esas puertas para abordar cuestiones para las que la razón, la lógica o el sentido común no son suficientes. Por lo general, esa dimensión menos real entra de forma sutil o puntual. En Alma viva, primer largo de la franco-portuguesa Cristèle Alves Meira, las cosas funcionan de otra manera.

En el universo que ella muestra desde los ojos de Salomé (Lua Michel), una niña francesa que pasa el verano con su familia materna, en un pueblo de las montañas portuguesas, la realidad es indisociable del ritual, la superstición, la brujería. Alma viva destaca por eso, por la claridad, la rotundidad y la belleza con las que pone en escena las creencias, ajenas a la fe y opuestas a la razón, de un pueblo que busca en ellas respuestas y remedios a los comportamientos más atroces. 

El otro logro del filme es la capacidad para alimentar la mirada de la niña protagonista (deja de ser una simple observadora para ser parte de una saga) con la de las mujeres que la preceden (abuela, madre, tía), que muchas veces han recurrido a prácticas mágicas como revulsivo al machismo. - Desirée de Fez