PANTALLAS

Thatcher no está muerta, vive en la cultura (y en el sistema)

El documental 'Thatcher: el legado de hierro', dirigido por el realizador francés Guillaume Podrovnik, traza una radiografía poliédrica y crítica de la primera ministra británica a los diez años de su muerte

Margaret Thatcher, en sus años dorados.

Margaret Thatcher, en sus años dorados. / MOVISTAR+

El ocho de abril de 2013, la canción Ding Dong The Witch Is Dead [Ding Dong la bruja está muerta] que Judy Garland canta en la película El Mago de Oz (1939) se posicionó en los primeros puestos de las listas de éxitos de Reino Unido. El motivo no era una remasterización, un reboot o cualquiera de las técnicas que se utilizan para rescatar un éxito del cine y monetizarlo, sino la muerte de Margaret Thatcher. Como el grupo musical Hefner había pronosticado una década antes en su canción The Day That Thatcher Dies, cientos de ciudadanos británicos salieron a la calle a celebrar el fallecimiento de la que había sido primera ministra del país de 1979 a 1990. Hubo carteles de despedida con frases del tipo “Púdrete en el infierno” y hasta quemaron un ataúd con su efigie dentro para después bailar sobre sus cenizas. Hay que esforzarse mucho para levantar tanta pasión, pero si de algo no se podía acusar a 'La dama de hierro' era de ser vaga.

Así empieza el documental Thatcher: el legado de hierro, producido por el canal ARTE, que se estrenó el pasado 13 de abril en Movistar Plus+. Dirigido por el documentalista y escritor Guillaume Podrovnik, recoge testimonios de personas como el cineasta Ken Loach, el biógrafo y autor de Margaret and me Charles Morre y el ex primer ministro de Reino Unido Tony Blair. Este último, líder del Partido Laborista hasta 2007, declara en la cinta que: “El legado de Thatcher es el país esquizofrénico en el que vivimos hoy (...) Podría decirse que la marcha de Harry y Meghan a Estados Unidos es un gesto ‘thatcherista’, lo mismo que la creación de su propio canal de YouTube para ganar dinero con su estatus real”. Un ejemplo de cómo el neoliberalismo que la ex mandataria impulsó en su país ha acabado infiltrándose incluso en una institución tan (hasta ahora) inamovible y ultraconservadora como la Casa Real.

“Justo antes de su primera elección, Emmanuel Macron dijo en una entrevista con la BBC que iba a hacer las reformas necesarias en Francia como las que el Reino Unido había hecho ya en los 80. A raíz de esto, los medios comenzaron a encadenar debates sobre el tema: '¿Es Macron el Thatcher francés?'”, le cuenta Guillaume Podrovnik a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA. Ante dicha situación decidió, junto a su productora Karina Si Ahmed, recordar al público las consecuencias que tuvieron esas políticas hace cuatro décadas, contando la trayectoria de la ex mandataria británica. La protagonista y su historia atraparon tanto al realizador, que casi se olvida del motivo inicial del documental, aunque "desafortunadamente, fue Macron quien decidió recordarme a mí y a todos los franceses a este pequeño personaje tan mediocre, anacrónico, tan arrogante”.

El francés quiso alejarse del estilo de otros documentales como Thatcher: A Very British Revolution, producido por la BBC2 en 2002, que le parece “excelente” pero demasiado centrado en los hechos. “En el continente prima el análisis y el punto de vista del autor. No es un juicio de valor por mi parte, solo un enfoque diferente”, sostiene. Esto explica que entre los entrevistados no solo haya políticos, sino también personas procedentes de otros ámbitos y también ciudadanos que vivieron aquellos años en Gran Bretaña. “Nos pareció interesante invitar en particular a historiadores jóvenes que pudieran hablar de ella como mujer. También quería mencionar la contracultura de la época y obtener puntos de vista de ambos lados de la historia”, dice. Según Podrovnik, ninguno de los contactados declinó la invitación a participar en el proyecto, con excepción de algunos grupos musicales como Spandau Ballet. “Se negaron a permitir que se usaran sus piezas, claramente no aceptando su pasado thatcherista”, señala.

Película no recomendable para sindicalistas


“No creo que nadie en la década de 1970 hubiera apostado a que el experimento neoliberal en Occidente comenzaría en Inglaterra, donde los sindicatos y el Estado del Bienestar eran muy fuertes. El 'consenso de posguerra’ estaba bien arraigado en ambos lados del espectro político”, señala el director del documental. De la figura de Margaret Thatcher destacan muchas cosas y una de ellas es lo bien que la definía el apodo de ‘La dama de hierro’, un sobrenombre con el que el periódico ruso Krásnaya Zvezda (Estrella Roja) intentó desprestigiarla y del que ella se reapropió para convertirlo en su firma. Doblegó a los sindicatos (incluso al de la minería, el más férreo en sus posiciones), privatizó la industria y los servicios públicos, ganó la guerra de las Malvinas y aplicó políticas económicas devastadoras para la ciudadanía. Aún así gobernó durante casi una década, sin que su figura se debilitase hasta el último mandato.

Para Podrovnik lo más interesante del personaje es su ascenso fulgurante en la primera mitad de los años 70. “Da igual lo que se piense de sus convicciones y las consecuencias de la implementación de sus políticas. Su trayectoria como mujer de clase media baja, en una época en que la misoginia era tan fuerte y las barreras de clase eran tan rígidas en el Reino Unido, es absolutamente notable”, remarca. Pero aunque era hija de un comerciante de Lincolnshire no especialmente acaudalado, estaba casada con un hombre de dinero, algo que la alejaba del electorado más popular. Como buena estratega que era, contrató al periodista y productor Gordon Reece para que la ayudase a cambiar su imagen. El resultado fue una vestimenta más ligera y atractiva, un tono de voz más suave, la ausencia de sus habituales perlas y, finalmente, la victoria electoral de 1979. “A menudo se la asocia con Ronald Reagan como si las dos figuras políticas fueran intercambiables. Esto es absurdo porque ella fue una mujer brillante y Reagan no”, afirma el realizador.

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Una joven Margaret Thatcher, en su faceta más conservadoramente 'femenina'. / Movistar+


Charles Morre, el autor de Margaret and me, dice en el documental que “lo fascinante de Margaret Thatcher es que era muy conservadora, y también muy liberal, una combinación bastante inusual”. Con el neoliberalismo encontró una justificación intelectual para esas convicciones que venían dadas de la educación conservadora que recibió por parte de su progenitor. Pero ‘Maggie’ no operaba sola, sino que el thatcherismo funcionaba también gracias a un comando de gente que trabajaba en la sombra y que la aconsejaba. “Mi sensación es que no era tanto una mujer de ideología como una mujer de poder, y los neoliberales encontraron en ella al agente adecuado para impulsar sus ideas”, comenta Podrovnik.

Qué viene después


El cineasta dice que la odia un poco menos que antes de hacer el documental porque ya no es un ente abstracto para él. “Cuando haces una película centrada en un personaje, creo que tienes que intentar entenderlo, ponerte en su lugar, captar sus contradicciones y sus matices”, comenta. Además, no quiere caer en la trampa de los políticos que se empeñan en deshumanizar al adversario para atacar sin remilgos o empatía. “Margaret Thatcher era un ser complejo, con sus defectos, sus dudas, su complejidad y, por supuesto, su brutalidad. Todos tenemos estas partes de sombra y luz en nosotros, menos los santos absolutos que deben ser súper aburridos y con los que no querríamos ni pasar un fin de semana”, afirma.

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La 'Dama de Hierro', disfrutando de su poder. / Movistar+


Pero pese a haberla situado en un plano más terrenal y comprenderla un poco más, sigue sin compartir ni una de sus convicciones políticas. De hecho, el director quiere que el mensaje principal de su documental sea “ que el neoliberalismo es veneno. Hace cuarenta años, probablemente podrías decir que nos estaba matando lentamente. Hoy, nos está conduciendo cada vez más rápido contra una pared”. Considera que el deber de la ciudadanía –al menos la que se opone a este sistema– es resistir por todos los medios, porque si no el ser humano y el planeta terminarán por agotarse o la extrema derecha se hará con el poder como ya sucedió en el siglo pasado. “Puede que ya sea demasiado tarde, pero no podemos rendirnos. Los métodos por los cuales el neoliberalismo ha conquistado el poder, los métodos populistas de halagar a un electorado racista y fascista son extremadamente peligrosos pero irremediablemente clásicos”.

Su documental comienza con la desaparición definitiva de Margaret Thatcher, con esa fiesta colectiva que se entiende más aún cuando se termina (incluida la frase “Película no recomendable para mineros” en el fundido a negro). Si Podrovnik hubiese vivido en Inglaterra en aquel momento también habría salido a la calle, pero no a celebrar, sino que se habría unido al grupo ‘exorcista’ y “habría bailado sobre sus cenizas”, afirma. Ding, dong, las campanas suenan de nuevo en la pantalla.