LIBROS

Un puñado de canciones para explicar una vida llena de baches

El periodista musical Fernando Navarro publica una segunda novela en la que una selección de temas clásicos del rock'n'roll ayudan a entreverar una historia casi personal

El periodista musical Fernando Navarro, autor de 'Todo lo que importa sucede en las canciones', editado por Pepitas de calabaza.

El periodista musical Fernando Navarro, autor de 'Todo lo que importa sucede en las canciones', editado por Pepitas de calabaza. / ALBA VIGARAY

Ángeles Castellano

Ángeles Castellano

"Bob Dylan dijo una vez que no importa tanto de dónde vienen las canciones, sino a dónde te llevan". Al periodista musical Fernando Navarro (Madrid, 1.981) las canciones le han llevado a escribir una novela, Todo lo que importa sucede en las canciones (Pepitas de calabaza, 2022), que arranca con esa frase. "Elegí una serie de canciones que a mí me duelen, la música que más me ha apasionado en momentos duros, y empecé a escribir a partir de ahí", explica Navarro. El resultado es la historia de un hombre en la treintena, recién divorciado, huérfano y padre de un niño, que trabaja como crítico musical y que trata de sobrevivir a una crisis de madurez apoyándose en su mayor pasión: la música y quienes la hacen posible, los músicos. Bob Dylan, Bruce Springsteen, Elvis Presley, Lucinda Williams, The Beach Boys, Aretha Franklin, The Beatles, Patti Smith, Neil Young, Tom Petty, Roy Orbison, Tom Waits y Warren Zevon vertebran los capítulos. Sus canciones, lo que cuentan y cómo suenan, sus propias biografías, se entrelazan con las vivencias del personaje.

El libro menciona muchos más músicos y canciones, bastantes de ellos actuales y de diversos estilos, pero Navarro quería construir la historia a través, sobre todo, de los clásicos que marcaron el inicio del rock'n'roll. "Para mí era muy importante rendir un tributo absolutamente a corazón abierto al concepto, al rock como filosofía de vida, como manera de estar en el mundo", dice. "La aparición de Elvis y, con él, de la cultura juvenil, ese terremoto que luego llevó a la contracultura y dio lugar a la generación de Bob Dylan, los Beatles, los Rolling Stones y todo lo que vino después". La música le ayuda, además, a construir las emociones del personaje, apoyándose en ellas para reforzar las escenas que vive a través de sus letras o de la descripción de sus melodías.

Lo hace, además, retratando la experiencia de acercamiento a la música de una generación, aquella que tenía que comprar discos porque no había otra manera de escuchar música, que ahorraba su paga semanal para hacerlo y destinaba un día de la semana para acudir a la tienda. Cuando se descubrían discos heredados de manera casi accidental, se dedicaban horas en la habitación a escucharlos o se grababan cintas de cassette con colecciones de canciones especialmente seleccionadas para regalar a alguien querido o a quien uno se quería acercar a través de la conexión musical. ¿Se puede amar la música de la misma manera ahora, cuando acceder a ella es instantáneo? "Bueno, no lo sé", responde Navarro. "Yo creo que se puede amar la música de todas las maneras posibles, y hay algunas incluso que están por inventar". Y destaca: "Sí que esa experiencia te permitía comprometerte con esa aventura, porque generaba un esfuerzo importante y todo lo que genera un esfuerzo te obliga a un compromiso".

Navarro ha trabajado en el diario El País los últimos 15 años. Su pasión siempre fue la música, y eventualmente, la hizo coincidir con su oficio. Además de escribir en el periódico, ha colaborado con algunas revistas musicales, como Ruta 66, Efe Eme o Rolling Stone, y en programas de radio. También enseña periodismo y crítica musical en la Escuela de Escritores de Madrid y en la Escuela de Periodismo UAM El País. Antes de esta, publicó otra novela, Martha. Música para el recuerdo (66 rpm, 2015), y un par de ensayos, Acordes rotos y Maneras de vivir.

Canciones para aprender a vivir

Todo lo que importa sucede en las canciones partió de una serie de conversaciones con su amiga Belén Bermejo, editora de Espasa fallecida en 2020. Después de varios encuentros hablando sobre su inquietud por escribir, en una sobremesa le confesó lo que realmente quería hacer: "Le dije que lo que de verdad me gustaría contar es cómo la música es muy importante en los momentos de mayor soledad en la vida de las personas, cuando todo se derrumba". Ella le hizo una propuesta: que empezase a escribir sobre eso y le fuese enviando los fragmentos.

Navarro le hizo caso, le mandaba capítulos y ella le respondía "marcando con corazoncitos" lo que encontraba más interesante, para que él siguiera profundizando ahí. "Ella siempre me señalaba las cosas que no tenían que ver con las canciones, sino con la historia que había detrás del personaje". La novela, pues, aborda cuestiones como la soledad, no encontrar un lugar en el mundo, la paternidad o el duelo, que en este libro se narra a partir de la pérdida de la madre del protagonista. "Cuando pierdes a un ser querido tan cercano como pueda ser tu madre, el dolor infecta a la persona que eres, pero también a la persona que ibas a ser y ya no serás, y no sabes cómo te va a sorprender este dolor. De repente te puede sorprender en algo tan inmenso como el nacimiento de tu propio hijo", explica.

La madre es una figura central en la novela: no es sólo quien ofrece al pesonaje una infancia feliz pese a las circunstancias, sino que le da la posibilidad de vivir su pasión en libertad. "Si tuviera que agradecerle hoy una sola cosa a mi madre", dice el protagonista, "sería que nunca me pidió que bajase el volumen". "Al final la madre es como el rock and roll", explica el autor. "Anima al protagonista a buscar la libertad, seguir sus pasiones, tener sus propias reglas".

Cuenta Navarro que vivimos un tiempo en el que la gente expone su vida en las redes sociales, y a pesar de eso, no se suele contar lo complicado que es la cotidianeidad. En su libro, el protagonista cree que puede encontrar las soluciones en las canciones, que Bob Dylan puede ayudarle mejor a encontrar respuestas que la consulta de una psicóloga, y desemboca en una caricatura. "Las canciones no te enseñan a cambiar pañales, a ser tierno con tu pareja, a tener paciencia con tus propios impulsos..." reflexiona. "El protagonista habla de que la música es su patria, pero lo que él necesita buscar realmente es su matria: las generadoras de afectividades, de los vínculos, las que tienen las herramientas para vivir el día a día". ¿No implica eso una mirada un tanto condescendiente y paternalista? "Puede ser, pero al final el personaje es una caricatura de una forma de ser y hay una parte de esto que es muy masculino, una caricatura de una forma de entender la masculinidad".

La música es el vehículo para entender las emociones y Navarro las pone al servicio de una historia que se vale de los mismos códigos que las canciones para llegar al lector. "Hay una frase de Bob Dylan que viene a decir que a él le gustaría pensar que cuando alguien escucha sus canciones le ve a él cómo camina por la calle. Que su música le pudiese describir. Yo he intentado hacer eso con este libro, escribir de tal forma que se vea cómo camino y sobre todo cómo escucho la música".