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'Música, maestra': un trabajo sobre mujeres escrito por mujeres

Una nueva antología de textos desafía a otro de los cotos tradicionalmente asociados con la mirada -y el oído- masculino: el de la escritura sobre música.

Kim Gordon, una de las editoras de 'Música, maestra', tocando en directo en el Primavera Sound cundo todavía era miembro de Sonic Youth, en 2007.

Kim Gordon, una de las editoras de 'Música, maestra', tocando en directo en el Primavera Sound cundo todavía era miembro de Sonic Youth, en 2007. / Marta Jordi

La escritora Anne Enright estaba a la salida del pequeño auditorio del Irish Arts Center de la Calle 51 de Nueva York cuando sufrió un episodio cercano a la afasia. Afortunadamente, no estaba provocado por algún tipo de problema repentino de salud, sino por algo menos grave pero más sonrojante: el fenómeno fan. Se encontraba frente a la artista a la que veneraba, dispuesta a entablar una conversación con ella, pero de su boca solo salió un balbuceo ininteligible. Un bebé habría podido vocalizar mejor que Enright frente a Laurie Anderson, la artista de vanguardia que sacudió las listas de éxitos de principios de los 80 con su canción Oh, Superman (un ejemplo de cómo sacarle provecho al vocoder durante ocho minutos), pero su cerebro se lo impidió. Su intención era decirle “Bueno, no me conoces. Sí, soy yo. Aquí estoy. Sabes que me estabas esperando, y aquí me tienes”. Pero lo único que salió de su boca fue “fiffloopidiggllyblop”.

Todos los artistas, incluso los que no llenan ni salas mínimas en sus actuaciones, tienen algún seguidor aguerrido, así que muchas personas se identificarán con la pobre escritora. Ella es la autora del texto titulado Una joven fan que se incluye en el volumen Ensayos sobre música y mujeres, escritos por mujeres, que Libros del Kultrum acaba de publicar en España traducido por Jules Vineyards. La antología recopila 16 textos sobre artistas femeninas firmados por otras mujeres, además del prólogo escrito por Heather Leigh, “compositora, artista y jardinera que vive en Glasgow, Escocia. Sus álbumes en solitario más recientes son I Abused Animal, Throne y Glory Days”, según se puede leer en su biografía resumida que aparece en el libro. También se podría añadir que es una reconocida especialista en steel guitar, esa guitarra que se toca sentado y con un pequeño aparejo metálico recubirendo los dedos.

Hay otro dato importante: las editoras del libro son Kim Gordon, la artista, escritora y cofundadora de la banda Sonic Youth, y la periodista musical y escritora Sinéad Gleeson. Cada una se encargó de escoger a siete autoras para proponerles participar en el proyecto y, además, ambas han aportado un texto propio. Gleeson comenta a El Periódico de España que “era muy importante para nosotras no imponer el tema a las escritoras, porque cuando los editores hacen esto –especialmente en un libro de este tipo– corren el riesgo de que muchas de las historias sean iguales. Queríamos que se arriesgasen, pero sobre todo que escribiesen sobre algo que fuese muy importante para ellas”.

La artista y ex miembro de la banda Sonic Youth Kim Gordon.

La artista y ex miembro de la banda Sonic Youth Kim Gordon. / David Black

Gleeson y Gordon habían coincidido dos veces antes de trabajar juntas. La periodista entrevistó a la cofundadora de Sonic Youth cuando publicó sus memorias La chica de la banda en 2005 y años más tarde, en 2019, volvió a dialogar con ella en la inauguración de una exposición de sus obras de arte en el Museo Irlandés de Arte Moderno de Dublín. Al día siguiente del evento, la artista viajó a Londres para reunirse con Lee Brackstone, que había sido su editor y que ahora tenía su propio sello dedicado en exclusiva a libros sobre música llamado White Rabbit.

“Él le propuso elaborar esta antología y ella le dijo que no tenía mucha experiencia en el campo de la edición”, explica Gleeson. “Pero también le mencionó que me había conocido en Dublín, que ya había hecho varios trabajos similares, que me encantaba la música y que nos llevábamos muy bien, así que podíamos hacerlo entre las dos”. Brackstone la contactó al momento para hacerle la propuesta y ella aceptó de inmediato. “Estaba muy emocionada por trabajar con Kim porque había sido seguidora de su grupo durante toda su carrera y un libro como este me pareció importante. En cierto modo, fue algo totalmente accidental, pero estoy muy contenta de que haya sucedido”, sostiene.

Sinead Gleeson, editora del libro junto con Kim Gordon.

Sinead Gleeson, editora del libro junto con Kim Gordon. / Cedida

Diferentes voces, pero todas de mujer


Con su labor de edición han conseguido un compendio de ensayos con estilos muy diferentes, algunos a cargo de escritoras muy reconocidas, y con protagonistas que nada tienen que ver entre ellas. Por ejemplo, Ottessa Moshfegh le dedica su ensayo a Valentina, su profesora de piano que le hizo darse cuenta de que no era pianista sino escritora. Rachel Kushner aborda la vertiente country de Wanda Jackson, más conocida por el público por su faceta rockabilly, mientras que Liz Pelly se centra en la figura de Agnes ‘Sis’ Cunningham, cantautora y activista política, en su texto titulado Broadside: baladas panfletarias. Al principio del libro se incluye un código QR que dirige a la playlist preparada por Sinéad Gleeson con todas las canciones mencionadas por las autoras y comentadas en la antología.

Por supuesto, Gleeson deja muy claro que es muy difícil para ella señalar qué texto es el que más le ha gustado y se excusa diciendo que sus preferencias cambian dependiendo del día. Pero sí remarca que La música en Internet no tiene contexto, en el que Kim Gordon entrevista a Yoshimi Yokota, batería del grupo Boredoms y de la banda exclusivamente femenina OOIOO, le parece fascinante. “No solo porque te haces una idea de cómo se hace noise rock en Japón, sino también por saber cómo fue para Yoshimi ser una mujer en la música en un país que tiene ideas muy específicas sobre cómo debe ser una mujer”.

Para su propio ensayo escogió a la pionera de los sintetizadores Wendy Carlos, célebre por la banda sonora de La naranja mecánica, de la que no sabía demasiado y que la reconfortó durante la pandemia, porque lo que más le ha gustado de este trabajo es conocer a artistas nuevas. “Me gustó mucho aprender sobre la increíble voz única de Linda Sharrock en el ensayo de Juliana Huxtable Poema de alabanza para Linda. También me emocionó ‘Auld Lang Syne’ en julio, el trabajo en tres partes de Yiyun Li que trata sobre música y propaganda en China, aprender inglés a través de canciones de pop y la alegría de compartir música con su hijo adolescente que murió trágicamente hace un par de años Todos estos ensayos me conmueven e inspiran de diferentes maneras”.

Heather Leigh explica en el prólogo que ha tenido una sensación similar a la expresada por la coeditora al leer los ensayos. “Del mismo modo que el incauto lector que aborda esta lectura, no comparto antecedentes con ninguna de las dieciséis mujeres que participaron en esta antología; sin embargo, cada ensayo de esta vívida selección evoca en mí el sobrecogedor recuerdo de mi propia singladura vital”, escribe. “Semejante constatación da fe de la capacidad de la música para conectarnos con los recurrentes altibajos de nuestra existencia: el nacimiento, el amor, el desamor, el romance, el dolor, el sexo, la vejez, la pérdida, la enfermedad, la soledad y, en última instancia, la muerte”.

Gordon y Gleeson conocen el sector de la música desde dos perspectivas diferentes pero complementarias, a la manera de la antología: mientras una ha creado la música durante su carrera, la otra la ha contado en sus artículos y entrevistas. Ambas han visto la evolución de la posición de las mujeres en el gremio y para Gleeson ha mejorado con los años, aunque “Kim quizá podría responder mejor a esta pregunta" [finalmente no ha podido participar en el artículo]. Pero, según su punto de vista, ya ha llegado el momento de dejar atrás la pregunta de cómo es ser una mujer en la música.

“El género se ha convertido en algo mucho más fluido en los últimos años y la industria de la música debería centrarse en apoyar todas las voces: las mujeres, la clase trabajadora, las personas racializadas, las mujeres trans o los artistas discapacitados”. Y también defiende que el canon de la escritura musical ha progresado y ya no está dominado por los hombres, que tradicionalmente han dejado fuera del foco de atención a las minorías. “Afortunadamente eso está cambiando, pero siempre queda más trabajo por hacer”, afirma. La antología Ensayos sobre música y mujeres, escritos por mujeres es un buen ejemplo.

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