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Tamara Rojo: "El ballet en España está peor ahora que cuando me fui"

La premiada bailarina y directora española del English National Ballet se despide del escenario del Liceu con una moderna y aclamada versión de 'Giselle' firmada por Akram Khan

Tamara Rojo, en el Liceu.

Tamara Rojo, en el Liceu. / Ricard Cugat

Marta Cervera

Muchos bailarines han realizado una importante carrera en la danza fuera de España, pero ninguno ha llegado tan lejos como la española Tamara Rojo, directora del English National Ballet (ENB). A punto de cumplir los 48 años, la premiada bailarina se despide de los escenarios antes de emprender una nueva etapa como directora del Ballet de San Francisco a partir de 2023. Esta semana, el público barcelonés podrá verla bailar por última vez en el Liceu con la renovada versión de Giselle realizada por Akram Khan, coreógrafo y bailarín indio especialista en kathak, danza clásica de la India, y danza contemporánea. La película de Lars von Trier Bailando en la oscuridad, protagonizada por la cantante Björk, fue la chispa que la llevó a pensar en otra 'Giselle', un personaje que para ella "es capaz de ver la belleza en todo, incluso en circunstancias muy difíciles", como la protagonista del filme.

Esta 'Giselle' es una reflexión sobre el verdadero significado de la obra original con una nueva manera de contar esta historia"

Su versión, fiel al original pero diferente, ha supuesto un soplo de aire fresco en un mundo tan tradicional como el del ballet clásico. Aunque en el Teatro Real hubo algunas protestas, lo cierto es que esta nueva versión de Giselle, con una gestualidad y teatralidad diferentes, alejada del contexto romántico, ha marcado un hito. Se ha convertido en una de las piezas más solicitadas del ENB, una institución con 70 años de historia que Rojo ha capitaneado durante los últimos 10 años.

"Es ya una obra emblemática. Plasma mi idea de respetar la tradición y de entenderla, pero invitando a creadores contemporáneos a hacer sus propias versiones, algo bastante común en la ópera, no tanto en el ballet clásico", dice Rojo en el Liceu, donde este ballet se presenta por fin este miércoles. "Es una reflexión sobre el verdadero significado de la obra original, con una nueva manera de contar esta historia". Una versión que enfatiza la desigualdad social. En lugar de campesinos y nobles aparecen dos mundos, el de los trabajadores inmigrantes de una fábrica de ropa, los parias, y los ricos empresarios.

Tradición y modernidad

La música ha sido reelaborada por Vincenso Lamagna a partir de la partitura original de Adolphe AdamEl premiado diseñador de Hong-Kong Tim Yip firma la escenografía y el vestuario. "Hay melodías que se pueden reconocer. Por ejemplo, al principio del segundo acto, la melodía de Mirta, la reina de la Willis, está, pero tiene una tonalidad diferente que le da un giro más oscuro. Este personaje está más presente porque en esta versión Giselle y Mirta son una misma persona, solo que con visiones opuestas. Su paso a dos es un duelo entre qué rumbo tomar ante una traición amorosa, venganza o perdón".

Los abucheos me parecen un gran honor. Las broncas no me dan miedo. El público debe expresar lo que siente"

¿Teme que en el Liceu pueda haber una reacción adversa por parte de los puristas? "Los abucheos me parecen un gran honor. Las broncas no me dan miedo. El público debe expresar lo que siente, al fin y al cabo es el consumidor. A ver, no en medio de un silencio, pero son libres de expresarse. Todas las grandes figuras a las que admiro, desde Diaghilev a Nureyev, Nijinsky, Nijinska, Rambert fueron abucheados en algún momento, ellos o sus obras".

La estrella de la danza está impresionante tras haber debutado como madre el año pasado a los 46 años con el apoyo de su pareja, el bailarín mexicano Isaac Hernández, 16 años más joven. La aclamada artista nunca se ha arrepentido de dejar España en 1996, sin duda, su mejor decisión. "Me entristece decir que la situación del ballet está peor que cuando yo era adolescente. Ya no existen compañías privadas que daban una alternativa profesional a los bailarines. Y muchas de las escuelas que formaron a generaciones de grandes bailarines que hemos estado por el mundo, o no existen o ahora trabajan de una manera diferente. Ahora es más difícil para los jóvenes que quieran tener un futuro en la danza, tanto para su formación como profesionalmente". Ella misma se formó con Víctor Ullate, cuya escuela tuvo que cerrar, al igual que su compañía, que bajó la persiana tras 31 años ante la inviabilidad económica del proyecto.

He bailado más de lo que podía haber soñado en todos teatros del mundo y agradezco por ello el apoyo público"

Rojo se despide de los escenarios con esta Giselle que bailará dos veces en el Liceu, el miércoles y el sábado con su pareja como Albrecht. "El Liceu es el segundo teatro donde bailé como profesional, el primero fue el de la Zarzuela", recuerda. Con ella viajará este verano a Nueva York y se despedirá de París en octubre. "Llevo más de dos años sin bailar y con esto me retiro. Es simplemente desarrollo natural del que estoy muy satisfecha. He tenido muchísima suerte. He bailado más de lo que podía haber soñado en todos teatros del mundo y agradezco por ello el apoyo público. Ya estoy más que preparada para dejar el escenario. Hay gente llena de talento que también ha de tener su momento y su oportunidad". Ella seguirá explorando su faceta como coreógrafa. Ya ha realizado una versión de Raymonda, que trasladó a la Guerra de Crimea, estrenada por el ENB, y otra de Cenicienta con el Ballet Nacional Sueco.

Misión cumplida

Cuando hace balance de su paso por el ENB le brillan los ojos. "Me siento muy orgullosa del catálogo de nuevas obras hechas en estos diez años y también de nuestra nueva sede, que ha transformado nuestra manera de trabajar y la de otras compañías inglesas que vienen a crear sus obras allí. Aquello nos salvó durante la pandemia. Tener siete estudios permitió trabajar en burbujas y crear contenido digital. Dejo la compañía fuerte económicamente, con un gran elenco de bailarines y giras internacionales para los próximos años".

Su próximo reto está en EEUU. No descarta seguir contando con Akram Khan al otro lado del Atlántico, pero tiene ganas de trabajar con creadores norteamericanos. Cita a la coreógrafa Andrea Miller, entre otros. "En el ENB he desarrollado un trabajo teniendo en cuenta el contexto cultural del Reino Unido y el tipo de danza que el público está acostumbrado a ver allí. El Ballet de San Francisco tiene sus propias peculiaridades. Conozco menos esa cultura pero estoy leyendo sobre la historia de EEUU. Es una institución diferente. Su temporada actual tiene nueve creaciones nuevas, eso nunca ha pasado en el ENB".

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