ABUSOS SEXUALES

Un exalumno desentierra abusos sexuales en un colegio de Barcelona: "Me rompía el pantalón para tocarme"

Los hechos se produjeron por parte de un profesor en 1965, cuando el hombre tenía 10 años

José Campos observa la entrada del colegio en el que sufrió los abusos. / MANU MITRU

José Campos observa la entrada del colegio en el que sufrió los abusos. / MANU MITRU / MANU MITRU

Guillem Sánchez

"Se llamaba profesor Gómez, no era religioso, era seglar. Era joven, tenía la cara redonda y una mancha, como una peca, en la mejilla izquierda. Estoy seguro de que nos daba clases de dibujo y creo que también impartía alguna otra materia". Si José Campos estruja sus recuerdos, en busca de información sobre el maestro del colegio Tecla Sala de L’ Hospitalet de Llobregat (Barcelona) que

 abusó sexualmente de él antes de que cumpliera los 10 años, en 1965, es capaz de traer hasta el presente esta información, y de aclarar que recuerda nítidamente su rostro a pesar del tiempo transcurrido. Tampoco ha olvidado cómo actuaba cuando les agredía sexualmente a él y a otros alumnos, delante del resto de compañeros.

La víctima ha denunciado policialmente unos hechos ya prescritos que ocurrieron cuando el Tecla Sala era de los Misioneros del Sagrat Cor

"En esa época vestíamos pantalones cortos y Gómez metía la mano izquierda por la pernera. Pero como no le cabía, rompía la costura del pantalón para poder llegar hasta los genitales. Y allí dentro mantenía su mano hasta que se cansaba", asegura Campos. 

En aquella clase de un colegio religioso de los años 60 tal era la impunidad del abusador, que no requería esconderse, y que podía alargar sus tocamientos cuanto quisiera, frente la mirada más o menos consciente pero jamás reprobatoria del resto de niños —era un centro exclusivamente para varones—. Una forma de proceder que no es nueva, la del docente que abusa mientras corrige cómodamente sentado en su escritorio, y que exalumnos de otras escuelas religiosas —como algunos que estudiaron en el de los Maristas de la Inmaculada en el Eixample de Barcelona— ya habían denunciado en este diario en 2016. 

La denuncia ante los Mossos

Campos, tras conceder una entrevista a El Periódico, de Prensa Ibérica, ha acudido este jueves por la tarde a la comisaría de los

Mossos d'Esquadra

en L'Hospitalet de Llobregat para formalizar una denuncia contra el profesor Gómez. Este diario ha contactado con el colegio, que actualmente ya no pertenece a la misma organización religiosa —dejó de ser de los misioneros del Sagrat Cor en 1992 a principios de los 90–, y la dirección asegura haber tratado sin éxito de encontrar más información sobre Gómez, de quien Campos ha olvidado su nombre y segundo apellido.

La denuncia no va a resolver esa incógnita. Ni esa ni ninguna otra relativa al caso: al tratarse de hechos prescritos los policías no investigarán porque el juez archivará la causa. Y, aunque los delitos no estuvieran prescritos, es muy posible que Gómez, que ahora quiza tenga más de 90 años, ya haya fallecido. ¿Entonces por qué hacerlo público ahora?

"Porque ha llegado el momento", razona con calma Campos, que ha meditado el paso que quiere dar con nombres y apellidos y aceptando una foto en la que no lo se le reconozca. "Y por que lo que hacía con nosotros era una salvajada", concluye. Una "salvajada" por la que pasaron buena parte de sus compañeros de clase. 

El pecado

Campos no se calló. A pesar de sufrir aquellos abusos en un colegio religioso durante el Franquismo, cuando la Iglesia mantenía un poder innegociable sobre familias creyentes como la suya, habló con sus padres. "El professor em toca la cuca", soltó a sus progenitores mientras comían. Fue una revelación que cayó a plomo sobre los dos adultos. Su madre le pidió que acudiera a la iglesia más cercana a confesarse. Y que se asegurara de preguntarle al cura si lo que había ocurrido en el aula era culpa suya o de su maestro. Así lo hizo. "El cura me respondió que debía pedirle a mi madre que viniera a verle a él esa tarde. Pero mi madre no quiso ir". 

La madre de Campos creyó a su hijo y comprendió entonces por qué la costura del pantalón del niño se rompía repetidamente

Lo que sí hizo su madre, tanto ella como su padre, fue presentar una queja formal en el colegio. La mujer se había hartado de coser la pernera del pantalón, convencida de que se rompía durante el recreo. Ahora sabía que la costura se rompía por culpa de una causa inconcebible: un maestro del colegio la reventaba con las dos manos para poder meter mano a su hijo durante el rato que gustase. 

El traslado

La dirección del centro, sin que Campos sepa a qué acuerdo llegó con sus padres, trasladó al profesor Gómez. "Nos dijeron que había regresado a su pueblo natal, que si no recuerdo mal era

Málaga

, o estaba cerca de Málaga". Después, sus padres contactaron con el centro de los jesuitas en Sarrià, el Sant Ignasi, a través de un cura cercano a la familia, e inscribieron a Campos en esa escuela, donde prosiguió con sus estudios. 

Campos coincidió allí con algunos profesores y sacerdotes que mucho tiempo después, en 2019, tras una investigación de El Periódico, de Prensa Ibérica, han terminado también siendo denunciados por abusos sexuales, como el padre Lluís Tó o el padre Pere Sala. Pero en esa escuela, la más prestigiosa de los jesuitas en Barcelona, Campos no sufrió ninguna agresión sexual. Sospecha que los profesores estaban al corriente de que había acusado a un profesor en el Tecla Sala y que por ese motivo se encontraba en el Sant Ignasi, una etiqueta que quiere creer que le protegió esos años. 

Consultados por este diario algunos exalumnos del Tecla Sala que residen cerca del colegio, que sigue donde estaba, junto al Ayuntamiento de L'Hospitalet, ninguno recuerda haber sufrido o presenciado abusos concretos por parte de otros profesores. Ni seglares ni religiosos. Una vecina, en sentido contrario, sí afirma que a su marido, fallecido hace más de una década, hablaba de un sacerdote que se lo sentaba en la falda para hacerle tocamientos. 

El orden de los Misioneros del Sagrat Cor traspasó la administración de la escuela Tecla Sala a la Fundació per a les Escoles Parroquials en 1992. El Tecla Sala debe su nombre a la empresaria téxtil que financió su construcción, Tecla Sala Miralpeix, y fue inaugurado en 1957.