Opinión | ISLAS BALEARES

Hacia una España más plural, sostenible y justa

Después de muchos meses de sacrificios e incertidumbre, hoy podemos hablar del mayor momento de esperanza desde que irrumpió el virus: el de la reactivación, el de nuestra recuperación económica. Por lo tanto, dibujar el futuro que queremos y necesitamos pasa ahora por responder a dos preguntas: ¿cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo podemos aprovechar el camino recorrido?

Para responder a la primera, creo que en las Illes Balears se ejemplifica de forma muy clara el modo en el que estamos superando este virus. La principal clave, y esa ha sido nuestra obsesión, es la de salvar el máximo número de vidas posible.

Para ello ha sido necesario en todo momento ir adaptando las medidas de restricción a cada situación que ha exigido la pandemia, siempre escuchando a científicos y expertos. En paralelo, desplegar el escudo social ha permitido que a la par que se salvan vidas, se salven también empleos y negocios afectados por estas.

La cultura del diálogo y el consenso ha sido también un punto importante de inflexión"

La cultura del diálogo y el consenso, con agentes económicos y sociales, ha sido también un punto importante de inflexión: todos hemos ido a una. Es una forma de gobernar que con la pandemia hemos intensificado porque nos ha permitido llevar a cabo medidas eficientes y reclamar con firmeza ante el Estado las herramientas necesarias para atender a nuestro territorio, el más afectado por la crisis debido a la fuerte dependencia de la movilidad y el turismo. 

Por lo tanto, hasta el momento de la reactivación hemos llegado unidos. Con el compromiso de la ciudadanía encabezando este camino duro. Con la paciencia de empresas y trabajadores, escudados en ayudas directas y en unos ERTE que han demostrado ser una solución contundente para la protección de los puestos de trabajo. En este sentido, el Gobierno de España ha entendido a la perfección que de esta crisis debíamos salir de una forma diferente. 

En las Illes Balears, esta estrategia nos permite liderar la recuperación económica en España. Fuimos la comunidad más afectada por la crisis, pero también hemos sido la que antes ha podido abrir al exterior, la que antes ha repartido las ayudas directas para empresas y autónomos, y la que en el momento de la reactivación se ha encontrado más preparada para afrontarla. 

Ahora, esta situación nos obliga a responder a la segunda cuestión que planteaba: ¿cómo podemos aprovechar este momento? O, dicho de otra forma: ¿qué futuro tanto inmediato como a medio y largo plazo nos planteamos?

Para responderla, debemos ser conscientes de que Europa ha entendido también la gravedad de las circunstancias y ha respondido como nunca al gran reto de impulsar esta reactivación. Los fondos Next Generation son una oportunidad única para reconvertir tanto a las Illes Balears como a España en lo que queremos. Y eso se traduce en unos territorios más competitivos, más verdes, más diversificados productivamente y, sobre todo, más justos.

Estos fondos nos permiten abordar los retos más urgentes y necesarios que desde ya debemos afrontar. Hablo, por ejemplo, de diversificar y modernizar nuestra economía para que sea más digital, más próxima, circular, innovadora y respetuosa con el territorio.

Hablo de impulsar medidas eficaces contra el cambio climático, en la línea de la pionera ley que impulsamos en las Illes Balears en 2019. Hablo de reducir desigualdades y garantizar el estado del bienestar, sin dejar a nadie atrás. Y hablo de, como hacemos en las islas desde hace seis años, mejorar nuestros servicios públicos, que han resultado tan vitales para afrontar el virus.

Mirar hacia la periferia

Aun así, sabemos que los retos son numerosos y con todo esto no es suficiente, porque también necesitamos vertebrar políticas que cambien los mecanismos que conocemos hasta ahora y que nos permitan afrontar todas las desigualdades de una forma más equitativa y justa. 

Me refiero, por un lado, a que debemos conseguir que el Estado sea un reflejo mucho más fidedigno de nuestra realidad territorial. Que bascule más hacia la periferia, porque en muchas ocasiones las decisiones que se han de tomar se enfocan desde la perspectiva de Madrid, y España no es Madrid, sino una realidad más plural a partir de las diferentes perspectivas culturales, lingüísticas, económicas y sociales de cada territorio. 

Y por el otro lado, pero ligado al punto anterior, creo que es imprescindible abordar un cambio en el modelo de financiación de las comunidades para reducir desigualdades sistemáticas, con autonomía fiscal, que tenga en cuenta la superpoblación y su efecto sobre el coste de los servicios públicos -y no solo el de la España que se vacía-.

Un ejemplo muy claro es la situación que se da en las Illes Balears, que es la segunda comunidad en aportar recursos al sistema y la novena en recibirlos.

España avanza más cuando más entiende las peculiaridades de sus territorios. Por ejemplo, la aprobación del régimen especial de las Illes Balears nos permite paliar las desigualdades generadas por el hecho insular, que por algunos motivos nos ofrece ventajas, pero por muchos otros, desventajas, como el encarecimiento del transporte de mercancías, la falta de inversiones en determinadas infraestructuras o la dependencia del transporte aéreo y marítimo.

El acuerdo alcanzado hace unas semanas para incluir un factor de insularidad en los Presupuestos Generales del Estado es la muestra de que este Gobierno de España escucha, dialoga y, sobre todo, es capaz de atender estas desigualdades. 

Y solo así, desde el diálogo entre administraciones, entre instituciones y con el empuje de la sociedad, como hemos afrontado la pandemia, seremos capaces de encarar los retos que ya son un hecho para dibujar la España plural que queremos: la del continuo progreso, sostenible y justa.