GANADERÍA EN ASTURIAS

Miedo al lobo en el regreso a los pastos de los Picos de Europa

Los pastores siembran de quejas el camino hacia las majadas: "Tengo diez mastines y sigue habiendo ataques"

José Luis Alonso, a la izquierda, con Nel Cañedo y Paloma Camino, subiendo las cabras hacia la majada de Gumartini.

José Luis Alonso, a la izquierda, con Nel Cañedo y Paloma Camino, subiendo las cabras hacia la majada de Gumartini. / M. Villoria

M. V. Alonso

El miedo al lobo y a sus ataques es atávico, pero también real, entre los pastores de los Picos de Europa. Esta semana han empezado a subir la reciella (cabras y ovejas) a las majadas del parque nacional, una actividad cuyo inicio tiene fecha fija en el calendario: el 1 de junio. Los seis grandes rebaños de reses ovina y caprina de los municipios de Cangas de Onís y Onís concentran en su mayoría los elaboradores del muy cotizado queso gamonéu del puerto. Y estos esforzados queseros saben cuántos animales suben a principios de temporada, pero no cuántos recogerán después del verano para regresar con ellos a los pastos bajos.

Los pastores sostienen que, más que el lobo, son ellos los que están en peligro de "extinción". En la Montaña de Covadonga el censo ha registrado una nueva bajada en la reciella: 692 ovejas y 281 cabras. Una merma de cabezas que también registra el ganado bovino, que ya empezó subir a las majadas del parque nacional en abril y que ronda ahora las casi cinco mil reses.

Los pastores no entienden por qué desde las administraciones "se da valor al lobo y no al ganado". "Hay que defender a un lobo, pero a mí me ven una oveja con las tripas fuera, o en este mismo rebaño que hay siete ovejas sin madre porque murieron despeñadas por el lobo, y eso nada, con eso no hay problema", asegura José Luis Alonso, pastor y productor de queso en la majada de Gumartini (Cangas de Onís).

"En el monte bajo, el lobo está atacando muchísimo", agrega Alonso, que huye como de la quema de más medidas preventivas, que "no solucionan" un problema que afecta de lleno a una forma de vida, ancestral, la suya.

"Quitar lobos y limpiar montes. Ni cierres, ni subvenciones", afirma Alonso. Cuenta con diez mastines que le ayudan en el cuidado del ganado, pero asegura que no son la solución. "Estos perros lo que suponen es un saco de pienso diario. No son la solución, porque el lobo mata y no se puede seguir así", subrayó Alonso, que ayer dirigió un rebaño de 315 ovejas y 80 cabras con su voz y un perro de la raza collie llamado Gala.

Los ganaderos saben que ellos y sus antepasados conservaron el territorio. "Lo que vemos aquí no lo hicieron los lobos, ni los ecologistas, lo conservó la gente que pasó por aquí. Si desaparecemos, los matos llegarán a la carretera y la gente verá los Lagos con puro alquitrán", asevera Manuel Valle, ganadero de Intriago que afirmó que el lobo está matando de día y al lado de las cuadras en la zona baja. Ayer subió once vacas, setenta cabras y 180 ovejas. Su madre, Covadonga Fernández, es otra de los cuatro queseros del puerto del concejo cangués que empezará a elaborar hoy mismo.

"No es entendible que se proteja antes a un animal que mata que a los otros. Los demás animales también sufren", añadió Valle.

Elena Barrio también subió a la zona de Fana con setenta animales, entre cabras y ovejas. "El pasto está bien", comentó, pero coincidió con el resto en la preocupación por los ataques al ganado.

La esperanza entre tanta incertidumbre sobre el futuro del sector la marcó ayer Manuel Valle. A sus trece años, tiene clarísimo que le gustaría seguir los pasos de sus padres y abuelos. Salió temprano con el rebaño de cabras y ovejas en dirección a Gumartini. Al llegar a la carretera de los Lagos tuvo que coger en brazos para subir la cuesta de La Huesera a un cabritín con pocos días de vida que "cansó de caminar", según dijo. A la pregunta de si quiere continuar con la profesión de pastores y queseros de su familia, el muchacho contesta con una gran sonrisa y convencimiento: "Mientras se pueda...".