BALANCE AGRARIO

La sequía y las altas temperaturas sentencian en Andalucía “el peor año agrario del siglo”

Las organizaciones agrarias alertan de las pérdidas al cierre de 2023 por el bajón en la producción del olivar a la mitad y la sequía más larga desde 1961

Campos de olivar en Andalucía

Campos de olivar en Andalucía

Isabel Morillo

Isabel Morillo

El año que acaba ha sido nefasto para la agricultura y la ganadería andaluza. Las organizaciones agrarias coinciden en su balance, con efectos muy negativos para el campo andaluz. El informe de balance anual de la Unión de Pequeños Agricultores en Andalucía (UPA) habla del “peor año agrario del siglo”. Son ya cuatro años consecutivos en los que las precipitaciones se ubican muy por debajo de la media histórica.

El secretario general de UPA Andalucía, Cristóbal Cano, remarcó en el balance los efectos dañinos del anómalo régimen de temperaturas, la pertinaz sequía o la drástica disminución de las dotaciones de riego que ha condicionado las campañas y unos costes que siguen haciendo inviables muchas explotaciones, sobre todo ganaderas. Las lluvias del otoño han sido “oportunas, aunque escasas” para sectores como los cereales de invierno, las hortícolas o la mejora de los pastos “pero llegan ya muy tarde para la mayoría de cultivos”.

“Ha sido un año más que complicado para el agro andaluz”, apunta Cano, “365 días difíciles”. “A la delicada situación por la subida de costes generalizados, la crisis energética y el alza de tipos de interés que están repercutiendo en la cuenta de resultados de las explotaciones agrarias andaluzas, se le suman los efectos de unas temperaturas anormales, la sequía extrema, que es la más larga desde 1961 según la Aemet que soporta el campo andaluz, a pesar de unas ansiadas lluvias que van haciendo acto de presencia a cuentagotas, y unos precios elevados para el consumidor que, en la mayoría de sectores, no implica la sostenibilidad económica de nuestras explotaciones”, sostiene el responsable de UPA Andalucía.

La Junta de Andalucía cifra en 2,1 puntos el impacto de la sequía en el crecimiento de la economía andaluza, debido al peso que tiene el sector primario y la industria y servicios vinculados al mismo en Andalucía (que ronda el entorno del 25%).

Desplome de la aceituna

El balance de la patronal Asaja no difiere nada de este duro retrato. La organización agraria ha hecho un repaso por provincias y, sin duda, la producción del olivar, con Jaén como principal damnificada. El año concluye con una mala campaña de aceite de oliva en Andalucía y por tanto en España. En la comunidad andaluza se produjeron 579.675 toneladas, mientras que en el país fueron 665.000. “Una muy mala cosecha si la comparamos con la de 2022 que se cerró con 1.156.000 toneladas en Andalucía y 1.482.000 a nivel nacional”, confirma UPA. Las cifras contrastan con la media alcanzada en los últimos cinco años. En la campaña de 2018 y 2019 rozó las 1,8 millones de toneladas en España.

La sequía hace estragos en el olivar pero también el calor desaforado de la primavera, en el momento más delicado para el olivar como es la floración. Fue entonces, con temperaturas que alcanzaron los 30 grados, cuando se vio muy afectado el cuaje de la aceituna, ya que el fuerte calor quemó gran parte de la flor.

Desde Asaja Jaén lamentan que por segundo año consecutivo afrontan una campaña a la baja en producción, “al tiempo que la subida de los costes salariales, el encarecimiento de fertilizantes, fitosanitarios, semillas, plásticos, gasoil y electricidad, entre otros insumos, ha supuesto un aumento de los costes de producción superior al 35% en 2022”. Ese incremento “para nada se compensa” con el precio récord que en los últimos meses ha alcanzado el aceite de oliva, señalan desde esta organización, que critican también que “las compensaciones de la PAC se han reducido para el campo jiennense”, acusando al ministro de Agricultura, Luis Planas, por haber “provocado el trasvase de 500 millones de euros de las ayudas europeas de los agricultores y ganaderos andaluces hacia los de otras regiones”.

La UPA discrepa de esa lectura. Su responsable en Andalucía, Cristóbal Cano, mostró la satisfacción de su organizaciones porque “el primer año de aplicación de la nueva PAC trae conceptos que antes no existían para hacer un reparto más justo y social, como por ejemplo el pago redistributivo, los techos de ayudas máximas o la ayuda asociada para el olivar tradicional y la uva pasa”. En el balance positivo, destacan además el acuerdo por Doñana alcanzado por la Junta y el Gobierno “que da estabilidad a los agricultores”.

Buen año de tomates

Los efectos de la guerra de Rusia contra Ucrania parece que “poco a poco van remitiendo”, señalan desde estas organizaciones, “aunque de forma mucho más lenta de lo que llegó”. “Siempre suben los precios de los insumos como un cohete, pero caen como una pluma”, advierte el portavoz de la UPA.

La patronal Asaja en Málaga, que preside Baldomero Bellido, también valora “una estrepitosa caída en la facturación”, con “un descenso de 50,5 millones de euros con respecto a la de 2022 que ya era la menor de los 10 años anteriores”, pasando de facturar 701,55 millones a 651,04 millones de euros. “Seguimos con los mismos problemas que en la campaña anterior, en la que la ausencia de lluvias y la falta de infraestructuras para almacenar la poca reserva que tenemos, siguen siendo dos de los principales obstáculos para los agricultores y ganaderos”, señaló Bellido.

En Almería, Asaja da el mejor balance de toda Andalucía, asegurando que el año fue “positivo en el apartado ingresos para gran parte de las explotaciones hortofrutícolas”. Productos como el tomate en todas sus variedades han mejorado su posición, recuperando, hasta el momento, parte de la superficie en cultivo perdida en años anteriores. Así, se estabiliza la superficie en cultivo de tomate y pimiento, dejando el mayor crecimiento en calabacín y pepino. Sin embargo, la sandía si perdió superficie en primavera por la falta de agua para riego en la zona del Levante, informa la patronal almeriense.