ALTA FIDELIDAD

La orquesta que todo lo sabe

En la nueva novela de Miqui Otero está todo lo que importa, lo que importó y lo que importará

El escritor Miqui Otero, autor de 'Orquesta'

El escritor Miqui Otero, autor de 'Orquesta' / Marc Asensio

Laura Barrachina

Laura Barrachina

Soy una periodista pésima, me gusta mucho pedirle a los escritores en las entrevistas que elijan entre escribir y leer. Pero no lo decía solo por esto. Lo digo porque hace unos días olvidé preguntarle a Miqui Otero qué elegiría llevar a una isla desierta: un disco o un libro. Soy una pésima periodista, pero una buena persona. Sé lo que significaría para Miqui Otero tener que elegir entre ambas cosas. Yo, sin embargo, lo tengo claro: un disco.

Puedo pasar algunos días sin leer, pero no puedo pasar un día sin escuchar música. Por eso entendí muy bien de qué me hablaba cuando me contaba que su nueva novela nació en un concierto mientras los músicos ensayaban y él notaba la música dentro, los graves rebotar en su esternón, algunos acordes vibrar en el estómago. Yo recuerdo a Massive Attack en la mandíbula, ahí donde conecta con los oídos y estos con la garganta. Nunca he podido sacarme esa vibración, diría que aún sigue dentro de mí, no se ha perdido entre mis órganos.

Así que Miqui Otero pensó que la música está ahí fuera, pero se mete dentro y sabe lo que nos pasa, o eso imaginó para empezar Orquesta, la novela cuyo narrador es La Música y cuyas páginas se me han metido dentro como los acordes de Massive Attack, pero también como La ventanita del amor, esa canción que no debe faltar en una verbena, o el Me gustas mucho de Rocío Dúrcal, el Despechá de Rosalía, la otra Rosalía, como dicen las vecinas del pueblo gallego donde sucede la novela, ese lugar que es un trasunto del pueblo de los padres de Otero donde el escritor pasó largas temporadas y más de una verbena, claro.

Salto espacial

Ha salido Miqui Otero de Barcelona. Ha dado, la verdad, un salto espacial, temporal, temático el escritor catalán y se ha empeñado a fondo para componer esta estructura musical que va del pasado al presente, pero en el que se mezclan todos los tiempos, todas las edades, todas las historias, como en una fiesta en el pueblo, todas las canciones, todos los conflictos, porque en Orquesta, como en una canción perfecta, está todo lo que importa, lo que importó y lo que importará.

Es hermosísimo cómo escribe Miqui Otero sobre lo que perdimos, sobre lo conscientes que somos de que lo perdimos y de que los jóvenes, nuestros hijos, también lo perderán, pero no ahora, todavía pueden bailar en la verbena y quizá aún nosotros, un poco más, una última canción. Orquesta tiene una banda sonora universal, popular, como los sentimientos, hasta el rocker del pueblo acaba bailando Slomo, cuya letra, como las de Los Rodríguez, se incorpora a la historia, se cuela, como la música en nuestra cintura o esternón.

Pero me enternece que Miqui se reserve personajes en los que mostrarse y les regale su propia música, como That Summer feeling, esa preciosa y nostálgica canción de Jonathan Richman cuya letra, de algún modo, resume Orquesta: “Si esperas hasta que seas mayor, un triste resentimiento te abrasará un día. Entonces esa sensación veraniega te perseguirá, esa emoción del verano te va a hacer daño”.