HE VENIDO A HABLAR DE MI SANT JORDI

Èric del Arco, presidente del Gremio de Libreros de Catalunya: "Los libreros somos magos la Noche de Reyes y en Sant Jordi"

Sólo cuando el 23 de abril el librero mira al cielo y no hay nubes empieza a ser feliz. Porque todo aquello que lleva dos meses preparando ya no es suyo, es de todos

Èric del Arco, presidente del Gremio de Libreros de Catalunya

Èric del Arco, presidente del Gremio de Libreros de Catalunya / EPE

Èric del Arco

Un librero no es muy consciente de cuándo empieza Sant Jordi. Pero hay un día que de pronto te das cuenta de que el lío ha comenzado. Este año, la carpeta de Sant Jordi en la librería Documenta fue creada un 26 de febrero. Casi dos meses antes. Entonces empiezan los primeros preparativos. Contactar con transportistas , pedir las mesas, estar pendiente del banco para tener los datáfonos... Avisar a los posibles refuerzos y validar a las libreras responsables de llevar adelante la parada. En Documenta, repiten Nadia y Hillary, ya con su segundo año en Passeig de Gràcia con Mallorca. 

A mediados de marzo se empiezan a pedir libros, cantidades y cantidades de libros. Hay libros en los que creemos y, por tanto, pedimos con gusto; son los libros que podremos recomendar. Hay otros libros que pedidos porque sabemos que los necesitaremos: serán los que ese día llenarán los medios. También pedimos libros que ni siquiera hemos visto: los lanzamientos editoriales de abril. Estos últimos son los odiados en la librería, porque la mayoría serán devueltos casi en el mismo número que llegaron.

Con las primeras brisas de abril empiezan a llegar las cajas. Cajas y cajas y cajas. Y camiones y camiones, y más cajas. La mayoría bien etiquetadas para distinguir si tienen que quedarse en la librería o prepararse para la parada. Y cuando no pueden llegar más, llegan más. Y el equipo de la librería se va incrementando. Hay que abrir cajas, colocar los libros en sus mesas mientras llegan más novedades y reponer aquello que se ha ido vendiendo. Y, a medida que se van colocando más libros y las pilas suben de nivel en las mesas, la librería se va gustando más y más. El ambiente se alegra. Se va percibiendo una ilusión creciente.

Crónicas

Faltan una decena larga de días y los periódicos, las radios y las televisiones, unidos a las redes sociales, acogen al libro como uno de los ejes sobre los que centrar sus crónicas. Nos piden opiniones, tendencias… Y continúan llegando cajas y cajas y libros y libros. Y nos invitan a hablar con algún escritor. Y, de pronto, un distribuidor nos pide que le digamos qué libros queremos tener de las novedades de mayo o junio. Y la mente se pierde. Y probamos que los datáfonos que llegan funcionen. Y pedimos el cambio al banco y, mientras tanto, nos llegan más libros. Y se incorporan dos o tres personas más a la librería.

Ya faltan sólo cuatro días y de los cuatro que somos normalmente en la librería pasamos a ocho. Y aumentan las sonrisas. Alegría, movimiento. Más libros. Más lectores y clientes. Hay que revisar el material de papelería. Y el informático. Y las cajas auxiliares que sólo se utilizan una vez al año.

Y llega la última semana. Y los libreros intercambiamos emociones y realidades por WhatsApp: imágenes de cómo llegan las cajas y los libros, golpeados a veces, con errores otras, pero increíblemente bien la mayoría. Hay nervios. El sector es así. Y las últimas sensaciones, que permiten aún al librero pedir más libros. Se puede devolver todo lo que no se venda, pero que no falte ningún libro que alguien pueda pedir. Que nadie se quede sin su libro de Sant Jordi. El transportista apura los últimos viajes y continúan llegado cajas. Y un día tras otro hasta que, de pronto, casi sin aviso, llegamos al 22.

Magia

La víspera ya es un día especial. Ya está toda la suerte echada y queda dejarlo todo muy bien dispuesto para la mañana siguiente. El día se alarga, los detalles se suceden. Pero ya estamos todo el equipo al completo. Todos entrenados. Una vez todo está preparado, lo que cuesta de verdad es dejar la librería. ¿Quién quiere irse a dormir? Casi se podrían traer colchones y pasar esa última noche durmiendo junto a los libros, listos todos para su día de bacanal. Pero se cede y se abandona todo unas horas. Las últimas horas. En las calles aún se respira una normalidad ajena a los libreros. Todo es normal fuera de la librería. Y se llega a casa, se cena algo si nos distrae el hambre. Y esperamos la magia.

Y es que los libreros tenemos ese privilegio: somos magos dos veces al año. La Noche de Reyes volvemos satisfechos tras ayudar a los pajes a tener los libros que estaban en las cartas para Sus Majestades. Pero es poco comparado con la magia de Sant Jordi. Porque después de dos meses de preparación a las 6 o las 7 de la mañana del 23 de abril las calles empiezan a cambiar.

Decenas, centenas o miles de vehículos comienzan a desplazar las cajas llenas de libros ya clasificadas. Junto a ellas, otros miles de miles de rosas también se van desplazando. Durante dos horas, calles y plazas se transformarán en epicentro del amor y del cariño. Y empezarán los paseos en solitario, en pareja, en familia, con amigos… Todos mirando, buscando, comparando, consultando. A partir de las 9, el día del amor manifestado en palabra escrita y flor está ya en marcha. Y el librero mira al cielo. Y, si no hay nubes, sonríe. Y sólo entonces el librero empieza a ser feliz. Porque todo aquello por fin ya no es suyo. Es de todos. Y es magia.

Librería Documenta

C/ de Pau Claris, 144

L’Eixample

08009. Barcelona