PERFIL

Jesús Carrasco, atleta de la escritura

Su nueva novela, Elogio de las manos, flamante Premio Biblioteca Breve, quiso ser un ensayo y no pudo, porque se le coló al autor su aguda sensibilidad

El escritor Jesús Carrasco, autor de 'Elogio de las manos', novela con la que ganó el último Premio Biblioteca Breve

El escritor Jesús Carrasco, autor de 'Elogio de las manos', novela con la que ganó el último Premio Biblioteca Breve / EFE

Una primera novela que se vende a 13 países antes de ser publicada (son ya 28 traducciones), distinguida por los libreros de Madrid como Libro del Año, ganadora del English Pen Award y adaptada al cine con maestría por el tándem Zambrano-Tosar. No es de extrañar que el inaudito éxito de aquella especie de wéstern ibérico (con ecos de McCarthy, dijo la crítica) dejara exhausto al autor: Jesús Carrasco (Olivenza, Badajoz, 1972; de oficio profesor de Educación Física, y como ocupación, redactor publicitario). Ocurría en el 2013, Intemperie, Seix Barral.

Emprende el recién estrenado literato un periplo vital trasladándose con su familia a Edimburgo, a escribir. Tres años y dos novelas que a decir de su editora no son publicables: ¿estaríamos ante el caso de autor de una única obra, maestra? Carrasco se repliega, a su ciudad de acogida que desde hacía años era ya Sevilla, y a sus adentros; y de sus entresijos, mirándose con humildad, en un solo mes tiene lista una nueva novela, sincera, poderosa, íntima, cercana, Llévame a casa, 2021.

La literatura había vuelto a vampirizarle, más incisiva incluso, por más veraz: ¿alguna vez tu hijo se ha plantado frente a ti (madre) y te ha dicho: yo no pedí nacer, y menos aún ser hijo tuyo? Hablaba Carrasco de la endogamia familiar de nuestra cultura: ¿es sana o por el contrario castradora?, se pregunta. Ecos de literatura británica, de qué otro modo podría ser después del periplo.

Paisajes

Lleva en el rostro y su figura enjuta los paisajes de La Mancha (se crió en Torrijos, Toledo) y la dehesa extremeña; la delgadez de un atleta, que fue, fajado en los rigores mesetarios. Y es además Carrasco un hombre manual. A sus padres se lo debe: él profesor de pretecnología y la madre, ama de casa que a las tardes se volcaba con el hilo en el cosido de libros que luego el padre encuadernaba para redundar en el salario de una familia de seis hijos formados a golpe de beca.

Entre olores de cola y papel aprendió el quinto de aquellos hermanos a "observar el mundo a través de las manos", y eso es lo que nos trae ahora en su nueva entrega, flamante Premio Biblioteca Breve 2024. Elogio de las manos, que quiso ser un ensayo y no pudo, porque se le coló al escritor su aguda sensibilidad.

Una casa como metáfora de la vida y su impermanencia. Vivir cada momento como si fuera el último, ¿tal es el mensaje? "Eso sería agotador, ¿qué tal vivirlo como si fuera el antepenúltimo? En realidad, me basta con intentar ser consciente del presente, al menos en lo que concierne a lo importante". Sostiene también Carrasco que "lo contrario de la vida no es la muerte sino el miedo". ¿Qué teme el escritor?, le preguntamos. "Le tengo miedo a la idiotez. No sé qué hacer con alguien que, por ejemplo, afirma que la tierra es plana o que el calentamiento global no existe".

*Nota a pie de página: entre el aldabonazo que supuso Intemperie y su (fallido, según se mire) peregrinar literario a Escocia, Carrasco se había alzado con el Premio de Literatura de la Unión Europea 2016 con La tierra que pisamos. Ocurre que esta información restaba enigma al relato de su vida, de ahí que la coloque al final, por no romper la trama pero tampoco faltar a la verdad.