CRÍTICA

'Gozo', de Azahara Alonso: el placer de vivir

La autora reflexiona en este completo ensayo sobre la atadura del trabajo y la precipitación

Azahara Alonso.

Azahara Alonso. / El Diario de Córdoba

Fernando Sánchez Mayo

Gozo no solo se refiere a una de las minúsculas islas del mar Mediterráneo. Es también un ensayo de un lugar de gozo para una escritora joven, Azahara Alonso que, antes de introducirse en el mercado laboral, decide tomarse un año sabático sin ningún fin preestablecido, aunque tal vez la finalidad era oxigenarse y experimentar lo que significa vivir sin obligaciones. Licenciada en Filosofía, es autora del libro de aforismos Bajas presiones (2016) y del poemario Gestar un tópico (2020). Ha sido coordinadora de la escuela de escritura Hotel Kafka y gestora cultural en la Fundación Centro de Poesía José Hierro.

"Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse", escribió Georges Perec. Gozo trata de eso: de vivir. Al principio del libro, la autora se centra en un análisis de lo que es el trabajo. No es que lo arrincone de la vida del hombre, pero piensa que hace más daño que beneficio. Y se remite al libro Elogio de la ociosidad, de Bertrand Russell, o a la idea atribuida a Sócrates de que "los trabajadores son malos amigos y malos ciudadanos porque no disponen de tiempo para cumplir con las responsabilidades de la amistad y la ciudadanía".

Dice Sagmeister que el tiempo que pasamos aprendiendo es solo el de los primeros veinticinco años de nuestra vida: "Luego hay otros cuarenta reservados para trabajar y, al final, unos quince de jubilación". La autora dice sentirse alejada de ese modelo de vida en el que tiene que estar cuatro décadas siendo productiva, y que eso no está en sus objetivos.

Conceptos del ocio

La ínfima isla donde Azahara decide pasar un año de su existencia se convierte en un lugar para descubrir y para filosofar sobre el sentido de la vida y de las cosas que nos rodean. Y lo hace, como ha dicho Elvira Navarro, "a medio camino entre el ensayo, la crónica y el diario". De esta manera nos adentra, a través de grandes escritores y de lo que ella misma percibe y siente, en esos conceptos del ocio en relación con el paisaje, los lugareños, los amigos, los turistas, la lengua, el clima, la religión, la cultura.

"Es preciso que [el proletariado] retorne a sus instintos naturales; que proclame los Derechos de la pereza, un millón de veces más nobles que los tísicos Derechos del hombre, elaborados minuciosamente por los abogados metafísicos de la revolución burguesa; que se obligue a no trabajar más de tres horas al día y a holgazanear y gozar el resto del día y de la noche". Fue lo que escribió Paul Lafargue en su libro titulado Derecho a la pereza.

Para Azahara Alonso, la escritura también es un tipo de paisaje. Decía Barthes que la literatura no permite andar, pero permite respirar

Peter Handke se denomina "amante de la espera" y para él hay una relación ineludible entre la inspiración y el ocio. Carmen Martín Gaite escribió Recetas contra la prisa, donde viene a decirnos que "el ser humano se ha hecho esclavo de la prisa y siente como inerte y sin consistencia todo lo que no lleva su marca angustiosa. Si nos redefiniéramos hoy como seres humanos diríamos que somos seres acelerados".

Bertrand Russell también se vio envuelto en lo contradictorio: "Como casi toda mi generación, fui educado en el espíritu del refrán. ‘La ociosidad es la madre de todos los vicios’. Niño profundamente virtuoso creí todo cuanto me dijeron, y adquirí una conciencia que me ha hecho trabajar intensamente (...) aunque mi conciencia haya controlado mis actos, mis opiniones han experimentado una revolución". Esa revolución de pensamiento le llevó a promover, desde la escritura, un abandono del yugo del trabajo en las sociedades industriales y una defensa de la pereza.

Azahara Alonso se detiene también en Maggie Nelson y en su libro Bluets para situarnos en la idea de que el azul, más que un color es un concepto para proyectarnos en aquello que realmente nos hace felices. El gozo consiste en cumplir el deseo de estar al otro lado de donde estamos en cada momento. Quien trabaja por las mañanas se pierde la belleza de pasear por una ciudad y formar parte de ese paisaje urbano matutino que nunca puede disfrutar. Para Azahara Alonso, la escritura también es un tipo de paisaje. Decía Barthes que la literatura no permite andar, pero permite respirar.

Bob Black dice al principio de su libro: "Nadie debería trabajar jamás". Y cree con firmeza que "el trabajo es fuente de casi toda la miseria existente en el mundo". Faulkner decía que lo único que requería era un lugar para dormir, un poco de comida, tabaco, whisky y papel para escribir. Y añadía: "El dinero no me interesa tanto como para salir corriendo a ganarlo (…) se trabaja demasiado en el mundo, lo cual es una pena". Disponer o no disponer de uno mismo, esa es la cuestión de este libro.

'Gozo'

Azahara Alonso

Siruela

226 páginas

15,95 euros