TIEMPO PARA LEER

Manuel Julián: "Se puede vivir sin leer, pero es una vida diferente"

Ingeniero industrial especialista en tintas, ha sido presidente de una multinacional en el sector gráfico. Hijo de impresor y diseñador de 'startups', vivió en Buenos Aires cuatro años y hasta allá viajaron sus libros con él

El empresario de la industria gráfica Manuel Julián

El empresario de la industria gráfica Manuel Julián / EPE

Anna. R. Alós

P. ¿Cuándo la lectura se convierte en un hábito?

R. Desde muy pequeño, en verano iba cada día a la biblioteca y me pasaba horas leyendo a Enid Blyton. Se puede vivir sin leer pero es otra vida completamente diferente.

P. ¿Alguna lectura supuso un punto de inflexión?

R. Un libro que me regaló mi madre, Para vencer a un tigre, de Elizabeth Foreman Lewis. En la guerra entre China y Japón, cinco niños de Shanghái se unen para buscar a la hermana de uno de ellos. Descubrí que había otro mundo además del mío. Fue impactante.

P. ¿Más impactos literarios?

R. El maestro y Margarita, de Mijaíl Bulgákov, una sátira de la sociedad soviética. El diablo llega a Moscú disfrazado de gato, monta una fiesta y afloran las debilidades humanas.

P. ¿Se puede entender la guerra en Ucrania a través de la personalidad soviética?

R. Totalmente, aunque el libro nada tiene que ver con ello, hay que leerlo de forma transversal. 

P. ¿Algún autor especial?

R. Stefan Zweig. Es increíble su biografía de Fouché, un hombre sin escrúpulos que sobrevive a todos los acontecimientos alrededor de la Revolución Francesa. Hay mucho paralelismo con la falta de escrúpulos de los dirigentes actuales.

P. Con Zweig es imposible no aprender.

R. Exacto. Recomiendo El legado de Europa, la historia del continente que sería interesante releer para recuperar el espíritu europeo. También Veinticuatro horas en la vida de una mujer, una historia muy corta que relata las decisiones humanas que a menudo no comprendemos.

P. Zweig le condujo a…

R. Montaigne. Los ensayos son un poco densos, pero se aprende a reflexionar y a ser autocrítico.

P. Vivió en Buenos Aires. ¿Se llevó sus libros?

R. Sí, incluido el listín telefónico, cosas de la mudanza, y volvieron a España conmigo.

P. ¿Un buen libro universal para regalar?

R. El primer trago de cerveza y otros placeres, de Philippe Delerm. Delicioso. Describe placeres muy sencillos que disfrutamos pero no somos conscientes de ellos. Por ejemplo, ir al campo y tocar la navaja que lleva en el bolsillo. A un urbanita ni se le ocurre. Buen momento social para leerlo.

P. ¿Una obra de locura?

R. Gog, de Giovanni Papini, la locura en setenta capítulos.