Opinión | BOTÓN DE NÁCAR

El jardín de Mercè Rodoreda

El nombre de Aloma, protagonista de la novela homónima de Rodoreda, les debió de caer a mis padres casi sobre los pies cuando andaban buscando uno para su segunda hija

La escritora Mercè Rodoreda

La escritora Mercè Rodoreda / EPE

Mercè Rodoreda murió hace cuarenta años, en abril de 1983, unos seis meses antes de que yo naciera. Entonces mi padre no era periodista aún, pero ya vivía por y para los libros, los de los demás y los que escribiría él. El caso es que el nombre de Aloma, protagonista de la novela homónima de Rodoreda, les debió de caer a mis padres casi sobre los pies cuando andaban buscando nombre para su segunda hija.

Muy al principio de la novela, Rodoreda desvela de dónde toma el nombre para su protagonista: de Libro de Evast y Blanquerna, de Ramón Llull. El tío de la madre es quien lee en Llull: “Todas las condiciones que Evast deseaba en su mujer estaban en Aloma, y aquellos que buscaban mujer para Evast según su voluntad certificaron las buenas costumbres de Aloma”. La Aloma de Rodoreda es una muchacha que confiesa al inicio de la novela que el amor le da asco; al final experimenta las consecuencias de vivir el amor, por el camino ha descubierto que en realidad no le da asco, los que damos asco somos los humanos.

Rodoreda, que revisó y retocó la novela en el 68, se había publicado originalmente en el 36, decía que es una novela menor. Lo es en cuanto al tema: Aloma es un drama íntimo, no tiene la ambición de contar la Barcelona de la posguerra inmediata de La plaza del diamante. Aloma comienza la novela cometiendo varias transgresiones leves: se va de casa sin que lo sepa su sobrino, el niño, y además del recado que ha ido a hacer, compra un libro en el que luego esconderá cartas que escribe dirigidas a nadie, pero en las que da rienda suelta a su deseo de amar y de vivir intensamente. Edhasa ha recuperado la novela con traducción de Sergio Fernández Martínez. En la portada hay un fardo de sobres atados con una cuerda: en la novela, las cartas son importantes, no solo las que escribe Aloma a personajes imaginarios.

Un esforzado trabajo

En 1980 Joaquín Soler Serrano entrevistó a Mercè Rodoreda en A fondo. Lo primero que hace la escritora catalana es ponerse a hablar de un crisantemo de su infancia, luego habla de su abuelo, de sus padres, de su huida del París ocupado, de los años en Ginebra, de sus libros y de su jardín. Siempre le apetece más regarlo que ponerse a corregir los capítulos que quiere arreglar de la novela que ha terminado. También dice, como le dijo también a Montserrat Roig, que escribir es un esforzado trabajo que le da tremendas alegrías. Según recoge Roig, Rodoreda dijo sobre escribir: “Lo necesito, porque se tiene que hacer una cosa u otra en la vida. Pero lo que a mí me gusta es entusiasmarme ante el paso de las nubes”.