Educación

La mitad de los alumnos con autismo no se ha adaptado bien a las medidas sanitarias en los colegios

Un estudio de Autismo España refleja cómo ha influido en el bienestar emocional de los estudiantes con trastorno del espectro del autismo (TEA) la vuelta a las clases presenciales tras la primera fase de la pandemia.

El retorno a la enseñanza presencial del alumnado con TEA provocó en muchos de estos niños y adolescentes síntomas de malestar psicológico a nivel tanto conductual como social, emocional, cognitivo y fisiológico.  

Se estima que en España podrían vivir alrededor de 470.000 personas con este tipo de trastorno, y que aproximadamente 76.400 tendrían entre 6 y 21 años.

Un grupo de niños esperan para entrar en clase en el inicio de curso escolar después de las vacaciones de Navidad.

Un grupo de niños esperan para entrar en clase en el inicio de curso escolar después de las vacaciones de Navidad.

EPE

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Autismo España ha realizado un estudio para conocer cómo ha influido en el bienestar emocional de los estudiantes con trastorno del espectro del autismo (TEA) la vuelta a las clases presenciales tras el periodo de confinamiento vivido durante la pandemia. El estudio ha permitido identificar las barreras a las que se ha enfrentado el colectivo en esta transición. Entre las conclusiones, que la mitad de los alumnos no se ha adaptado favorablemente a las medidas sanitarias impuestas en los centros educativos frente a otra mitad (51%) que no ha experimentado malestar emocional y/o psicológico en la 'nueva normalidad' académica.

En la investigación, titulada "El impacto de la vuelta a las aulas en el bienestar emocional del alumnado con trastorno del espectro del autismo durante la Covid-19", han participado 53 familias y cinco profesionales de las entidades que prestan apoyos educativos al colectivo. También se ha contado con la participación de un estudiante con TEA de Educación Secundaria, que aportó su experiencia y contrastó la información recopilada

La vuelta a la educación presencial repercutió positivamente en la regulación emocional de los alumnos.

Entre las principales conclusiones figura que, en términos generales, las familias de niños que cursaban Educación Primaria durante el curso 2020-2021 expresaron que la vuelta a la educación presencial había repercutido positivamente en la regulación emocional de sus hijos, sus interacciones sociales y su estado anímico (disminución de la tristeza, aumento de actividad…).

Sin embargo, el retorno a la enseñanza presencial del alumnado con TEA provocó en muchos de estos niños y adolescentes síntomas de malestar psicológico a nivel tanto conductual como social, emocional, cognitivo y fisiológico. Asimismo, la mayoría de estos alumnos vieron especialmente agravados sus síntomas más directamente relacionados con el espectro del autismo, como dificultades para la interacción social, pensamiento rígido e inflexible, inhibición social. Las familias también han percibido en sus hijos consecuencias negativas derivadas de la nueva normalidad, como el aumento de la adicción a pantallas, reacciones más impulsivas, más comportamientos desafiantes y explosiones de llanto o ira más frecuentes.

No obstante, en los resultados de este informe se observa también una influencia positiva del retorno a las clases presenciales sobre sus conductas e interacciones sociales y sobre su estado anímico, especialmente en lo referido a la disminución de la tristeza y el aumento de la actividad de sus hijos, ambos fenómenos ampliamente señalados por las familias. 

La 'nueva normalidad' escolar

Del trabajo se desprende que la mayor parte del alumnado en el espectro del autismo (51%) se ha adaptado favorablemente a las medidas sanitarias impuestas en los centros educativos y no ha experimentado malestar emocional y/o psicológico en la 'nueva normalidad' académica. Por tanto, según los mismos datos, el porcentaje restante sí ha acusado ese regreso a las aulas marcado por las medidas sanitarias: un 38% de la muestra sí señala que sus hijos/as han experimentado algún tipo de desasosiego, fundamentalmente relacionado con el cambio de rutinas tanto personales como en el centro educativo (sobre todo, el cese o la disminución de las actividades extraescolares).

Inicio del curso escolar después de las vacaciones de Navidad en un colegio de Madrid.

Inicio del curso escolar después de las vacaciones de Navidad en un colegio de Madrid. / José Luis Roca

Además, la mayoría de las familias expresan que sus hijos han recibido apoyos en el entorno académico para facilitar la vuelta a las aulas, lo que ha favorecido su bienestar en la reincorporación a la vida escolar presencial. En cualquier caso, la mitad de las familias vieron disminuidos o interrumpidos los servicios de apoyo habituales que recibían (de tipo médico, social, psicológico y psiquiátrico) tras el confinamiento, fundamentalmente por las restricciones asociadas a la crisis sanitaria.

El estudio indica, sin embargo, que un 38% de la muestra sí señala que sus hijos/as han experimentado algún tipo de malestar, fundamentalmente relacionado con el cambio de rutinas tanto personales como en el centro educativo (sobre todo, el cese o la disminución de las actividades extraescolares).

La falta de rutinas

Según una de las madres de un menor con TEA encuestada para el trabajo, la falta de la rutina y de la escuela fue un tema, a nivel emocional, que les dejó en una situación "muy vulnerable". La combinación entre las clases presenciales y semi-presenciales del curso 2020-2021 en el segundo ciclo de ESO y la reducción en el número de estudiantes por grupo benefició especialmente al alumnado con TEA.

Un 30% de las familias indicaron que sus hijos habían experimentado síntomas de malestar psicológico o emocional que no tenían antes.

Un 30% de las familias consultadas indicaron que sus hijos habían experimentado síntomas de malestar psicológico o emocional que no habían presentado anteriormente, o bien que estos habían aumentado con la vuelta a las aulas. De forma global, las familias informaron de que las dificultades que más se habían desarrollado tenían que ver con aspectos conductuales, sociales y emocionales. Por ejemplo, mayor dificultad para manejar las interacciones sociales que antes del confinamiento, mayor irritabilidad e inflexibilidad o un uso excesivo de la tecnología.

Necesidades de apoyo

En cuanto a las necesidades de apoyo relacionadas con el bienestar emocional durante la pandemia, el 55% de las familias participantes asegura que sus hijos no han necesitado intervenciones específicas para paliar los síntomas de malestar que pudieron derivarse de los cambios experimentados en su educación (interrupción de clases presenciales y retorno posterior con medidas específicas de prevención).

De las familias que reconocieron haber requerido nuevos apoyos e intervenciones, un 14% refirió que sus hijos habían necesitado mayor intervención psiquiátrica que antes de la pandemia, y un 10% que habían intensificado los apoyos psicosociales que recibían antes del confinamiento.

Se estima que en España podrían vivir alrededor de 470.000 personas con este tipo de trastorno.

Según datos de Autismo España, la prevalencia del TEA ha pasado de situarse en 1 caso de cada 5.000 nacimientos en el año 1975, a 1 de cada 100 en la actualidad (Autismo Europa, 2020), aunque otras fuentes de información, como el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, 2015), apuntan a cifras aún mayores, señalando que 1 de cada 68 menores (1 de 42 niños y 1 de 89 niñas) presenta un diagnóstico de TEA.

Teniendo en cuenta la prevalencia internacional del 1%, se estima que en España podrían vivir alrededor de 470.000 personas con este tipo de trastorno, y que aproximadamente 76.400 tendrían entre 6 y 21 años. En la actualidad, se calcula que la prevalencia de estudiantes en el espectro del autismo escolarizados en educación obligatoria es de 1,55% en edad preescolar y de 1% en edad escolar. No obstante, se aprecia un infradiagnóstico en las estadísticas oficiales de la población infantil y adolescente identificada en relación a lo esperado si se consideran las cifras de prevalencia consensuadas internacionalmente.