MADRID

¿Por qué la calle Atocha de Madrid se ha convertido en la más transitada de España?

La emblemática calle vive una segunda vida tras la reforma que ensanchó las aceras y redujo carriles para los coches con la apertura de varios hoteles, algunos de lujo

El precio del metro cuadrado de Atocha y sus confluencias ha pasado de 3.700 euros en 2015 a 6.350: "Siempre ha sido una calle importante, pero ahora se disfruta más"

Imagen del paso de cebra repleto de peatones al final de la calle Atocha, frente a la glorieta del Emperador Carlos V.

Imagen del paso de cebra repleto de peatones al final de la calle Atocha, frente a la glorieta del Emperador Carlos V. / ALBA VIGARAY

Roberto Bécares

Roberto Bécares

"Yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid", decía la mítica canción de Joaquín Sabina dedicada a la capital. Eso hacen cada día miles de personas [90.000 pasajeros pasan por ella diariamente, según Renfe y Metro de Madrid]. Y los que se aventuran hacia el centro, en gran parte turistas, suelen adentrarse por la calle Atocha, la vía más rápida para llegar a la Plaza Mayor. Una calle histórica, pero hasta hace no mucho lúgubre, en decadencia, que, sin embargo, vive ahora un nuevo resurgir. 

Abren nuevos negocios -y muchos no solo de hostelería- y se ha convertido en sede de importantes hoteles: Radisson Red abrió sus puertas el año pasado, Meliá ha convertido su hospedaje de la Casa de las Artes en uno de lujo, de su categoría Collection (abre en un mes), y el Catalonia Atocha lleva más de una década siendo referencia. Un estudio de TC Solutions apunta incluso que Atocha se ha convertido en el eje comercial más transitado de España, con una media de 17.278 peatones al día, por delante de la calle Constitución de Sevilla (15.352 viandantes diarios) y Preciados (13.782 personas). 

Imagen de la Plaza de Antón Martín, donde Atocha confluye con otras cuatro calles.

Imagen de la Plaza de Antón Martín, donde Atocha confluye con otras cuatro calles. / ALBA VIGARAY

"Una calle de paso"

"Es una calle de paso, eso es verdad, la gente que baja de la estación o la que va a los museos, al Botánico o al Retiro, pasa por aquí, pero no sé si es para tanto, como para superar a la Gran Vía", duda Alejandro, que trabaja en uno de los múltiples hostales que pueblan la calle, donde "el 70% de los clientes son turistas", tanto extranjeros como de otras partes de España.

Vecinos y comerciantes sostienen que el punto de inflexión ha sido la reforma de la calle con el Gobierno de Manuela Carmena, en 2019, cuando se ampliaron las aceras y se renovó el pavimento. "Atocha siempre ha sido una calle importante, pero no se podía andar por ella. Los edificios importantes que tiene, de finales del siglo XIX o principios del XX, como el Colegio de Médicos o los de varios hoteles, como el del Tryp, pasaban desapercibidos", explica Álvaro Llorente, guía turístico cuya empresa tiene varias rutas con tránsito por Atocha. "Se nota que ahora la gente disfruta más de la calle". 

Atocha es un cruce de caminos, no solo de visitantes, sino de espacio de transición entre el pasado y el presente. La calle, que comunica Lavapiés y el barrio de las Letras, mantiene locales de toda la vida, como Lanas Sixto o Ribes y Casals, con tiendas que venden productos que venden cannabis (hay dos). Tiene desde pisos con baño compartido donde se alquilan habitaciones como durante la dictadura a sucursales de Bareto, una franquicia de cervecerías 'vintage' que ocupa el local del Lizarrán del final de la calle, pegado a la Glorieta de Atocha. "Pasa mucha gente por aquí, muchísima", cuenta Marcos, camarero, mientras sirve unas cervezas en una de las mesas de la terraza. 

En el kilómetro y 300 metros de la calle, que llega hasta la Plaza Mayor, hay entre otras muchas cosas, restaurantes asiáticos, hamburgueserías, tiendas de segunda mano y de ropa, ATM empotrados en fachadas para sacar dinero, varias tiendas de alimentación de chinos o turísticas, varios hostales "donde el precio de habitación cambia cada día", según la demanda, explica una trabajadora, y "han abierto muchos locales para dejar las maletas (lockers), lo que hace que pase mucha más gente", aprecia un cartero de Correos en plena faena. 

Barrio alegre

Ada tiene cerca de 80 años y lleva toda la vida viviendo en la calle, desde que en la glorieta de Atocha "había una sola farola". "Antes pasaba mucha gente ya, y había menos hoteles; es una calle que siempre está llena además, pero es un barrio muy alegre, muy unido", señala la jubilada, que recuerda perfectamente cuando la discoteca Kapital, que absorbe mucho público los fines de semana, "era un cine" [el San Carlos]. Paradójicamente, pese a que ya no conduce, critica que la ampliación de las aceras "ha perjudicado el tráfico, pero fíjate, cómo hemos cambiado, la gente ya no pita en los atascos, ¿verdad?". 

La reducción de carriles provoca que haya atascos continuamente en la calle Atocha.

La reducción de carriles provoca que haya atascos continuamente en la calle Atocha. / ALBA VIGARAY

Son las 12.30 de la mañana y los coches están parados, sobre todo taxistas y vehículos de reparto de mercancías. Atocha es un atasco continuo, una procesión de Semana Santa -en algunos tramos hay solo dos carriles-, pero la acera es un revuelo de vida. "Nosotros tenemos mucha clientela, mucha gente mayor del barrio y también gente que sube con la maleta y para a comprar algo que necesitan", cuenta Jesús, el titular de una farmacia frente a Kapital, que razona que el tránsito continuo se debe a que es la "única calle que va hacia la Plaza Mayor". 

Hospedaje

"Tenemos mucha gente que busca hospedaje de solo un día, y funcionamos bien, hoy estamos llenos y mañana también", asegura por su parte Iris, trabajadora del Hotel Urban Sea, que pese a tener una sola estrella ya solo tiene habitaciones disponibles para este sábado a 161 euros (la superior) y para el domingo a 85. "Tenemos mucha gente que viene a los cursos del Instituto Nacional de Administración Pública (está en el número 103 de la calle)", cuenta. "Tenemos bastante trabajo, no paramos, sobre todo mucho turista nacional", apostilla Raquel, que tiene una administración de loterías, y que como la mayoría de comerciantes está contenta con el cambio de la vía. 

“Con el arreglo de las aceras y el arbolado que pusieron la calle ha mejorado mucho; la mejora de la plaza de Tirso [de Molina] también ha influido”, cuenta Alberto, el dueño de una de las dos guitarrerías de la calle y que abrió su negocio hace diez años, por lo que ha sido testigo del drástico cambio. “Es normal que pase mucha gente porque es el camino hacia el centro. Están abriendo muchos comercios nuevos, además, y muchos no son de hostelería”, parece sorprenderse.  

Aumenta el precio

Atocha se pone de moda y se ha notado en el precio de viviendas y locales. "Muchos comerciantes de toda la vida han tenido que cerrar porque les subían el alquiler. La vivienda también se ha vuelto más cara", explica Diego, dueño de un bar de esos de toda la vida, con su Kiss FM sonando en el hilo musical, sus servilletas de papel y sus tapas de albóndigas, ternera o magro de cerdo. 

Imagen del callejón que va a dar desde Atocha al mercado de Antón Martín.

Imagen del callejón que va a dar desde Atocha al mercado de Antón Martín. / ALBA VIGARAY

"El barrio se ha gentrificado, ahora viene otro tipo de gente", cuenta el camarero, que heredó el negocio de sus padres (lo abrieron en 1981) y sí que ha notado un aumento de clientes. Afirma aun así que cuando salió el estudio de TC Solutions se generó debate con varios clientes y llegaron a la conclusión de que la única manera de que se pudiera superar el tránsito de Gran Vía es que se contara como tráfico de Atocha el del paso de peatones del final de la calle, el que comunica la tienda de tacos con el McDonald´s

Los datos confirman la tendencia al alza de la calle, que hasta hace no tanto tiempo albergaba varios prostíbulos. El precio medio de la vivienda en Atocha y sus confluencias ha subido un 72% desde 2015: en ese año, el metro cuadrado se situaba por debajo de los 3.700 euros y, con datos actualizados hasta abril de este año, alcanza los 6.350, según datos de la plataforma de datos inmobiliarios Fragua by Atlas Real Estate. El precio promedio de los pisos que salen al mercado roza ya los 700.000 euros, un 30% por encima de la media de la Comunidad de Madrid. Además, hay interés en el mercado por comprar una casa, los pisos apenas duran 45 días a la venta, más de la mitad del plazo medio en la región.

El mercado del alquiler tampoco se libra de estas subidas. Un piso tipo de 80 metros cuadrados ha pasado de costar menos de 1.100 euros, en enero de 2015, a superar los 2.160 euros, según los datos de la misma plataforma. Sin embargo, el alquiler promedio, que se sitúa en 1.877 euros al mes, se mantiene aún un 14% por debajo de la media de la comunidad. De media, un ciudadano de la zona, teniendo en cuenta su renta media, tiene que destinar casi el 58% de sus ingresos a pagar su renta. “Los precios varían mucho de un edificio a otro, de si tiene ascensor o no. Ahora mismo, el precio de un alquiler de dos habitaciones puede rondar los 1.300 euros”, explican en una inmobiliaria de la calle, en un precio no muy por debajo de otras zonas con más atractivo hasta ahora del distrito Centro. 

Antón Martín

La Plaza de Antón Martín, donde confluyen las calles Atocha, Santa Isabel, Magdalena, Amor de Dios y León es hoy -y siempre- un hervidero de gente, de lo más variopinta. Dos personas cierran un trato de venta de una cámara digital de segunda mano sentado en un banco, con uno de ellos contando los billetes que saca de un sobre; dos personas recogen firmas contra la tauromaquia con no mucho éxito; y tres obreros se comen el bocadillo frente al monumento de El Abrazo, en recuerdo a los abogados laboralistas asesinados en 1977 por pistoleros de ultraderecha en lo que pasó a conocerse como la matanza de Atocha.

“El barrio está más bonito ahora”, presume en la plaza Lola, la “quiosquera de barrio”, que dice que “se ha triplicado” el tránsito de gente, un efecto en el que también ha influido el Mercado de Antón Martín, que se ha convertido en un exitoso espacio gastronómico, y el bonito Mercado de las ranas, en el barrio de las Letras, donde se venden productos de todo tipo, muchos artesanales. Es una suerte de Portobello o Camden Town. “Y aquí al lado”, continua ufana, “está un restaurante donde hace poco vinieron los Reyes a comer [el asturiano Perlora], y hasta Pablo Iglesias ha abierto su taberna [Garibaldi] aquí al lado”. 

Antes de que fuera anexionado a Madrid en 1950, por Antón Martín se pasaba en el camino tradicional desde el centro al pueblo de Vallecas, aunque la calle Atocha existe desde antes de que la corte de Felipe II se trasladara a Madrid en el siglo XVI. Fue precisamente con este monarca con quien vivió un resurgir la calle, construyéndose varios conventos, residencias y hospitales con funciones benéficas. Desde entonces ha sido testigo de mucha historia de Madrid y de España. En el edificio de la llamada Sociedad Cervantina (Atocha, 87), construido en el siglo XVI, se imprimió la primera edición de El Quijote, y de allí salieron también obras de Quevedo, Góngora o Calderón de la Barca. 

Ramón y Cajal trabajando en el laboratorio de la Facultad de Medicina de la calle Atocha.

Ramón y Cajal trabajando en el laboratorio de la Facultad de Medicina de la calle Atocha. / EPE

Simón Bolivar o Martin Sheen

En la calle han vivido desde Ramón y Cajal, que trabajaba en la Universidad de Medicina que estaba en la calle, hasta el revolucionario Simón Bolívar o el actor estadounidense Martin Sheen. En la Iglesia de San Sebastián fueron bautizados Jacinto Benavente o Moratín y se casaron en ella desde Mariano José de Larra a Gustavo Adolfo Bécquer. Una calle que está escribiendo un nuevo capítulo de su historia con un esplendor que no satisface a todo el mundo, o al menos no a María José, que lleva toda la vida viviendo en un piso amplio de la calle, de renta antigua. “Al barrio como tal ya hemos dicho adiós muy buenas, lo han convertido en Miami, en un parque temático, la gente viene a divertirse y se ve gente a todas horas por la calle”, protesta.  

Canal 33

Julio de la Fuente es periodista y conoce muy bien la calle, ya que es presentador del Canal 33, el canal que este año celebra su 30 aniversario y tiene su pequeño estudio en Atocha. El periodista destaca que Atocha “es una arteria en el más estricto sentido de la palabra, ya que conecta la sangre nueva que llega cada día a la ciudad desde la estación al corazón de la capital o conecta a los vecinos del barrio de Las Letras y Lavapiés hacia Antón Martín o La Latina”. Un cruce de caminos como hay pocos en la ciudad; una calle, además, sostiene, “con mucha vida, donde se alternan los irritantes sonidos de las ruedas de las maletas de los turistas que buscan un hotel, o cualquier lugar para dejarla, con algunos pitos de los cientos de coches y autobuses que la recorren. También se llena de vez en cuando de manifestantes, ya que es la alternativa perfecta al manido trayecto entre Cibeles y la Plaza de España”. 

Los turistas, tanto extranjeros como nacionales, son de los principales transeuntes de la calle Atocha.

Los turistas, tanto extranjeros como nacionales, son de los principales transeuntes de la calle Atocha. / ALBA VIGARAY

“Y, aunque suene tópico, es una vía muy diversa tanto en peatones y residentes como en comercios y edificios singulares. Desde conocidas discotecas y nuevos establecimientos en su zona más baja hasta tiendas tradicionales, iglesias y decenas de bares y restaurantes, algunos muy pintorescos, en su parte media y alta. Hasta alberga la televisión más céntrica de todo Madrid, la nuestra, Canal 33. Pese a que el estudio es reducido, a los invitados les encanta acudir porque, entre otras razones, siempre es un gusto volver a la calle Atocha", concluye.